Opinión

La decisión de Luisito

LA IMPORTANCIA del Pontevedra es tan grande y el bien colectivo del club y de su primer equipo está tan por encima de todo lo demás, que en la decisión que Luisito, primero, y el consejo de administración, después, tomaron hace ocho días, solo se analizaron las consecuencias para la entidad.

Se habló sobre si el club debía aceptar o no la renuncia del técnico, cuál era el término adecuado para expresar la medida que había tomado el entrenador teense, si aquello podía generar dudas en los futbolistas, si fortalecería los lazos del vestuario o los debilitaría, si un entrenador cuando dice que se va debe de hacerlo de forma irrevocable. Se debatió sobre todo.

El técnico teense siempre ha dicho que no quiere ser un problema para el Pontevedra: no le podrán reprochar que no haya obrado en consecuencia

En algunos corrillos Luisito fue criticado por no marcharse finalmente y más todavía lo fue Lupe Murillo por no abrirle la puerta de par en par. En otros aplaudieron la decisión del preparador y censuraron la de la presidenta. Y en otros defendieron la conveniencia de lo que hicieron las dos partes.

Se obvió un aspecto significativo: la humildad. Luisito se planteó que el problema podía ser él. Y al no tener la garantía de una respuesta negativa a su pregunta, se hizo a un lado. Y lo hizo con todas las consecuencias que ello acarrea, sabedor de que, si se iba, no cobraría ni un euro.

Es posible que no tenga la necesidad económica de otros entrenadores, pero el detalle lo avala como un caballero de palabra. Siempre ha dicho que no generaría ningún problema al Pontevedra. Ni para irse, si hacía falta. Fue consecuente y cumplió. De esos no hay muchos: en los 16 años anteriores solo obraron igual Raúl González, Milucho y Nando. Es digno de agradecer y aplaudir.

Como siempre, el entorno ha pensado más en el bien común y no el personal. Todos aquellos técnicos–también Luisito– lo han hecho de la misma manera. Y eso nadie se lo podrá reprochar.

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