«La decisión de volver a abrir el asilo de ancianos no está tomada, de momento»

PONTEVEDRA. La congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados no tiene previsto reabrir el asilo de Pontevedra «de momento». El geriátrico permanece deshabitado desde que cerró sus puertas, en mayo de 2012, tras el desalojo de los residentes, que fueron acogidos en distintos centros que gestiona la mencionada comunidad religiosa.

Las únicas señales de vida que se registran en las instalaciones de Loureiro Crespo corresponden a las visitas ocasionales que efectúan operarios a los que la congregación eclesiástica tiene encomendados los trabajos de mantenimiento del centro, que continúa sin tener uso cuando están a punto de cumplirse dos años de la salida de sus últimos inquilinos. Además, el inmueble está dotado de un sistema de cámaras de vigilancia, de cuyo control se encarga la empresa Securitas, para evitar la entrada de intrusos y garantizar que el interior del edificio se conserva en unas condiciones óptimas.

Disponer de un sistema de seguridad y efectuar las tareas de mantenimiento (como por ejemplo las de limpieza y la conservación de las zonas ajardinadas) no impidió los daños que ocasionaron los últimos temporales en la estructura del geriátrico. Las grandes piedras de granizo que cayeron en Pontevedra durante una de las fuertes tormentas perforaron la cúpula de la capilla, afectaron a la galería de la quinta planta de la residencia, donde en su día estaban alojados los matrimonios, y causaron destrozos en la cubierta de uralita situada en la huerta de la parte trasera del asilo. «Fue una tormenta terrible. Dirigí la residencia de ancianos de Pontevedra durante siete años y nunca había ocurrido nada similar», explica sor María Teresa, la última superiora del asilo de Pontevedra, que en la actualidad está al frente de la Residencia Santa Marta de Vigo.

Precisa que aún no ha comenzado la reparación de los daños porque están pendientes de la respuesta de la compañía aseguradora, a la que presentaron un informe con los desperfectos ocasionados por los agentes meteorológicos.

Pocas monjas

«De momento no hay nada previsto. Aún no está tomada una decisión sobre el futuro del asilo de Pontevedra», afirma sor María Teresa. «No hay previsiones ni se comentó nada porque se mantienen las condiciones que obligaron a su cierre, entre las cuales, la principal es la falta de vocaciones», precisa en referencia al progresivo descenso en el número de monjas que ingresan en la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

«Las chicas no se animan y, además, el número de hijos que tienen las familias de hoy en día disminuyó muchísimo con respecto a épocas anteriores», apostilla la superiora.

Además de la falta de vocaciones, otro de los motivos de peso que argumentó la congregación para la clausura del geriátrico fue el elevado coste de las obras que resultarían precisas para remodelar el edificio. En su día, la entidad religiosa cifró en doce millones de euros el importe de los trabajos necesitarios para adecuar el centro en materia de prevención de incendios, accesibilidad y servicios sociales.

En opinión de la última superiora del geriátrico, «Pontevedra no supo apreciar su asilo. Me quedé muy frustrada cuando me decían que no lo apoyaban. Aunque esta ciudad simpre nos ha querido no encontré el respaldo que hubiera deseado. Creo que no esperaba que se pudiera tomar la decisión de cerrarlo».

Sor María Teresa anuncia que «vamos a seguir rezando para que aumenten las vocaciones y a ver si algún día podemos dar la noticia de que se vuelve a abrir el asilo».

El cierre del centro asistencial dejó en la calle a personal eventual, a una docena de trabajadores contratados por la propia congregación religiosa y a 29 operarios de la empresa Jacoservi, que prestaba servicio en el geriátrico.

El granizo perforó la cúpula de la capilla, afectó a la galería de la quinta planta y causó desperfectos en la cubierta del paseo de la huerta

Comentarios