La fe volvió a invadir el santuario de Os Milagres

Los peregrinos se contaron por miles en Amil, en donde algunos vendedores, sin embargo hablan de menos público que el año pasado

El santuario de Os Milagres de Amil, en Moraña, volvió a llenarse ayer de romeros desde primera hora de la madrugada para las celebraciones del día grande de Nosa Señora, que recibió a peregrinos y fieles llegados a pie desde toda la provincia durante toda la jornada.

El recinto religioso, que contaba con palcos llenos incluso para la primera misa del día, a las 6.00 de la madrugada, fue registrando un tráfico incesante de devotos que cumplieron con todas las tradiciones que exige el peregrinaje a Amil: el paso por la trasera del altar, el beso al gravado el relieve, o al manto de la santa, la ofrenda del exvoto o vela de cera, y la asistencia a una de las misas que, en la jornada de ayer, se celebraron cada hora durante la mañana y hasta las siete de la tarde, momento en el que tuvo lugar la ceremonia de despedida de los peregrinos.

A pesar de la masiva afluencia de fieles, algunos de los trabajadores habituales en esta fiesta, tales como los vendedores de exvotos, rosquillas o pulpeiros, coincidieron en señalar que este año la avalancha de público había sido ligeramente inferior en la hora en la que se suele registrar más asistencia: en la misa solemne del mediodía.

La llegada incesante de peregrinos, eso sí, mantuvo el recinto lleno hasta última hora de la tarde. «Din que viñeron moitas excursións en autobús o día sete, ou pode que chegaran tamén onte, pero o certo é que parece que este ano hai un pouco menos de xente», explicaba uno de los cuidadores de los aparcamientos particulares que se reparten por toda la zona en esta jornada y que también relató que incluso se notó en el número de estacionamientos.

En Amil, la fe y el negocio conviven desde hace años, tanto es así que incluso el año pasado el recinto fue objeto de una inspección fiscal para detectar a los trabajadores sin permisos. Este año no se repitió, aunque muchos de los cientos de vendedores presentes explicaron que había habido más prudencia «e a maioría vén con todos os papeis en regla». Los puestos de venta superan el centenar, mientras que los aparcamientos se cuentan por decenas.

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