Opinión

La noria de la solidaridad

RESULTA CURIOSO que la eficiencia de la cooperación internacional con países que luchan contra el asedio de la pobreza y la desigualdad social quede, de nuevo, probada y testeada tras los resultados que arroja el último informe elaborado por la Coordinadora Galega de ONGs. En especial, cuando los últimos mensajes que resuenan entre los muros de la política nacional incitan a cortar, aún más, los lazos de solidaridad con el exterior para seguir profundizando en la idea de priorizar las necesidades de aquí a pesar de lo que suceda allí.

Una de las principales conclusiones apunta a que las organizaciones con ADN galaico lograron contribuir y mejorar las condiciones de vida de más de 108.000 personas, una gran mayoría mujeres, en muy diversos rincones del mundo. Realidades que pueden sonar lejanas pero que comparten con nosotros un factor común: seres humanos que persiguen el legítimo derecho de vivir en un contexto decorado de dignidad y con puertas accesibles a las oportunidades relacionadas con el campo de la educación, la salud o la vivienda, entre otras.

A lo largo del año 2017, desde Galicia para el mundo, se impulsaron 68 proyectos que exigieron una inversión –que no gasto– superior a los 6 millones de euros

A lo largo del año 2017, desde Galicia para el mundo, se impulsaron 68 proyectos que exigieron una inversión –que no gasto– superior a los 6 millones de euros. Una cantidad de recursos económicos que, aunque se quiera negar tres y hasta cuatro veces, también han fortalecido los derechos humanos en muy diversos escenarios. Sin embargo, donde existe una importante presencia de la cooperación con marchamo gallego se localiza en la región de Centroamérica y Caribe; sin olvidar otras realidades presentes como el Cono Sur, África, Oriente Medio o Asia. En mayor o menor medida, con estos pueblos hemos tratado de promocionar iniciativas marcadas por la solidaridad que, en algunas ocasiones, se completan y, en otras, solo registran avances parciales. Pero, lo más llamativo es la contradicción entre la percepción colectiva y la tozudez de los datos económicos del documento de la Coordinadora.

La sociedad considera que las ONGs dedican un elevado esfuerzo a buscar y captar fondos procedentes de las administraciones públicas para su propia supervivencia; errática teoría cuando se ojea los óptimos resultados registrados en terreno. Desde luego, una visión equivocada que se desmonta cuando en el capítulo de ingresos se constata que más del 60% de los fondos obtenidos proceden de la iniciativa privada y solo un 36% salen de las arcas de ayuntamientos, diputaciones o Xunta de Galicia. A esta fotografía fija se añaden los estrictos controles y auditorías que obligan a las estructuras de las ONGs a emplear una notable cantidad de tiempo y recursos en justificar el destino de cada euro en cada acción realizada. Una desconocida vigilancia administrativa que contradice el relato de partidos conservadores y personas fieles a la demagogia.

No ocultaremos que, a lo largo de la historia y el recorrido de la cooperación gallega, también han existido casos de fracaso o de falta de cumplimiento de objetivos tanto generales como específicos en algún proyecto. Aunque, pese a ello, revisando el pasado y llegando hasta el presente, se logra ratificar que la excelente responsabilidad y profesionalidad de las ONGs está fuera de toda duda. De igual manera, el nivel de incidencia y contribución al cambio social generado en lugar donde se actua. Así, con este informe oficial, los continuos ataques e intentos por orquestar campañas de desprestigio contra el sector de la solidaridad tiene un inmejorable mecanismo de defensa: interesantes resultados fundados en las evidencias. ¡Que siga girando la noria!

Comentarios