La Pontevedra que se quedó por el camino

La historiadora Carla Fernández recopila más de 250 imágenes de la capital de la provincia, de entre 1595 y la actualidad, en el libro 'Pontevedra, la memoria rescatada', que acaba de editar la Deputación
'Pontevedra', de Mariano Ramón Sánchez, en una pintura de 1793
photo_camera 'Pontevedra', de Mariano Ramón Sánchez, en una pintura de 1793

La imagen de Pontevedra a lo largo de la historia centró la tesis doctoral que Carla Fernández (Navia, Asturias, 1984) presentó en 2013 en la Universidade de Santiago de Compostela. Para ese trabajo reunió más de 250 imágenes, entre grabados, pinturas y fotografías, que ahora publica en el libro Pontevedra, la memoria rescatada. Vistas y visiones de una ciudad atlántica, de la Deputación Provincial.

"Mi tesis doctoral estaba dirigida por el profesor Juan Manuel Monterroso Montero", explica Fernández. "La idea inicial era realizar una investigación sobre la memoria de la ciudad portuaria del Noroeste de España. El objetivo era reconstruir la evolución de los paisajes portuarios de este territorio utilizando como fuente prioritaria lo que se conoce como iconografía urbana, es decir, todo tipo de documentos gráficos, del grabado a la fotografía pasando por pinturas y dibujos".

La autora comenzó a trabajar sobre la ciudad de Avilés, pero acabó reconduciendo sus planes. Porque se fue en 2009 a Siena (Italia) a cursar un máster de Conservación y Restauración, y acabó haciendo las prácticas en el Museo de Pontevedra. Al final, decidió dedicar toda la tesis a la ciudad.

"Un gobernador de la provincia llegó a decir que lo único que merecía la pena conservar era Santa María; el resto se lo podían cargar"

El volumen que ahora publica la Deputación está basado en la tesis de Carla Fernández, aunque elimina toda la parte dedicada a la metodología. "Se trataba, en definitiva, de realizar un libro de carácter divulgativo". Incluye desde las primeras representaciones que encuentra sobre Pontevedra ("la primera de ellas, un dibujo de 1595 del Archivo de Simancas") hasta las más recientes. "La mayor parte son dibujos y estampas de los fondos del Museo, aunque también encontré mucho material en la prensa decimonónica".

Uno de los aspectos más interesantes de la obra, según la propia autora, es que permite observar la evolución de la imagen de la ciudad, al tiempo que rescata su arquitectura desaparecida. "En este sentido, uno de los apartados que tiene una mayor entidad es el que dedico al barrio de A Moureira", explica. "Porque nos permite ver una Pontevedra que hoy no se puede reconocer, apegada al mar, dependiente de la actividad pesquera. Era un arrabal con muchísima entidad. No sólo se trataba de una huella urbana, sino que implicaba unos usos particulares y un modo de vida que acabó por desaparecer en Pontevedra".

TRES PARTES. El libro de Fernández está estructurado en tres grandes partes. La primera está dedicada a hacer una introducción contextualizando qué es la iconografía urbana y cuál es su utilidad. La segunda parte está centrada en repasar la historia urbana, social y cultural de Pontevedra desde sus orígenes hasta la contemporaneidad. "Y, mi gran aportación, la tercera parte del libro, en la que analizo cómo fue evolucionando la representación de la ciudad". En esta última parte, la autora diferencia el legado desaparecido, del que no se conserva nada (la iglesia de San Bartolomé el Viejo, el hospital de San Juan de Dios, las Torres Arcebispais, la antigua muralla, A Moureira o los palacios barrocos que había en el centro histórico), del legado conservado (desde las Ruínas de San Domingos hasta los conventos de San Francisco o Santa Clara, pasando por el santuario de A Peregrina y las plazas y calles más emblemáticas).

En el estudio de Carla Fernández, el siglo XIX es clave. Se produce la gran transformación de la ciudad. Hasta ese momento, la imagen de Pontevedra se identifica con su fachada atlántica, la imagen del barrio de pescadores y la basílica de Santa María. "Cuando yo me refiero al patrimonio destruido hay que contextualizar cómo se produce esa destrucción. Pontevedra recibe la capitalidad y quiere transformarse en una ciudad burguesa. Quiere incorporar otras infraestructuras, un ensanche... deshacerse del pasado. De hecho, un gobernador de la provincia llega a decir que en Pontevedra el único monumento digno de conservarse es la basílica de Santa María, que era como decir que el resto se lo podían cargar". Esta parte debe contraponerse a las inquietudes de artistas e intelectuales, preocupados por proteger el legado arquitectónico, volcados en su conservación y protección. "Es el caso de Casto Sampedro y del grupo con el que funda, en 1894, la Sociedad Arqueológica de Pontevedra. A ellos les debemos, en gran medida, buena parte de las representaciones de la ciudad de aquel momento".