"La visita de Salek es buena para él y también para nosotros y mi hija"

La familia Cordero Vázquez es una de las cuatro de Pontevedra que, cada verano, acoge a un niño del campo de refugiados de Tinduf ► El pequeño Salek repite por segunda vez la experiencia que ofrece el programa ‘Vacacións en Paz’, organizado por el colectivo Sogaps
La familia disfrutando de un día de verano
photo_camera La familia disfrutando de un día de verano

Es una tarde calurosa. Salek, de once años, se refresca en la piscina junto a su hermana Candela. Quizás no sean hermanos de sangre, pero sí de espíritu. El verano pasado, Mónica y Alberto decidieron que un niño saharaui debía tener la oportunidad de conocer una nueva cultura, y de pasar dos meses alejado de una realidad política que diariamente sacude las vidas de las 165.000 personas que viven bajo la condición de refugiados en alguno de los campamentos instalados en Tinduf, Argelia.

No fue una decisión difícil. Mónica ya estaba al tanto del programa ‘Vacacións en Paz’ de Solidariedade Galega co Pobo Saharahuí (Sogaps) y siempre había querido probar la experiencia. Cuando se lo propuso a Alberto, no hubo lugar a dudas. Decidieron emprender este camino juntos.

La experiencia no les ha dejado indiferentes. Mónica afirma rotundamente que, para ellos, el pequeño saharaui es un punto de unión, alguien hacia quien todos sienten un cariño especial. Es la sensación que, por lo general, tienen en común las familias acogedoras que colaboran con el proyecto.

Llama la atención el grado de complicidad total y absoluta que ha alcanzado esta familia multicultural. Estos pontevedreses realmente consideran que tienen un tercer hijo en el desierto y que durante julio y agosto amplían su círculo. Y es que, como señala Alberto, esta experiencia conlleva una implicación personal incondicional. "Llegan con lo puesto", literalmente. Los pequeños que participan en este proyecto viajan desde el campo de refugiados de Tinduf hasta el aeropuerto en camión, soportando temperaturas que rondan los 50 grados. Por esta razón y dada su situación personal, traen las pertenencias más básicas: un pantalón, una camiseta y una mochila cargada de regalos. Es una tradición saharaui. Las familias hacen un verdadero esfuerzo para enviar un obsequio a cada miembro del entorno en el que el niño va a integrarse. El verano pasado, cuando Salek aterrizó por primera vez en Galicia, trajo consigo una serie de presentes. Por ejemplo, la familia saharaui envió la vestimenta tradicional masculina para Alberto. Un ejemplo de la perfecta convivencia cultural que se alcanza al participar en este programa.

En este sentido, todos indican que las diferencias no suponen un problema para ellos. Cuando les comunicaron que iban a recibir a un pequeño saharaui, estaban prácticamente a ciegas. No sabían qué edad tendría o ni siquiera si se trataba de un niño o de una niña. Por esta razón, cuando Salek llegó a su hogar, la familia Cordero Vázquez trató de llevar el asunto con la mayor de las naturalidades, tanteando el terreno para ver cómo el pequeño se iba adaptando al cambio. La situación se estabilizó sin ningún problema. Rápidamente se convirtió en un miembro más. "Se le riñe igual, se le premia igual", afirma Mónica.

Dado que desconocían a qué niño iban a acoger, no tuvieron la posibilidad de apuntar al pequeño a ninguna actividad de verano. Cristian, el hermano mayor, se ocupaba de cuidar a Salek mientras Mónica y Alberto trabajaban. Pronto estrecharon unos lazos muy fuertes que actualmente el desierto no es capaz de separar.

"Hay que vivirlo", dice Alberto en referencia a la decisión de adherirse al programa ‘Vacacións en Paz’ ha resultado favorable para todos los miembros. "Para mi hija de nueve años ha sido bueno, para mí ha sido bueno".

No es una situación fácil de describir. En realidad, sumergirse en este proyecto supone una serie de responsabilidades que cada uno debe afrontar. Lógicamente, los gastos de la manutención del pequeño durante los dos meses del viaje corren a cargo de la familia acogedora. Mónica subraya que, cuando se toma una decisión de este tipo, hay que hacer frente a todo lo que suceda con todos los recursos de los que se disponga. En invierno, la situación del campo empeoró por las inundaciones que tuvieron lugar en la zona, así que los colaboradores de Sogaps enviaron paquetes de ayuda con productos básicos para ayudar a toda la familia saharaui.

Este año, la asociación humanitaria tuvo serias dificultades para reunir los 290.000 euros necesarios para desarrollar el programa ‘Vacacións en Paz’. Solamente unos días antes de tener que efectuar el pago de los billetes de avión, todavía faltaban por recaudar 145.000 euros. Seis miembros del equipo directivo tuvieron que avalar un préstamo de más de 100.000 euros y una de las familias adheridas adelantó también gran parte del dinero.

Este tipo de colaboración es la que valora Mónica. En su caso, todos aportaron su granito de arena para adelantar parte del dinero necesario. Incluso Candela, de nueve años, vendió rifas. Alberto reprueba la escasez de las aportaciones por parte de las administraciones gallegas, que resultan insuficientes para cubrir los gastos del viaje de los niños.

‘Vacacións en Paz’ nace a partir de una importante realidad política que afecta a todos los refugiados que conviven en Tinduf. Gracias a esta familia, Salek podrá vivir un verano diferente sumergiéndose en un mar de experiencias.

"Hay que tener en cuenta que este es un problema político. Estamos ayudando al niño y a toda su familia" (Mónica) "Esta experiencia es algo excepcional y diferente que hay que vivir. Creo que todos hemos aprendido algo" (Alberto)

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