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Las que vienen

Las elecciones 'midterm' en EE UU confirman que el avance feminista en la política es imparable... también en Galicia

ENTRE LAS MUCHAS conclusiones que se acaban de extraer de las elecciones de mitad de legislatura de Estados Unidos —conocidas como ‘midterm’— hay una que no debe pasarse por alto: el imparable avance de las mujeres en el ámbito político. Han conseguido una cifra nunca vista de asientos en la Cámara de Representantes, pero también se apuntaron hitos que van mucho más allá de los números y que merecen el calificativo de históricos por su simbolismo, como convertirse en las primeras musulmanas, nativas o lesbianas en acceder a escaños o altos cargos en la Administración de su país. Se dice que son los primeros frutos recolectados del movimiento contra los abusos sexuales Mee Too, la Marcha de las Mujeres que en enero de 2017 salió a las calles para protestar contra Trump o los ecos de las movilizaciones posteriores del 8 de marzo de este año. Pero lo cierto es que es algo más que eso. Es la realidad que viene para quedarse, porque el feminismo es hoy el principal canalizador de los cambios sociales y políticos que nos esperan, como antes lo fueron el sindicalismo, el ecologismo o más recientemente el populismo. Solo que su alcance será mucho mayor.

→ Momento histórico en o Hórreo

En el escenario político gallego queda mucho por hacer por la igualdad, pero mirando el retrovisor el avance ha sido brutal. De las tres primeras diputadas que ocuparon asientos en el Parlamento cuando echaba a andar en 1981 —Emma González Bermello, Flora Veiga y Carmen Lovelle— se pasó a las 37 sentadas hoy en el Pazo do Hórreo, que representan un empate técnico en un hemiciclo con 75 diputados. No es, no obstante, un récord histórico, ya que hubo un momento al final de la primera legislatura de Feijóo, entre 2011 y 2012, en el que se marcó la cifra mágica de una mayoría de 38 parlamentarias: 21 del PPdeG, 11 del PSdeG y 6 del Bloque. En medio, a lo largo de estos años, hubo de todo, pero con una tendencia creciente desde la cifra más baja de la historia: una única diputada durante buena parte de la segunda legislatura (1985-1989). A partir de ahí, la tercera legislatura acabó con 12 mujeres, la cuarta con 14, la quinta con 17, la sexta con 22, la séptima con 26, la octava fue la del récord de 38 y la novena, con 27. A día de hoy son 37, pero sin descartar que el nuevo conselleiro de Medio Rural, José González, abandone en algún momento su acta, lo que propiciaría la entrada de la ourensana Jackeline Fernández. Sería, una vez más, el triunfo de la mayoría femenina.

→ Alcaldías, la asignatura pendiente

Si en O Hórreo hubo momentos para la historia, incluso con la composición de un grupo parlamentario formado totalmente por mujeres —el efímero grupo mixto de Carmen Iglesias, Chelo Martínez y Mónica Fernández—, en las corporaciones provinciales y municipales cambia la cosa. En las últimas elecciones municipales salieron elegidas 37 alcaldesas de 314 —Cercedo no se había fusionado aún con Cotobade— y, a punto de acabar el mandato, hoy son 42. Es cierto que superan a las 24 de 2011, las 25 de 2007 o las 14 de 2003. Y también que son cifras que nunca habría imaginado Concepción Pérez Iglesias, convertida en 1925 en Portas (Pontevedra) en la primera alcaldesa de la historia de Galicia. Pero todavía hay mucho que palillar en cuanto a igualdad a nivel local, donde las concejalas, alrededor de 1.380, apenas representan un tercio del peso de las corporaciones gallegas. Con buena parte de los carteles ya en las imprentas todavía faltan rostros femeninos en las alcaldías importantes y, lo más preocupante, también en las listas. El PP presenta a dos aspirantes femeninas de siete ciudades, el BNG a una y el PSOE, a falta de resolver sus primarias, también solo a una. Y aunque es pronto para echar cuentas, la carrera a la Xunta en 2020 tampoco pinta muy bien para ellas, con Ana Pontón y quizás Olga Louzao rompiendo estadísticas. Y la conquista de la Valedora do Pobo tampoco puede maquillar la realidad en las diputaciones, Contas, Consultivo, Delegación del Gobierno, puertos, rectorados...

¿Que se avanzó mucho? Sí. ¿Que falta mucho? Sí, pero menos. Estados Unidos acaba de ser un ejemplo de lo que viene o, mejor dicho, de las que vienen. Y ya se sabe la facilidad que tenemos aquí en Galicia para absorber la cultura yankee.

Pablo Arangüena

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pablo Arangüena, el portavoz silencioso del socialismo gallego

CUANDO EL el 29 de octubre de 2017 Gonzalo Caballero asumía las riendas del PSdeG y nombraba número dos del partido a Pablo Arangüena se hablaba del abogado coruñés como una figura emergente en Galicia. Sin embargo hoy, un año después, está considerado un político con más ganas de pasar desapercibido que de despuntar. Su cargo concreto en el organigrama es el de vicesecretario general de política y portavoz, pero se cuentan con los dedos de una mano las ruedas de prensa que ofreció en estos meses, en los que se le conoció más por ser el denunciante de los directivos de las antiguas cajas que por su rol político. Eso explica que sea delegado de la Sepes y no el candidato en A Coruña.

La nueva política busca viejos referentes
LAS CONTRADICCIONES a las que a menudo está sometida la llamada nueva política alcanzaron estos días su máxima expresión a través de la estrategia de reforzar su implantación social echando mano de, precisamente, algunos de los grandes símbolos de la vieja política. El caso de Albert Rivera fichando a Paco Vázquez para apuntalar la imagen de Cs en A Coruña, como ya había hecho para dar a conocer la marca naranja en 2014, es el ejemplo más ilustrativo de ello, pero no el único. Ciudadanos es además reincidente porque en Vigo ya había sondeado al exconselleiro del PP Javier Guerra, entre otros veteranos políticos que anda tocando la formación de Rivera de cara a las elecciones de mayo. Y no solo ocurre en la nueva política de derechas, porque la Marea de Pontevedra acaba de fichar como número dos a una histórica del socialismo gallego, Teresa Casal, otro rostro de la vieja política al que el rupturismo le perdona todos sus pecados pasados a cambio de que sume votos para la causa. 
Cuando a algunos no le dan las cuentas
FUE UNA SEMANA algo extravagante en el Parlamento gallego a la hora de echar cuentas por parte de sus señorías. Coincidencia o no, lo cierto es que hubo cuatro diputados y diputadas que dejaron bien claro que son de letras. A la lucense Concepción Burgo, licenciada en Historia, le fallaron las cifras y atribuyó a Román Rodríguez cinco años al frente de la Consellería de Cultura, cuando en realidad son poco más de tres. Y el conselleiro, licenciado en Xeografía, defendió a capa y espada las bondades del fenómeno Xacobeo, que trae a "centos de millóns de peregrinos". Si la cifra les parece exagerada, el licenciado en Derecho Luís Villares tampoco anduvo fino al cifrar los trabajadores en precario de Galicia en 1.200.000, que son casi más que la población activa, mientras que el presidente Feijóo, otro de la rama del Derecho, contraatacó con los "millóns" de venezolanos que escapan de su país con rumbo a Galicia. Lo dicho, toca repasar cifras, porque una cosa es un lapsus lingüístico fruto del directo y otra distinta columpiarse. 

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