Las reinas de arena y los castros a pie de mar

Las predicciones meteorológicas para este fin de semana auguran un cambio de climatología. Reinarán el sol y el calor, y por eso les recomendamos una ruta costera, por las Rías Baixas, donde naturaleza y megalitismo les alejarán de la rutina diaria.

El Parque Natural de Corrubedo se encuntra en el municipio de Santa Uxía de Ribeira, en el extremo occidental del Barbanza. Cuatro quilómetros de duna, playas paradisíacas, lagunas de agua dulce y salada y una gran variedad de flora y fauna son algunas de las maravillas que el entorno ofrece.


Sal y azúcar

Enclavada entre las rías de Arousa y Muros, la reina del parque es la duna móbil de un quilómetro de longitud, 20 metros de alto y 250 de ancho, que se levanta como un obelisco de arena blanca. Puede recorrerse sin causar prejuício, pues hai varios paseos y pasarelas construídos ad hoc.

La barrera dunar propició la creación de las lagunas de Vixar y Carregal. La creación de la de Vixar se produjo al cerrarse una flecha arenosa que la separó del mar, y el agua que recibe es, esencialmente de varios arroyos de agua dulce. Todo lo contrario pasa con la de Carregal, que aunque tiene aportes de agua dulce, está en contacto con las mareas del mar y por eso sus aguas tienen mayor salinidad. Es interesante contemplar el contraste de vegetación de una a la otra (debido, precisamente, al nivel de sal) en un espacio de distancia tan reducido.

Nutrias, serpientes y zorros
En el parque existen unas diez especies de anfibios, entre ellas el escasísimo sapo de esporas, la rana verde o el sapo pinto. En cuanto a los reptiles también hay diversas especies, que van desde las cobras de collar a la víbora de Seoane, endémica de Galicia, al lagarto de las silveiras o la salamandra.

Los censos de aves proporcionan una media de 2.300 individuos reunidos en más de 35 especies, algunas de ellas tan escasas como la píllara de las dunas


Los mamíferos más llamativos son las juguetonas nutrias, que residen en las partes altas de la marisma, los zorros, con un buen número de madrigueras desperdigadas por la superficie del parque y también ratas de agua y erizos.

A vista de pájaro

Para contemplar la extensión del parque en su totalidad está el mirador da Pedra da Rá: el parque, los pueblos costeros y, como este fin de semana va a estar despejado, la ría de Arousa proporcionan un estímulo espectacular para la rutina.

También es una opción perfecta acercarse al Faro de Corrubedo, que data del 1.853 y está en un enclave privilegiado, con el Atlántico rompiendo en los acantilados, la luz del Faro de Finisterre avisando a los barcos y cerrando el paisaje, al fondo, las Islas Cíes.

Otra opción para contemplar vistas es el
mirador da Curota, en la Pobra do Caramiñal. Desde el podemos ver fragmentos de las cuatro rías: Vigo, Pontevedra, Arousa y Muros e Noia.

Un castro a pie de mar
Lo ideal para esta ruta es llevarla a cabo en dos días, de no ser posible es buena idea dedicar la mañana al complejo dunar y la tarde al megalitismo.

Cerca de Corrubedo se encuentra el Castro de Baroña, de la Edad de Hierro. En la abrupta geografía de una península, el castro se encuentra pegado al océano. Posee un complejo sistema de fortificación que cuenta con un foso y un muro. Posteriormente, encontramos otra muralla que sería la que protegía las viviendas y que posee una escalinata de acceso.

Una vez dentro, podemos observar tres niveles en los que se agrupan unas treinta citaneas. La mayoría de ellas estaban destinadas al uso familiar, aunque algunas se usaban para oficios artesanos. Hai viviendas reconstruídas que dan una idea de como era la vida por aquel entonces.

Otra visita clave es al Dolmen de Axeitos, que junto con el de Dombate y el de Cabana de Bergantiños, son los principales exponentes de la cultura del neolítico y los enterramientos colectivos en Galicia.

La tumba de Axeitos, o
Pedra do Mouro, se encuentra en un bosque de robles y está formado por ocho grandes losas de granito clavadas en la tierra, que conforman una planta poligonal sobre la que se apoya otra losa horizontal; el monumento todavía conserva dos de las losas que conformarían el pasillo de entrada. Casi no queda nada del túmulo de tierra que solía cubrir este tipo de construcciones.

Spa en plena naturaleza
Otro sitio al que acudir son las piscinas naturales de Pobra do Caramiñal. Para llegar a ellas hay que hacer un poco de senderismo pero el esfuerzo vale la pena. Durante el camino encontraremos un puente medieval y los restos de un antiguo convento, el de A Miserela, del que tan sólo podemos imaginarnos su forma.

Las piscinas conforman el espacio natural del río Pedras y se han ido formando en las rocas horadadas por la acción del agua del río al caer. Bajo las pequeñas cascadas te puedes bañar dándote un pequeño masaje en la espalda, un spa de lujo en plena naturaleza. Las hay más y menos profundas, más y menos frecuentadas. Es poco recomendable llevar niños o ancianos, pues el ascenso, aunque asequible, presenta tramos difíciles

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