Opinión

Laurel, castañas y olor navideño

Raimundo González. OLGA FERNÁNDEZ
photo_camera Raimundo González. OLGA FERNÁNDEZ

QUE LAS cosas cambian a lo largo de los años es algo que no les vengo a descubrir yo ahora. Lo que pasa es que, cuando uno hace retrospectiva, pues se da cuenta de algunas que quizá le habían pasado desapercibidas o recuerda otras que tenía guardadas a buen recaudo en la memoria. Según me contó un pajarito, eso es lo que le pasó este martes al edil de Facenda, Raimundo González, que mientras presentaba las obras de humanización de la calle Lepanto, le contó a los periodistas que recordaba la época en la que era pequeño y su madre le enviaba a esta calle a recoger laurel.

Y es que parece ser que antes había aquí un árbol de esta especie del que se surtían muchas familias. A mí se me ocurre, querido García, aprovechando esa sensación cálida que dejan los recuerdos, que en el proyecto de humanización se incluya recuperar la tradición de recoger laurel plantando uno de estos ejemplares, como el que había antes. ¿Qué le parece? Sería bonito, ¿verdad?

En fin, lo que está claro es que todo el entorno de la calle Lepanto mejorará un montón su imagen, lo que será, en palabras del portavoz del Concello "un regalo de Reis". Si es que el ambiente navideño ya se empieza a notar en la Boa Vila. ¿No han reparado en que ya están puestos los adornos en algunas calles? Tengo que reconocer que me muero de ganas por ver Pontevedra iluminada de Navidad. Es una época que me chifla y que si se puede alargar un poco teniendo un buen alumbrado durante casi todo el mes de diciembre, pues mejor que mejor.

Eso sí, de momento dejemos que dure el otoño, porque si hay algo que me gusta más que la Navidad son las castañas y no hay día, esté donde esté, que no pare para cogerme un cucurucho. La pasada semana, me acerqué hasta Marín a tomar algo con unos amigos y fíjense la gracia... ¡Casi media hora tuvimos que esperar para tomar unas castañas! Estaba el pobre castañero con overbooking, pero vaya, que después de degustarlas, lo entiendo, porque estaban para hacer cola por ellas el tiempo que hiciese falta.

Cambiando de tema y de ría, en Cangas están de celebración. ¿Saben por qué? Pues porque el hecho de que alguien vuelva a su puesto de trabajo siempre es una buena noticia. Les hablo del alcalde, mi querido Xosé Manuel Pazos, que tuvo que apartarse durante un tiempo de la vida política por problemas de salud, pero que, afortunadamente, el lunes pudo volver a sentarse en su despacho. Le hemos echado de menos, alcalde, y nos alegramos todos profundamente de que vuelva a estar al frente del concello cangués. La vida a veces nos pone delante tragos amargos, pero no hay nada más feliz y positivo que superarlos.

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