Opinión

Leyes "anti-miscegénicas"

Los últimos meses han contemplado la gran actividad desplegada, sobre todo en Estados Unidos, por una corriente revisionista sobre la actuación de los primeros europeos que pisaron aquel territorio. Buena noticia de su actuación han ofrecido los medios de comunicación. No seré yo quien niegue los excesos cometidos por los hispanos, pero su actuación con los nativos no tuvo punto de
comparación con lo realizado por otros países europeos o por los criollos después la independencia. Respecto a otras potencias, uno de los rasgos diferenciadores de la política llevada a cabo por los españoles en América fue el mestizaje. Las consecuencias son bien visibles en la población al norte y al sur de río Grande o río Bravo. La actuación también quedó reflejada en una insólita situación de la nobleza española respecto a la de los otros países europeos. La condesa de Miravalle o el duque de Moctezuma -este estrechamente relacionado con la provincia de Pontevedra son descendientes de soberanos mexicanos. Pero regresemos a la cuestión racial y veamos lo acontecido en ese plano en el territorio bajo el dominio de la Monarquía Hispana y en los Estados Unidos de Norteamérica.

En una fecha tan temprana como 1503 Isabel de Castilla instaba a Nicolás de Ovando, gobernador de La Española, a fomentar los matrimonios mixtos, pues "son legítimos y recomendables porque los indios son vasallos libres de la Corona española". El 14 de enero de 1514, fallecida ya la soberana, dentro de la política ordenancista de América que se estaba desarrollando en aquellos momentos, Fernando de Aragón rubricaba la política de unión racial al emitir una Real Cédula mediante la cual se autorizaban los matrimonios entre españoles y nativas del Nuevo Mundo. La medida consolidaba así la política de matrimonios mixtos como forma de organización social en la América hispana.

Situación distinta se dio en las Trece Colonias británicas. En ellas el mestizaje fue considerado como un delito mayor mediante leyes promulgadas desde finales del siglo XVII. Virginia (1691) y Maryland (1692) fueron las primeras, extendiéndose posteriormente al resto la prohibición de matrimonios interraciales. Con la independencia, la prohibición de unión racial siguió vigente, salvo casos excepcionales como su derogación por parte de Pensilvania en 1780. Un amplio cuestionamiento de las leyes anti mestizaje no aparecerá hasta después de la II Guerra Mundial. El detonante decisivo de su abolición será el caso Loving contra Virginia de 1967. Mildred Delores Jeter -mujer de color- y Richard Perry Loving -hombre blanco- fueron condenados a un año de cárcel en Virginia por casarse y violar la "Racial Integrity Act" de 1924. La sentencia fue revocada por la Corte Suprema, quien consideró inconstitucionales las leyes "anti-miscegénicas". La aplicación de la resolución del máximo órgano fue lento. Mississippi lo hizo en 1987, Carolina del Sur en 1998 y Alabama en el 2000. En la actual ofensiva sorprende corresponda en ocasiones el máximo activismo a descendientes de quienes sufrieron la segregación racial.