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Los Churumbeles de España

Ayer por la mañana, sentado yo solo en una terraza, escuché el más certero análisis que ha pronunciado nadie sobre el tema político. Sentados a la mesa de al lado estaban tres personas: una pareja que superaba holgadamente la cuarentena y una chica quinceañera, según calculé. Imagino que los mayores eran padres de la chica. Los tres iban ataviados al uso medieval, pues celebrábamos en Pontevedra la Feira Franca: los padres eran nobles; la hija, humilde mesonera, asistía con gesto de aburrimiento a la discusión de los mayores. El padre decía que Pedro Sánchez tenía que dejar gobernar a Rajoy y la madre lo contrario. La discusión iba subiendo en vehemencia y ofrecía posibilidades de no acabar jamás. De pronto, la niña, cuyo gesto pasaba del hastío a la indignación, aprovechó una mínima pausa y lo dijo en un tono que bordeaba el chillido: «¿Queréis callaros? ¡Estos cuatro parvos están jugando al parchís en un tablero de ajedrez!». Se refería a Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera, que son los que están haciendo exactamente eso: jugar a un juego equivocado y competir entre cuatro sobre un tablero de dos. Mientras los padres se callaban y descubrían con asombro que su hija es inteligente, yo estaba a punto de levantarme y darle un abrazo a la mesonera, cosa que no hice porque mi fama ya está suficientemente trastocada.

Años antes, Juan Legido, conocido también bajo el sobrenombre de El Gitano Señorón, un afamado cantante que triunfó en la América Latina de las décadas de los 50 y 60 con su grupo, Los Churumbeles de España, popularizaba ‘'Cariño verdad'’, tema en el que cuenta los pormenores el proceso que nos ha llevado, tras ocho meses y cuatro investiduras fallidas, a seguir viviendo en funciones. La canción habla de Rajoy y Sánchez y describe el punto en el que se encuentra su relación.

El profético tema empieza así: «En una casita chiquita y muy blanca, camino del puerto de Santa María, habita una vieja muy buena y muy santa; muy buena y muy santa, que es la madre mía». Tal como está usted sospechando, amigo o amiga de Cuarto Milenio, la madre del Gitano Señorón tiene una estrecha relación con el asunto que nos ocupa y aunque hasta ahí tenemos la impresión de que la letra carece de importancia, no es así en absoluto. Es más adelante, con la canción muy avanzada, cuando Rajoy y Sánchez entran en escena y empiezan los reproches: «¿De quién fue la culpa? No quiero saberlo. No sé si fue tuya o fue de la suerte; o fue culpa mía por no comprenderlo, y en vez de olvidarte penaba por verte». Es asombroso que El Gitano Señorón previera, con casi siete décadas de anticipación, lo que habría de acontecer entre nuestros dos grandes líderes. Si la cosa acabara aquí, podríamos achacarlo a una pura casualidad, pero la letra continúa: «Anda y vete de mi vera si te quieres comparar con aquella vieja santa que está ciega de llorar». Es obvio que la que está ciega de llorar es la madre del Gitano Señorón. Rajoy se indigna al saber que Sánchez se quiere comparar con la madre del citado intérprete y por eso lo aparta de su vera. Los reproches no acaban aquí: «Ella me lleva en el alma y tú en la imaginación; tú me miras con los ojos, ella con el corazón».

Los Churumbeles de España continúan cantando con el Señorón al frente, poniendo voz a Rajoy, que no cesa en su andanada de despecho hacia Sánchez: «Lo tuyo es capricho, pura vanidad, lo de ella es cariño, cariño y verdad». ¿Cómo sabía el Gitano Señorón que esto iba a acabar así? ¿Cómo pudo pronosticar, cuando los dos protagonistas no habían siquiera nacido, que ninguno de ellos lograría la investidura y todo acabaría entre un rosario de reproches? No soy yo quien tiene la respuesta, amigo o amiga de La Nave del Misterio. Será usted quien extraiga sus propias conclusiones a la luz de estos datos que yo me limito a exponer.

No es el único caso en el que un compositor describió la actual situación con gran anticipación. Unas décadas después, a mediados de los 80, Poch, líder de Derribos Arias, se encargó de coger la antorcha de la profecía de manos del Gitano Señorón para cantar la respuesta de Sánchez ante las acusaciones de Rajoy: «Tú me dices que me quieres y yo te digo que no. Tú me dices que me adoras y yo te digo que no. Por favor, no me persigas, te lo pido por favor, porque si tú me persigues cambiaré de dirección».

Cierto que tanto Poch como El Gitano Señorón dan cuenta del estado de la relación entre Sánchez y Rajoy, pero sin quitarle mérito a ninguno de ellos, ni el uno ni el otro consiguieron explicar la verdadera causa por la que las cosas acabaron como acabaron: que los cuatro parvos que nos quieren gobernar llevan casi un año jugando al parchís sobre un tablero de ajedrez, y así seguirán hasta que no entiendan que el juego ha cambiado y ahora las reglas son otras, muy diferentes.

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