Málaga, donde el túnel acabó

Ocho meses después, Moyano volvió a sentirse jugador de balonmano. El teucrista se rompió el pasado diciembre el menisco de su rodilla derecha y tras intentar superar la dolencia sin operarse, a los cuatro meses dijo 'basta'. Ahí inició un nuevo proceso de recuperación que finalizó, por fin, el pasado sábado cuando volvió a la pista
Andrés Moyano, este miércoles en el Municipal. RAFA FARIÑA
photo_camera Andrés Moyano, este miércoles en el Municipal. RAFA FARIÑA

Lo que parecía un pequeño contratiempo en una articulación, se convirtió en un calvario. La rotura de un menisco más tortuosa. Andrés Moyano (Mendoza, Argentina, 1996) encontró el pasado sábado en Málaga la luz al final del túnel. Una luz que, por momentos, pareció no querer dar señales de en qué punto kilométrico se encontraba. "Se me hizo muy largo. En principio iba a ser una lesión para dos o tres meses, pero acabaron siendo ocho", explica Moyano tras el primer día de curso en el ámbito académico. Porque el lateral derecho estudia un ciclo de Electrónica y este miércoles inició su segundo año académico. Con la entrada de lleno en las aulas, unos días después de su reencuentro oficial con las pistas, la normalidad vuelve a ser total. Por fin.

"Siento una gran alegría, la verdad. Después de tanto tiempo parado, viendo cómo jugaban tus compañeros y tú tenías que sufrir en la grada... Lo necesitaba. Por fin pude ser uno más", apunta el zurdo. Andrés reconoce que "nunca" pensó en "dejar el balonmano" totalmente, pero sí hubo momentos muy duros. Porque el argentino enlazó un tratamiento conservador, que no funcionó, con otro más agresivo. Y de este último, le costó también recuperarse. "Son cuatro meses de rehabilitación, pero la rodilla me dio la lata bastante", asegura.

El argentino se rompió el menisco de su articulación a finales de diciembre. Trató de acudir al Mundial en enero, pero la dolencia le impidió estar al 100% y acabó fuera de la lista albiceleste. Así, mientras no podía cumplir su sueño, regresó a la disciplina del Teucro. En Pontevedra las cosas no mejoraron. La rodilla le impedía entrenar bien. Y, por tanto, competir. Intentos por acabar entrenamientos infructuosos, decenas de parones para dar descanso a su articulación, sesiones de fisioterapia... Nada funcionaba. El club, en una situación límite, le pidió forzar. Pero Andrés no estaba bien y eso pasaba a afectarle a su cabeza.

Dolencia
"Nunca pensé en dejar el balonmano, pero sí que sufrí. En teoría son cuatro meses de recuperación, pero la rodilla dio la lata"

SIN ÉXITO. El argentino se probó entre finales de febrero y principios de marzo. Jugó minutitos contra Anaitasuna y Ademar. Pero la cosa no iba. El dolor le impedía rendir. Y del conservadurismo se pasó al quirófano. La temporada finalizaba para él, pero con todo prácticamente perdido a nivel deportivo, la prioridad era que regresase en las mejores condiciones.

El 17 de abril, Moyano pasó por el taller. Ahí, después de tres meses y medio perdidos, reinició la cuenta atrás. Las sesiones de fisioterapia se solapaban con las clases. Por la tarde, acudía a los entrenamientos a la misma hora que sus compañeros, pero para hacer trabajo específico. "Al final, entrenaba yo más que ellos", recuerda ahora con una sonrisa.

En esos momentos duros, Moyano absorbió los ánimos de su familia, que desde lejos le llamaba para preocuparse por él y darle ánimos. "Me decían que el regreso ya estaba cada vez más cerca", apunta. También de su pareja. Y dentro del Teucro, sobre todo de Toño Puga y Javi Martín, preparador físico y fisioterapeuta respectivamente el pasado curso. Dos personas que ya no están ligadas a la entidad, pero de quienes Andrés no se quiere olvidar.

Tras un verano de puesta a punto, Moyano llegó al 2 de agosto predispuesto a ser uno más de la nueva plantilla confeccionada por Luis Montes. "Podía salir a correr y logré adquirir ritmo físico, pero a veces me seguía molestando la rodilla", explica Andrés, que tuvo que dejar de participar en varios partidos de preparación.

Momentos duros
"Salía de clase para ir a las sesiones de fisioterapia. Por la tarde, acudía a entrenar pero siempre al margen. Es difícil"

SENSACIONES. Pese a ello, el argentino logró llegar en buenas condiciones al primer partido del curso. El objetivo estaba cumplido. Y sus sensaciones fueron relativamente buenas: "Estaba bien físicamente, pero todavía no de la cabeza. Yo me noté falto de ritmo de competición. Lo positivo fue que no tuve ninguna dolencia. Jugué con rodillera y demás, pero no hubo problema alguno".

El argentino expresa que estuvo "algo impreciso y precipitado" ante el Ciudad de Málaga, pero entiende que es normal a unas alturas de temporada tan tempranas. "No solo fui yo. Fuimos todos. Y también el rival", apunta.

De cara a este curso, Andrés reconoce tener "mucha competencia", pero es algo que no le preocupa: "Estoy tranquilo, no me vuelvo muy loco con esas cosas". "Tenemos cuatro centrales y varios laterales más. En total somos siete u ocho para tres puestos. Pero habrá rotaciones", profundiza Moyano.

El regreso
"Estaba bien físicamente, pero aún no de cabeza. Me vi algo impreciso y precipitado. Lo mejor es que la rodilla no me dolió"

VESTUARIO. Al margen de la competencia, Moyano ensalza el valor humano del nuevo vestuario del Condes de Albarei Teucro. "Estamos mucho más unidos. Desde el principio, hubo una muy buena onda. A todo eso ayudó que somos más o menos de la misma edad, del mismo rollo y vivamos en Pontevedra. El año pasado muchos venían de Vigo. Además, había edades muy diversas y se formaban grupitos", reconoce.

Ahora, Andrés explica que como la mayoría son "de fuera" hacen por "juntarse mucho más". "Preguntamos: ¿qué hacéis hoy? Salimos a tomar algo, nos juntamos... Se agradece, porque el buen ambiente se refleja luego en la pista", señala el lateral.

Esta rápida amistad global surgió en los primeros días, en los que Andrés llegó junto a Vicente Poveda y a Samu Pereiro como los únicos integrantes del primer equipo que repetían del pasado curso. "Fue una sensación rara, pero a la vez la cohesión se hizo muy rápida", apunta.

La reestructuración deportiva del club le ha hecho cambiar, por tercer año consecutivo, de compañeros. El pasado curso vivió con Fafa Cangiani y Guillermo Fischer, en un piso en el que solo se escuchaba el acento argentino. Este curso, sin sus dos compatriotas vistiendo de azul, Federico Wermbter hace algo más difusa la morriña. Él es el nuevo argentino del equipo, el joven al que Moyano, ya veterano en Pontevedra, debe guiar. "Vamos a tener que poner una bandera albiceleste de por vida ya en el piso", bromea Andrés, que cuenta como otro compañero de vivienda con el cordobés Fran Bujalance.

Los tres, junto al resto de los jugadores del Teucro, tratarán de dar alegrías a la afición pontevedresa en un año del del 75 aniversario del club. Habrá que estar, sí o sí, peleando por el ascenso de categoría. Por el momento, el Condes de Albarei dio el primer paso hacia ello en Málaga, donde ganó 19-23. Pero más allá del resultado, el Pabellón de Ciudad Jardín siempre quedará en la mente de Moyano como el lugar donde el túnel se acabó.

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