Opinión

Marín, "in memoriam" a don José Pichel

EL MES en el que andamos se cumple el cincuenta aniversario del fallecimiento del recordado párroco, que lo fue de Marín entre 1.941-1.968, don José Sáez Pichel (Noia, 1900-Marín, 1968). Como reconocimiento a su trayectoria como párroco y persona, y el orgullo de haberlo tenido como profesor de Religión durante mis estudios en el Instituto Laboral, lo traigo hoy a la memoria.

Don José Sáez Pichel (popularizado como don José Pichel) manifestó desde muy joven una gran vocación sacerdotal ejerciendo por primera vez en la parroquia de la villa coruñesa de Abegondo. Llega a Marín en 1941. Aquí se encuentra con un pueblo de importante tradición pesquera pero con ciertas dificultades sociales y económicas emparejadas a un crecimiento poblacional ante el auge de su puerto. En los inicios de su labor como párroco don José comienza a observar que Marín era un pueblo muy religioso por la masiva afluencia de sus gentes a los actos que hacían pequeña la iglesia existente para el aforo que a diario acogía. Y construir una nueva sería su primer sueño y su primera preocupación. Fue en 1943 cuando se decide a poner en marcha la idea de un nuevo templo. Gracias a su tesón y constancia ante las autoridades y administraciones de la época (entre ellas Félix Bastarreche) consigue que se construya la que hoy conocemos como Iglesia Nueva de Marín que sería inaugurada en 1956 y en cuya fachada se incrustó una placa en la que se puede leer "Homenaje de gratitud a D. José Sáez Pichel artífice de este templo".

Fue un gran defensor de la titularidad de la parroquia Santa María del Puerto y de la promoción de su festividad el 8 de septiembre (no toleraba que las fiestas del Carmen hiciesen sombra a las de la patrona). Incluso consiguió el apoyo financiero de los armadores Hermanos Iglesias para adquirir la imagen de la Virgen del Puerto que preside el altar mayor.Pero a don José Pichel no se le debe tan solo ser el conseguidor del nuevo templo parroquial. Fue algo más que eso. Fue una buena persona, de gran corazón, benefactor de los humildes, lo daba todo por los demás, y son muchas las familias marinenses a las que protegió olvidándose de sí mismo. Llevó una vida de gran austeridad. De hecho murió en la pobreza. Todavía hoy se le recuerda por su impecable vida pastoral. Dicen muchas de las personas que colaboraron con él en la gestión parroquial que "fue un don de Dios para Marín".

Aunque tenía un carácter especial que sería dificil de describir, don José no era bueno ni malo, era como era. Son muchas las anécdotas que se cuentan de las exigencias que imponía a los feligreses a la hora de acudir a la iglesia entre otras que "las mujeres no debían asistir a misa sin medias ni velo". 

Cincuenta años después de su muerte don José Pichel sigue imborrable entre los marinenses.

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