Más intenciones que realidades

El Pontevedra dejó ante el Marino muchas muestras de lo que pide Pouso, pero no logró ejecutar el plan con brillantez ▶ Faltó fluidez y control, pero sin pelota se logró solidez
Adighibe pelea un balón aéreo ante Trabanco. DAVID FREIRE
photo_camera Adighibe pelea un balón aéreo ante Trabanco. DAVID FREIRE

Fue el cuarto triunfo consecutivo y el segundo de la era Pouso. Pero resultó más efectivo que brillante. El 3-0 ante el Marino quedará reflejado como el mejor resultado del Pontevedra en estas 13 primeras jornadas de liga, pero no fue, ni de lejos, su mejor partido a lo largo de esta temporada. El choque de los granates reflejó más intenciones que realidades, algo lógico teniendo en cuenta que el nuevo técnico no acumula más de una decena de sesiones de entrenamiento.

SIN ASUMIR RIESGOS

Pouso dejó bien claro en la rueda de prensa posterior que, por regla general, odia que su equipo maree la pelota sin profundizar. El técnico vizcaíno, como también hacía Luisito, desecha la horizontalidad. Pero lo cierto es que el Pontevedra no brilló por su profundidad. En la primera mitad, el PCF tuvo el balón y lo trató de llevar hacia las bandas, pero le faltó velocidad en la circulación para generar superioridades. No asumió riesgos con pases verticales. En la segunda parte, el equipo quiso ser más profundo, pero no tuvo pausa antes del vértigo. Todo pase corto en campo propio desapareció y apostó por lanzar directo tras cada balón dividido.

SEGUNDOS BALONES

Una de las claves en el espeso juego ofensivo de los granates estuvo en los segundos balones. El Pontevedra no hizo suyos muchos duelos ni tampoco los segundos balones. Lora ganó la mayoría de las pelotas divididas y tan solo con la entrada de Mejía los locales demostraron verdadera superioridad en el centro del campo. Sin ese aspecto a su favor, el PCF no se puede asentar tan arriba y a partir de ahí atacar.

LOS LATERALES, SOLO ATRÁS

Una de las causas de las dificultades por las bandas del equipo pontevedrés fue la poca proyección de los laterales. Álex González y Álvaro Bustos nunca recibían en superioridad y las ayudas rivales llegaban pronto. Santi apenas dobló y Campillo jugó a perfil cambiado, con una evidente incomodidad para progresar con pelota. En defensa, ambos estuvieron solventes.

EL MARINO NO PROPONE

Al contrario que el Melilla o Las Rozas, el Marino nunca quiso proponer con balón. Se saltó líneas para no asumir riesgos. Eso le dificultó las cosas y favoreció la defensa granate, pero también impidió que los de casa pudiese robar en el campo rival y transitar hacia portería con espacios. El balance defensivo granate fue brillante, pero cada vez que recuperó la pelota, el equipo dirigido por Pouso estaba demasiado lejos de la portería contraria.

El dato. El Pontevedra cierra por fin la vía de agua
Seis jornadas después, el Pontevedra dejó su portería a cero. El conjunto granate acumulaba un mes y medio recibiendo al menos un tanto en cada uno de los partidos, lo que dificultó la consecución de victorias.

Después de defenderse estoicamente en Oviedo en inferioridad numérica y lograr un 0-1 todavía con Luismi Areda en el banquillo, el equipo pontevedrés recibió 13 tantos en los siguientes seis encuentros. Hasta que ante el Marino cerró, por fin, la vía de agua.

Mantener la portería a cero era uno de los grandes objetivos del equipo, que registra una cifra todavía elevada de 21 tantos en contra.

Peores dinámicas
Pese a la mala racha defensiva, la actual no era la peor dinámica del equipo granate en los últimos años en cuanto a partidos consecutivos encajando. El pasado curso el PCF acumuló cuatro choques seguidos recibiendo goles (hasta en tres ocasiones). Fue su mejor registro, ya que desde el ascenso a Segunda B nunca había tenido tanta regularidad.

En la campaña 17-18 el equipo llegó a recibir goles en ocho partidos consecutivos. En la 16-17, en nueve (once contando el playoff). Y en la 15-16, en siete.

Comentarios