Opinión

¡Mes milions, mes milions!

¡MES MILLIONS! decía Jordi Pujol, por línea segura desde los teléfonos de la Generalidad. ¡Mes milions! Como Groucho en "Los Hermanos Marx en el Oeste", en aquella famosa frase de "Más madera, es la guerra", que nada tenía que ver, por cierto, con la versión original de la película. ¡Más madera! ¡Más madera! aunque Pujol, un truchimán de libro, cambió los leños por los euros. El problema es que lo pillaron y la UDEF lo ha calado a él y a su familia como un melón.

El informe, demoledor, de la Unidad policial, pone de manifiesto que don Jordi y su distinguida prole llegó a apilar en su colchón, que se sepa, más de 300 millones de euros entre finales de los años setenta y el año 2014. El dossier, según los periódicos, tiene más de 200 páginas y señala que esa porrada de millones la había trincado la familia separatista gracias a que actuaban como un grupo criminal, que cosechaba el dinero de manera sistemática mediante las consabidas comisiones y la utilización de la Administración como instrumento letal y amenazante para complicarle la vida y la hacienda a quien se les pusiera enfrente.

Cómo ha cambiado el cuento. Quién no recuerda aquellos tiempos de lamento y lloro continuo de Pujol por los agravios a Cataluña de los chorizos españoles de "Madrit", mientras arteramente se dedicaba a la divina tarea de la independencia catalana, ante las mismas narices de los pardillos del gobierno central de turno y de muchos periodistas cortesanos y bizcochables. En la capital del reino se le trataba como si fuera una mezcla entre Thomas Jefferson, John Adams, George Washington, Madison y Konrad Adenauer, cuando no paso de ser un simple trilero y un chantajista de la política de boina.

Se llegó a decir por el periodismo papanatas madrileño que Pujol era un político de "enorme talla", cuando no ha sido más que un ciudadano sospechoso que ha contribuido de manera sobresaliente, con su discurso del llanto, a este desaguisado autonómico de insolidaridad, envidia, desunión y pelea continua entre regiones por un trozo de la tarta de los dineros en que se ha convertido esta vieja nación. Hubo, también, un medio de tradición monárquica que llegó a nombrarlo "El español del año", con foto y todo, en su página tercera, alabando de Pujol su actitud de servicio a España, con la bandera española ondeando en el balcón de la Generalidad y presidiendo su despacho. Un hombre, continuaba el rotativo madrileño, que ha contribuido considerablemente a hacer viable la Constitución y la Monarquía democrática que ha restaurado las libertades en España. ¡Tachin; tachan!

¿Un político de talla don Jordi? No. Un político descuidero y manilargo que ha convertido, gracias a su separatismo visionario y racista, la región catalana, otrora prospera y vanguardia cultural de España, en un villorrio con ínfulas. Un político del "España nos roba", que se ha enriquecido ilegalmente, ante el silencio general, con el dinero de todos los españoles, mientras el personal se iba al paro y se apretaba el cinturón por la crisis colosal que sufrimos. Un lunático consentido que ha capitaneado la corrupción en España ante la pasividad política y el acollonamiento judicial. Un trilero, en fin, de "enorme talla", este Jordi Pujol i Soley, presidente que fue del gobierno regional de Cataluña. Y "Español del año". Que manda carallo en la Habana.