SU PADRE perteneció a la Banda Municipal de Santiago y sus dos hermanos también son músicos. "Era sí o sí", reconoce Óscar.
¿Cómo se está desarrollando esta experiencia?
Primero trabajamos durante una semana en Pilas (Sevilla). El primer concierto fue en el Teatro de La Maestranza de Sevilla; seguimos en Almonte, en el Parque de Doñana, y en Badajoz. Estuvimos dos días en Madrid y tocamos en el Auditorio Nacional, con otras cuatro orquestas, la de la Comunidad, la Sinfónica, la de RTVE y la Nacional de España, todas dirigidas por Josep Pons. Tocamos en Cuenca, actuamos en Valladolid y el 27, en Santander.
¿Qué aprendizaje extrae?
Me cambió un poco los esquemas, porque estaba acostumbrado a encuentros de ocho o nueve días con un par de conciertos. Dedicamos nueve a los ensayos y los otros nueve a la gira, con siete conciertos. Los viajes son constantes y está todo muy bien planeado.
¿Qué considera más interesante: proyectarse o formarse?
La Orquesta Joven Nacional de España es una de las mejores, pero en la que aprendemos. Te pones en una situación laboral de tipo profesional. Tocas en sitios distintos; tienes profesores diferentes, muchos de ellos no son españoles, cambian los programas, y siempre tratas de sacar lo máximo.
¿Cómo está resultando su relación con los otros músicos?
Muy buena. Me tocó un compañero de habitación espectacular. En esta orquesta somos cuatro gallegos, una chica de A Coruña; dos chicos, de Silleda y de la zona de Vigo, y yo. Conoces mucha gente, valencianos, catalanes... Gente maravillosa con la misma la afición. Cada uno tiene su manera de ser y compartimos paseos, estudio y algo de fiesta.
¿Qué ocurrió el día que recibió la llamada de la Orquesta Joven Nacional de España?
Estaba en Badajoz, paseando con un compañero, porque toco en al Orquesta de Extremadura. "Hola, buenas tardes, somos de la Orquesta Joven Nacional de España...". Cuando me lo dijeron empecé a gritar de alegría y estaba en un supermercado. La cajera me miró extrañada, y lo primero que hice fue llamar a mis padres.
Si fuese un futbolista, ¿Sería algo así como jugar con la Selección de España sub-21?
Sin duda. Del concierto celebrado en Madrid, la Orquesta Joven Nacional de España recibió las mejores críticas, y los músicos tenemos entre 18 y 25 años.
¿Están bien valorados teniendo en cuenta la fama de los que se dedican a estilos más comerciales?
Yo también escucho, pop, regueton y todas esa cosas. Sucede como en el deporte, hay baloncesto, fútbol... Cada uno es libre de aprender, escuchar o valorar como quiera. Este tipo de música es distinta porque conlleva una mayor elaboración, es espectacular en todos los sentidos, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Tocarla es otro mundo porque antes tienes que analizarla, conocer su historia y saber porqué se compuso. El público valora cómo suena, pero es muy complejo y detrás hay mogollón de horas de trabajo.
¿Cómo se vive desde arriba, porque las sensaciones serán diferentes de un lugar a otro?
En Sevilla estaba lleno y fue maravilloso. En Almonte estuvo genial porque fue al aire libre. En Badajoz había menos público, y lo máximo fue en Madrid. Actuamos ante 2.400 personas, con una pantalla en el exterior porque no pudo entrar todo el público. Vinieron muchos críticos y estaba un poco nervioso.
¿Sonó algún móvil?
En Sevilla, pero le puede pasar a cualquiera y tampoco le damos mucha importancia. Siempre hay ruido de papeles de caramelos o de cosas que caen.
¿Y además de la clásica?
Me gusta el jazz. Toco en una big band de Redondela que dirige José Pérez. Me encanta. También en la Banda de Música de Caldas y en verbenas, con la Banda de Silleda. Es un disfrute total.
