Opinión

Pactos

VIVIMOS TIEMPOS CONVULSOS de pactos y esas cosas raras. Esas cosas de la democracia que pasan delante de tus narices cuando no obtienes la mayoría absoluta y los demás no te quieren en el poder.

Eso tan difícil de comprender y sobre todo de aceptar cuando te pasa a ti y, sobre todo, cuando eres el partido que ha estado gobernando en casi toda España durante la pasada legislatura.

La vicepresidenta del gobierno acusa al PSOE de poner en práctica recursos democráticos para pactar con quienes ellos no quieren que lo haga. Con gentes del radicalismo radical, el izquierdismo más izquierdoso; la fuerza política que se va a cargar, ella solita, la democracia occidental (esto es aportación de Esperanza “Análisis” Aguirre).

Cuando Pedro Sánchez dejó de escalar montañas, descender valles, internarse en cuevas y entrar en Sálvame (actividades de riesgo que buscaban darle un perfil.... un perfil), se puso a pensar en cómo podría radicalizarse. Las pasadas elecciones le ofrecieron un rumbo. Tras consultar las hemerotecas, llegó a la conclusión de que la “S” de las siglas de su partido obedecía al término “socialista” y se consideró legitimado para dialogar con Podemos, la organización satánica que va a quebrar el orden establecido. “Están repartiéndose el poder” acusa gente como Núñez Feijoo, que denosta los pactos que no sean de su agrado mientras le parece chachi piruli el que plantea su partido al Bloque para la Diputación de Pontevedra ¿A ustedes no les cansa que los políticos hagan declaraciones unicamente fundamentadas en presuponer que nuestro cerebro está embotado de tal manera que lo hacen invulnerable a las mismas?

Disponer de una posición hegemónica en el poder tiene sus ventajas y sus inconvenientes, al igual que el hecho de tener que llegar a acuerdos con otras fuerzas para gobernar. Y nadie puede asegurar a priori la superior bondad de una de las opciones: dependerá de las intenciones de los actores involucrados y, basicamente, de la vocación democrática de los mismos.

Por ejemplo, la mayoría absoluta del partido en el gobierno ha determinado un control de los medios públicos para dirigirlos a un modelo comunicativo partidista, como denunciaba la semana pasada Xabi Fortes en infoLibre. Y estamos hablando tanto de la televisión estatal como de Telemadrid, auténtico paradigma de la manipulación.

Un equipo de gobierno con las ideas claras, la ciudadanía en mente y el apoyo puntual de otra u otras fuerzas que se quieran sumar al bien común, no tienen por qué envidiar al tantas veces destructor impulso de apisonadora que puede suponer una mayoría absoluta.

La principales fuerzas políticas están jugando al “quedas” con esto de los acuerdos post electorales. Pero pasa como de críos, cuando al poco de comenzar el juego echabas de menos a uno y era que se había confundido y estaba jugando al escondite.

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