"Parece que vivamos en la franja de Gaza"

Residentes en Estribela (Pontevedra) y Cantodarea (Marín) critican el cierre perimetral que les supone una barrera infranqueable en la convivencia cotidiana e histórica entre ambos barrios y reclaman "flexibilidad"
Vecinos de Cantodarea. GONZALO GARCÍA
photo_camera Vecinos de Cantodarea y Estribela en la fuente-mojón, una familia en la "frontera" y Loli en su peluquería.

La situación es "esperpéntica", calificativo que utilizan los residentes en Estribela (Pontevedra) y Cantodarea (Marín) para referirse a la prohibición de ir de un barrio a otro en base a la resolución por la que la Xunta acordó el pasado viernes impedir el desplazamiento entre Pontevedra y Marín para frenar los contagios por covid-19.

La peor parte del cierre perimetral se la llevan los vecinos de Estribela (los que están al lado de la fuente de Marqués de Valterra que pertenece a Pontevedra) porque no pueden realizar sus compras en los establecimientos situados en Cantodarea, que están a apenas unos metros de distancia. Tan solo cuentan con un pequeño supermercado y una farmacia, por lo que la prohibición de entrar en el término municipal de Marín les obliga a tener que coger el coche o el autobús para desplazarse hasta Pontevedra. Incluso no pueden ir a la Praza de Abastos ni ir a la sucursal bancaria de Cantodarea.

Además, algo tan habitual como sacar el perro a pasear se ve afectada por la limitación del cierre perimetral. Teresa Landín, que reside en Cantodarea, ya no puede ir con su mascota al denominado "relleno" de la Praza Marqués de Valterra (que los vecinos de Marín denominan Praza do Regueiro) porque teme, asegura, que la Policía la pueda multar "por hacer caca el perro en la zona perteneciente a Estribela", término municipal de Pontevedra.

"Hay unos tremendos controles policiales en la mitad de Marqués de Valterra, una barrera artificial que la pandemia sacó a relucir pero que para los residentes nunca había existido", señala la también presidenta de la nueva asociación vecinal "A Fonte" de Cantodarea-Estribela, "dos barrios periféricos que, aunque son históricos, están abandonados y condenados a la marginalidad".

El cierre perimetral también impide que los pequeños que viven en Cantodarea puedan disfrutar del parque infantil que tienen a escasos metros de sus domicilios porque esta zona de recreo pertenece al barrio de Estribela.

Natalia Pazos, que vive en una casa situada en Estribela, a escasos 50 metros de la fuente-frontera, ha tenido que recurrir a su hija (que vive en Marín) para efectuar la compra en el supermercado, el estanco o el quiosco a los que solía ir. Tampoco puede acudir al centro de salud de la villa marinera, donde tiene su médico de cabecera. "Tendría que ir directamente al Hospital Montecelo a colapsar aún más el Servicio de Urgencias o incumplir la normativa dictada por la Xunta y acudir al centro de salud de Marín. Si tuviese covid sería más arriesgado que fuese a Pontevedra, con cuya gente yo no me relaciono, que a Marín, con personas con las que estoy todos los días", señala.

Gon Estribela-Plaza Marques de Valterra. Peluqueria Loli (encima del Froiz) pierde clientes por el cierre perimetral del covid (699465860), lunes, 18 ene · 17:00–17:00El cierre perimetral también está haciendo mella en los negocios de Estribela y Cantodarea, entre ellos el de la peluquería Loles, situada en el término municipal de Marín. "Hay tantos controles policiales que parece que estemos en la franja de Gaza y Cisjordania", señala Loli González Santiago, que regenta este establecimiento aunque vive en Estribela con sus padres.

Loli explica que el pasado viernes sus progenitores, que tienen 80 años de edad, fueron de compras a la Praza de Marín, andando como habitualmente. Aunque sabían que no podían ir por la prohibición de ir de un municipio a otro asumieron el "riesgo" porque su hija tenía que atender el negocio y no podía llevarlos en coche hasta el centro de Pontevedra. De regreso, se encontraron con el control policial en el que los agentes estaban parando los coches. "Mi madre se puso tan nerviosa que incluso por la tarde no quiso venir a a lavarse la cabeza, alegando que no podía ir porque la peluquería estaba fuera del municipio de Pontevedra, aunque solo fuese por 500 metros".

Pero no fue éste el único caso. Varias clientas que habían pedido cita previa para ir a peinarse el sábado por la mañana llamaron para suspenderla, entre ellas dos mujeres de A Carballeira y O Cabo de Praceres, ambos lugares de la parroquia de Lourizán.

"El cierre perimetral está perjudicando muchísimo a mi negocio. Incluso algunas clientas de Pontevedra vinieron a la peluquería el pasado jueves porque al día siguiente estaba anunciada la limitación del desplazamiento entre ambos municipios", subraya Loli. "Hay clientas de Os Praceres que son habituales los sábados y que vienen andando a la peluquería, pero que desde que está prohibido pasar de un término municipal a otro han dejado de venir", señala esta trabajadora, al mismo tiempo que reclama a las autoridades competentes una mayor flexibilidad a la hora de controlar los desplazamientos entre los barrios de Cantodarea y Estribela.

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