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Penalti a puerta vacía

Alcalde de las Españas. Ayuntamiento de Madrid
photo_camera Alcalde de las Españas. AYUNTAMIENTO DE MADRID

HAY VECES que te llegan los artículos escritos, son metáforas como asistencias de Messi, te las ponen botando. En el caso de Martínez Almeida es, además, literal. Con el peculiar alcalde de Madrid me pasa que cada vez que veo un titular por redes sociales me sale ir a comprobarlo, porque suena a fake, a inventado por improbable; me pasa también que cada vez, asombro sobre asombro, resulta ser cierto. Y es que todo es sorprendente con esta improbable mezcla entre hobbit mal medido, con las capacidades políticas de un orco y las actitudes sociales de un troll.

Esta vez el titular era "Almeida le da un balonazo en la cabeza a un niño en la inauguración de un campo de fútbol". Yo se lo cuento en cuatro líneas por ahorrarles el viaje, pero como todo lo relacionado con este señor merece comprobación, y esta vez más porque hay vídeo. El móvil recoge de fondo un atardecer rojo brasa en el cielo de Hortaleza, quién sabe si por regalo de la naturaleza o por el efecto de la luz sobre la capa de mierda que cubre el cielo de la capital. El alcalde había acudido a apuntarse el tanto de inaugurar un campo de fútbol que construyó el equipo de Manuela Carmena, hasta ahí todo normal, tú te lo guisas yo me lo como, cosas de la alternancia.

Crecido como Sito Miñanco en el Juventud Cambados, decidió que aquello bien merecía un gol inaugural. La gente se hizo a los lados, se quitó la americana, puso el balón en el punto de penalti, tomó carrerilla corbata al viento y golpeó el balón como si le fueran diez mil votos en ello. Ni siquiera había portero, le bastaba con que fuera recto y a puerta, pero el balón salió tan desviado que se hubiera marcado fuera de no ser porque golpeó en la cabeza de un niño que estaba mirando junto al palo al lado de la portería y se metió dentro. El vídeo muestra al niño brevemente desorientado por el balonazo mientras al fondo Almeida corretea brazos en alto celebrando el gol como si fuera Iniesta en la final de Sudáfrica. Solo le faltó arrancarse la corbata y la camisa y enseñar a cámara una camiseta con la frase "¡jódete, Carmena!".

En esto es en lo que se nos está quedando Madrid, eso que los Martínez Almeidas y las Ayusos y las Monasteiros y los Espinosas de los Monteros, todos tan cortos de moral como largos de apellidos, nos quieren presentar como la reserva espiritual de la patria, la última trinchera del españolismo de bien, la punta de lanza en la nueva cruzada contra el comunismo, el separatismo, el feminismo y todo cuando ismo nos amenace el futuro, pero sobre todo el pasado.

Desde lejos, desde provincias, Madrid parece cada vez más una villa cateta e iletrada llena de garrulos de barrio de Salamanca, de catedráticos de palillo en la boca, codo en la barra y mano en los huevos, de idealistas de alquileres inflados, de sociólogos de tendido de sol y eructo de anisete, de economistas de palco de fútbol y pelotazo.

Son esta caterva de Almeidas, que en su vida han sido capaces de hacer nada por sí mismos, amamantados con herencias negras y criados con privatizaciones y prebendas, los que vienen a enseñarnos cuál es la manera correcta de sentirnos españoles, cómo y en qué orden debemos amar Galicia, o Lugo, o nuestra aldea de paletos de pueblo. Abanderados de una nación de toque de corneta, colecta del Domund y polvo de tapadillo.

Un pelotazo a un niño convertido en metáfora de Almeida y este como metáfora de un Madrid aspirante a capital de un centralismo casposo y ramplón que quieren hacer pasar por una España que es solo suya y que yo me paso por el forro de mis banderas.

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