Opinión

¿Pero qué esperaban?

ESTÁN EN LOS GOBIERNOS regionales del 'Estado', que dicen en la Telegaita, que fuman en pipa con los acuerdos de la XXI Conferencia de Presidentes, celtibéricos, celebrada en San Millán de la Cogolla. Una reunión muy parecida a aquellas que dirigía el ministro del Interior de los años ochenta, Juan José Rosón, con todos los gobernadores civiles de la provincias, para charlar amigablemente de la seguridad ciudadana y "unificar criterios" en materia administrativa. Reuniones, de las que nos hablaba con su particular sorna el profesor Meilan Gil en sus divertidas clases de Derecho Administrativo, cuando exponía con tono característico sus comentarios sobre el Real Decreto 3117/1980, de 22 de diciembre, regulador del Estatuto de los Gobernadores Civiles, que nos hacía leer, bajo amenaza de pregunta posible aunque no probable de examen. Los presidentes autonómicos están que echan chispas. Y es que el socialista Sánchez se sacó de la manga, para que asistiera a la reunión el vascongado Urkullu, un nuevo privilegio económico para el País Vasco. Regalía, que la señora ministra de Política Territorial y Función Pública del Gobierno de España, ha sido incapaz de explicar y justificar. No hay un duro para la Sanidad, pero si para conseguir fotos de una 'unidad' de opereta que nos cuesta al resto de españoles un huevo y parte del otro. En esta España de las autonomías todo son privilegios, prebendas y regalías para los mismos de siempre, mientras le dan patadas en el culo a los demás. Ya en los pasados Presupuestos que se aprobaron en una cárcel catalana, se había llegado a la conclusión de que aquí en el terruño cada gallego iba a perder 67 euros, mientras que, en cambio, cada catalán, como siempre, iba a ganar 93. Nos habían guindado un 20% de los fondos. Nada nuevo bajo el sol, por lo que no comprendo como a estas alturas aún hay algún mandatario regional que se extraña con estos tradicionales privilegios para catalanes y vascos que ya vienen de la época isabelina y que nuestro paisano el general Franco multiplico por mil llevando para aquellas tierras los dineros de los emigrantes gallegos para construir allí fábricas y autopistas, puertos y aeropuertos. Hace unos años, cayó en paracaídas por Santiago de Compostela un tal Francisco Homs, que era uno de los trileros más significados del separatismo catalán y de la Generalidad. Homs había venido a la capital gallega a insultarnos. Lo hizo en el Hostal de los Reyes Católicos, donde pronuncio una presunta conferencia, ante una audiencia que le escuchaba embobada y fascinada. Vino con la misma matraca de siempre: no le gustaba que los gallegos tuviéramos un tren de alta velocidad. No les agradaba e hicieron todo lo posible e imposible para que se paralizase. Lo pidieron hasta en el Parlamento europeo. Para aquel separatista un AVE a Galicia es tirar el dinero. Un despilfarro intolerable. El señorito catalán vino a reírse de nosotros ante el sorprendente apampanamiento de los oyentes y el incomprensible aplauso general y borreguil. Así que no sé por qué se escandalizan, ahora, los jefes autonómicos celtibéricos con este nuevo privilegio para los de siempre. ¿Qué esperaban? ¿Solidaridad?¡ Que risa, María Luisa!.

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