Pontevedra multiplicó el uso de WhatsApp por ocho con la Covid-19

El 97,5 % de los hogares de la ciudad ya tienen conexión a la fibra óptica, lo que ha permitido mantener con pulso la vida social y económica durante el confinamiento
Rodríguez junto al repartidor que distribuye las líneas telefónicas. D.F.
photo_camera Rodríguez junto al repartidor que distribuye las líneas telefónicas.

LAS ZONAS de sombra tecnológica se han ido reduciendo a la mínima expresión con la expansión de las telecomunicaciones. Las excepciones que se quedan descolgadas de internet o sin cobertura son cada vez menos y eso es precisamente lo que ha permitido mantener con pulso la vida social y económica durante un confinamiento sin precedentes.

La central de operaciones de Telefónica de Pontevedra ha abierto por primera vez sus puertas a un medio de comunicación, Diario de Pontevedra, y según indican sus responsables, la compañía tiene desplegada una infraestructura que permite que el 97,5% de los hogares de la ciudad capitalina (26.952) ya tengan conexión a la fibra óptica y que el 98% de sus habitantes puedan navegar con 4G en sus móviles. Movistar, la marca cabecera del grupo, es el operador mayoritario, pero la logística también es arrendada por otras conocidas firmas de telecomunicaciones.

La tecnología FTTH (Fiber To The Home, en castellano " fibra hasta el hogar"), unida a la cuarta generación de tecnologías de telefonía móvil (4G), es la que explica que las redes de comunicación hayan salido airosas del reto plantado por la Covid-19 que, como se supone, no ha sido "peccata minuta".

El aislamiento abocó a todo el país, incluida la ciudad de Pontevedra, a vivir en un mundo virtual, que de golpe y porrazo pasó a ser el escenario del teletrabajo, clases escolares, compras y encuentros sociales de todo tipo, desde chats en familia a vermús online. Y todo ello sin olvidar la demanda de productos de entretenimiento, que entre las restricciones y los Erte se vio disparada. Nunca estuvimos tan pegados a la pantalla.

En la tercera semana de marzo se alcanzaron "tráficos equivalentes al de la descarga de 100.000 películas cada hora"

TRÁFICO DE DATOS. Las cifras son escandalosas. Según los números que maneja Telefónica, similares en todas las provincias, a raíz del estado de alarma el tráfico de datos en Internet se vio duplicado, el uso de aplicaciones de teletrabajo se multiplicó por cuatro, el de WhatsApp se multiplicó por ocho y el tiempo dedicado a los videojuegos se triplicó "respecto a los picos más altos que habíamos visto en el pasado". "Ha habido semanas, como la tercera de marzo, en las que alcanzamos tráficos equivalentes al de la descarga de 100.000 películas cada hora" y tampoco se detiene ahí la cosa. El tráfico de videollamadas se multiplicó por cinco y hubo aplicaciones concretas, sobre todo las dedicadas a reuniones online, que echaron humo. Webex multiplicó su uso por 25, Zoom por 70, Skype por 100 y Microsoft Teams por 300.

Siempre quedará la duda de qué hubiera ocurrido si la Covid-19 hiciera acto de presencia hace unos años, pero todo apunta a que la red no habría aguantado la embestida, "sería inviable". El jefe de operaciones de Telefónica en Galicia y Asturias, César Rodríguez, explica que la diferencia entre la red convencional y la actual es "abismal". Entre otras cosas, porque el cableado tradicional de cobre aguanta un máximo de 20 megas, mientras que la de fibra soporta en la actualidad hasta 600 y tiene capacidad para seguir aumentando la velocidad. El límite lo impone el aparato receptor.

"La fibra nos ha permitido aguantar el volumen de tráficos con holgura. De hecho, salvo el hecho de que la plantilla dejó la oficina para teletrabajar, es como si no hubiera pasado nada. No hemos tenido ninguna incidencia. Los equipos y las redes aguantaron al 100%, cuando con el cobre estaríamos al límite", indica Rodríguez.

menos averías. Las diferencias entre la antigua red y la nueva también afectan al espacio físico. Cada cable de cobre da servicio a un hogar, mientras que cada cable de fibra, que es del grosor de un cabello, da servicio a 64 puntos distintos. Como consecuencia, la tecnología actual ocupa menos, hasta el punto de que gran parte de la central pontevedresa está en desuso o en proceso de desarme.

Además, la fibra no sufre las pérdidas del cobre, cuya velocidad cae cuanto más se aleja el receptor de la central de emisión, y sufre menos averías que, al mismo tiempo, se solventan mucho más rápido.

Según concreta el jefe de operaciones, con la fibra las incidencias se han visto reducidas en un 80% y pueden ser solucionadas "en un par de horas, cuando con el cobre podían llegar a estar trabajando dos operarios varios días".

"No hubo aplausos por los telefónicos, pero somos clave"

A pesar de que la prestación del servicio fue rodada, la central de Telefónica dispuso en Pontevedra un grupo de técnicos para garantizar el correcto funcionamiento de las comunicaciones en los hospitales, los centros de operaciones de las fuerzas de seguridad y otros dispositivos trascendentales para la asistencia a la Covid-19. Todos estuvieron de guardia y pendientes de que "cualquier incidencia fuera resuelta, ya que eran y son servicios prioritarios". Y muchos "actuaron en primera línea", acudiendo a distintos servicios de salud. "No hubo aplausos por los telefónicos, pero fuimos y somos clave para garantizar la comunicación", destaca el jefe de operaciones de Telefónica en Galicia y Asturias, César Rodríguez.

Este último también destaca la conexión social que han permitido las telecomunicaciones durante la pandemia, incluso las más veteranas. "Hemos unido familias, y hasta el uso del teléfono fijo ha registrado una subida del 100%. Antes era un aparato olvidado en una esquina, pero ahora se ha vuelto a usar", asegura el responsable. La plantilla habitual de la central pontevedresa está integrada por 25 trabajadores especializados en distintos campos, desde asuntos tecnológicos a temas comerciales. A raíz de la pandemia, la mayoría se trasladó a sus domicilios para teletrabajar. Gonzalo Pardo es el coordinador del grupo a nivel provincial.

RENOVACIÓN DE EQUIPOS. La central de Telefónica, ubicada en la calle José Casal, fue construida en los 70 y todavía alberga vestigios que resucitan los recuerdos de las ‘chicas del cable’ (operadoras) o de los teléfonos con cable en los que había que girar una esfera para pulsar cada número. El edificio dispone de cuatro plantas y, en la actualidad, la red convencional de cobre convive con la fibra óptica, aunque conocedora de que tiene los días contados. El grupo quiere hacer coincidir su cien aniversario, que tendrá lugar en 2024, con la expansión de la fibra óptica al 100% de los hogares del país.

Precisamente, el cambio de tecnología ha dado salida al desmantelamiento de los equipos que trabajaban con el anterior sistema, dejando espacios sin uso o en proceso de desarme. «Hace 30 años el edificio estaba lleno de equipos, pero ahora –indica Rodríguez– bastaría media planta» para albergar los armarios en los que se ramifican las conexiones de fibra óptica y los generadores eléctricos para capear hipotéticos cortes de energía. Una de las salas más impactantes visualmente es la que alberga el repartidor de líneas telefónicas, un gigante compuesto por filas de borlas diminutas en las que está identificado cada usuario. Eso sí, al igual que ya ha sucedido con otros equipos, pronto se quedará obsoleto y pasará a formar parte del grupo de reliquias.

CONFIGURACIÓN DE RED. Las líneas de cobre dan servicio en un radio máximo de siete kilómetros y una velocidad máxima de 20 megas, mientras que las de fibra se extienden 15 kilómetros y llegan hasta los 600 megas.

La central de la calle José Casal está conectada a la red provincial, integrada por unas 200 instalaciones cuyo tamaño depende de los puntos de emisión y recepción que asiste. Las más grandes de la provincia están en Vigo. A su vez, las redes de las cuatro provincias gallegas están interconectadas entre sí, al tiempo que la red de Galicia tiene dos conexiones con la meseta. El objetivo es garantizar la máxima cobertura y que, sea cual sea la incidencia, las conexiones se mantengan. La compañía tiene dividido el espacio radioeléctrico en celdas, que se distribuyen entre las distintas centrales y antenas para que nadie se quede ‘offline’.

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