Que no nos quiten la risa

HUMOR EN CUARENTENA ▶"Solo nos quedan 14 días y 500 noches", animaba Rafa Córdoba a sus vecinos cuando se decretó el Estado de Alarma. El profesor y defensor de la risa pasa estos días en su casa, pero aprovecha cualquier ocasión para sacar el megáfono por la ventana
Rafa Córdoba, en su ventana. CEDIDA
photo_camera Rafa Córdoba, en su ventana. CEDIDA

Aplaudir, pero también reír. Rafa Córdoba, fiel a su estilo, se convirtió estos días en el embajador del buen humor en su barrio. La calle Estrada, a su paso por la urbanización de Salgueiriños, es un lugar en el que la cuarentena se lleva mejor gracias a Córdoba y su megáfono. "La risa no deja de ser la vida misma, si nos la sacan, ¿qué nos queda?", explicaba estos días por teléfono desde su confinamiento en el hogar y después de que un vídeo suyo aplaudiendo a los sanitarios y cantando por la ventana circulase por las redes sociales.

"Es la hora, es la hora,/ es la hora de aplaudir,/ a todas las profesiones/ que nos ayudan a vivir", entonaba el profesor de Primaria pontevedrés la noche del domingo. "Y lari, lari, lari, eh", cantaba. "Oh, oh, oh", contestaba el vecindario. Así convirtió Córdoba el aplauso a los trabajadores de la sanidad en una fiesta de barrio. "A mis hijas al principio les daba vergüenza, me decían que no hiciese bromas porque se estaba muriendo gente, pero yo a las ocho menos cinco estaba dispuesto a animar el aplauso desde mi balcón y ya no pudieron callarme", explica, apelando al humor, a la necesidad del ser humano de sobreponerse a las circunstancias con la risa. Porque Rafa, cuando coge el altavoz, se siente "como un obrero que ficha, empieza la jornada y se pone a trabajar ocho horas. Yo cojo el megáfono y me van saliendo las cosas así, sin red", explica.

Y no le sale mal. De hecho, desde los balcones de enfrente, le preguntan cuando va a volver a salir. "Mañana más", le piden. Este éxito en plena crisis del coronavirus le pilla con sus hijas en casa, en una "reagrupación familiar" inesperada al volver ellas al domicilio familiar desde las ciudades en las que se encontraban estudiando. "Al principio no querían dejarme salir con el megáfono y ahora me hacen vídeos para ponerlos en las redes sociales y verlos con sus amigos, hacemos conexiones en directo... me dicen que podría ser youtuber, pero yo no soy de tecnologías, lo mío es el megáfono", cuenta mientras bromea acerca de que el éxito en Facebook hizo que vuelva a ser "readmitido en mi familia".

De hecho, otros vídeos de sus intervenciones estos días han sido compartidos en redes por otros vecinos del barrio de Os Salgueiriños. Este lugar, que hace años eran solo un par de casas baratas y una calle oscura, es ahora una zona completamente urbanizada que Córdoba conoce bien ya que es la zona de Pontevedra en la que nació y vivió desde niño.

El domingo no fue la primera vez que salió al balcón. Nada más saberse que Pedro Sánchez decretaba el Estado de Alarma, Córdoba cogió su megáfono y se asomó a su ventana. "Solo nos quedan 14 días y 500 noches", exclamó recordando la canción de Sabina. Y así pasa los días, esperando un momento para tirar de humor y arrancar sonrisas. Se dice estos días que quienes permanecen en sus casas respetando el confinamiento son reservistas en una batalla contra un virus. "Yo soy reservista del humor, trato de ser un generador de risas", cuenta mientras defiende el humor en cualquier circunstancia. También –y sobre todo– en esta. "Esta es una situación que no deja de ser absurda, y por qué no llevar el absurdo al extremo y reírnos de ella", cuenta el firme defensor de la risa.

LA VIDA EN CONFINAMIENTO

Rafa Córdoba se disfrazó este Carnaval de médico que combate el coronavirus. CEDIDAQue lleve la situación con humor no significa que Rafa Córdoba eche de menos la vida en la calle. "Mis hijas son más de nuevas tecnologías, yo soy de ver a mis amigos, tomarme un vino y tener más contacto con la gente, por eso reconozco que me cuesta mucho quedarme en casa", explica, recordando que este último Carnaval ya bromeó con el coronavirus (o el conavirus, como él mismo lo llama) vistiéndose de doctor con un tanga como mascarilla para plantarle cara a la enfermedad con sentido del humor.

Aun así, asegura que el encierro le está sirviendo para "reconsiderar mi opinión sobre las nuevas tecnologías", explica sobre los vídeos y la comunicación a través de las redes. Sin embargo, no le gusta meterse con las aficiones de las nuevas generaciones. "No quiero ir contra los jóvenes porque son el futuro, solo tenemos que ponerles alguna vacuna para que puedan enfrentarse a ciertas cosas", explica.

Así, compara su malestar por la cuarentena con el que podrían tener sus hijas si le sacasen el móvil o Internet. "Si ellas se quedasen sin Facebook yo sería el youtuber, el cronista que contaría, pero por escrito, lo mal que lo pasan por no tener acceso a las redes", cuenta.

De momento, una de las alegrías del confinamiento para Córdoba es la cita de las tardes, cuando toca salir a aplaudir a todas las personas que trabajan a destajo estos días. "Hoy ya les pregunté a mis hijas a qué hora toca salir", cuenta.

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