"Que se hayan acordado de mi madre es una alegría para toda mi familia"

Los hijos de Josefina Arruti agradecen al Ayuntamiento pontevedrés el reconocimiento a su madre y la puesta en valor de su historia ►"No creíamos que los honores pudiesen llegar tan lejos, pensábamos que con la exposición 'Do gris ao violeta' terminaría todo"
María del Carmen Fernández Arruti en el parque de verano del Liceo Casino
photo_camera María del Carmen Fernández Arruti en el parque de verano del Liceo Casino

María del Carmen Fernández Arruti, hija de Josefina Arruti, recuerda con extraordinaria claridad el día en que su madre salió de la cárcel y el posterior recibimiento en el domicilio familiar de la calle Benito Corbal. Tras los 18 meses que su madre pasó en prisión, hoy, casi ochenta años después la hija de Josefina, aún recapitula los detalles del señalado momento, la trenza que aquel día llevaba su madre o el ruido de sus tacones subiendo las escaleras hasta la que sería su nueva celda debido al arresto domiciliario.

"Mucha gente conoce la historia de mi madre, pero también hay mucha gente que parece que no querer conocerla", sentencia María del Carmen, cuando rememora la historia que ha vuelto para quedarse, porque como dice ella misma "siempre aprendemos más del pasado que del presente". Sus palabras hacia el Gobierno local que propuso el nombramiento del desdoblamiento de la Avenida de Vigo con el nombre de su madre son sinceras y de total gratitud, "el reconocimiento se la debemos al BNG".

María del Carmen Fernández Arruti Hija de Josefina Arruti El ingreso en prisión de mi madre se produjo por varios rumores, ninguno confirmado"

Puntualiza varias cosas sobre la relación entre sus padres Bibiano Fernández Osorio y Tafall y Josefina Arruti Viaño. Tras su separación debido al alzamiento militar del 36, en el que su madre se quedó en Pontevedra -zona nacional- y su padre en Madrid -zona republicana-, no se volvieron a ver en el resto de sus vidas. Ambos hicieron todo lo posible para conseguirlo, pero las dos veces que lo intentaron fue inviable un acercamiento, bien por los latosos trámites burocráticos o por no poder alcanzar un acuerdo entre los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil. "Mi padre tuvo que irse de España, primero vivió en París y luego en Nueva York, intentamos un intercambio con un preso del otro bando para que pudiese regresar, pero no fuimos capaces", relata con pena María del Carmen ante negativa del Gobierno de entonces a conceder un salvoconducto a su progenitor.

Tras el alzamiento Josefina ingresó en prisión al ser vista como una ‘roja’ por determinados sectores de la sociedad pontevedresa con poder, el suficiente como para poder privarla de su libertad. Fueron 18 meses los que Doña Arruti pasó en prisión, espacio temporal que su hija los define como "una tensa espera". Mientras, sus tres hijos hacían vida con su abuela paterna, Emilia Osorio, que recuerdan con gran cariño, con la que solo salían de casa para ir a la misa de San Bartolome.

"El ingreso en prisión se produjo por varios rumores, ninguno de ellos confirmado", señala María del Carmen, entre ellos una acusación popular que apuntaba a que la familia tenía una emisora con la que retransmitían mensajes contrarios al Régimen, totalmente falso puesto que era un laboratorio dónde su tío, que era veterinario, hacia pruebas.

Otra de las habladurías era que se trataba de una de las pocas familias de Pontevedra que tenía teléfono en el hogar, línea de comunicación que levantó muchas sospechas y que rápidamente fue cortada por las autoridades franquistas. Pero la circunstancia que más influyó para el arresto de Josefina fue su matrimonio con Bibiano Fernández Osorio y Tafall, alcalde, presidente de la Deputación y republicano confeso.

Después de la salida de la cárcel de Josefina, hubo dos años de arresto domiciliario que no solo le afectaban a ella, sino también a sus tres hijos: José Ángel, María del Carmen y Manuel. La hija se acuerda cómo eran dos los guardias que controlaban su portal para que ningún miembro de la familia saliese de casa, y de cómo su abuela mantenía siempre discusiones con el par de agentes al ser la única que podía salir del hogar. "Recuerdo durante el arresto a mi madre calcetando, no podía hacer mucho más", cuenta María del Carmen, que relata cómo su madre después de cumplir la pena en su casa no salía ya casi de ésta debido a los comentarios de la sociedad pontevedresa, la mayoría de las habladurías sin motivo ni fundamento: "Solo iba a misa o a casa de sus hermanas a jugar a las cartas o simplemente a charlas con ellas".

Mucha gente conoce la historia de mi madre, pero otros parece que no quieren conocerla"

El no poder estar con su marido la condicionó socialmente, su estado civil no era ninguno a efectos de los demás ciudadanos, quienes apenas se relacionaban con ella y la trataban casi como a una inferior.

Pero Josefina volvió a vivir años después, cuando sus hijos se casaron. "La llevábamos a todos los lugares a los que íbamos, ahí ella empezó a vivir", reseña María del Carmen, que se refiere a aquellos días como los mejores de su madre y los más felices para todos. "Íbamos a San Vicente, a la playa, y ella venía encantada. Sus últimos años fueron muy felices para todos, se lo merecía", remata la única de las hijas del matrimonio con un brillo en sus ojos al traer al presente las que fueron las últimas vivencias de su madre, que falleció en el 2003 con 97 años de edad y con una historia que para muchos ha de ser recordada.

SUS HIJOS POR DELANTE. "Ella tuvo que luchar muchísimo, había llevado una vida acomodada pero luego tuvo que hacer frente a todo", añade su hija, que agradece formidablemente la manera en la que su madre se las apañó para conseguir que sus tres hijos recibiesen una educación universitaria.

Para ello hizo de la casa familiar en Benito Corbal una pequeña posada en la que albergaba a personas con un nivel cultural alto, lo que sirvió también de inspiración para los tres hijos de Josefina. "Eramos buenos estudiantes porque teníamos que serlo", dice la hija de Arruti, quién era plenamente consciente de que solo podrían seguir estudiando si rozaban la excelencia y por ello le concedían becas. "Papá mandaba dinero siempre que podía, pero los intermediarios nunca fueron los indicados, parecía que nos estaban dando limosna", explica María del Carmen, quién ahora es catedrática de Historia.

Otro de los hijos de Josefina, José Ángel Fernández Arruti, que también es catedrático, él en Derecho, se refiere a su madre siempre con la palabra ‘santa’ por delante. Su vida, como la de su madre, también ha estado muy relacionada con la ciudad de Pontevedra. El hijo de Bibiano y Josefina fue presidente del Liceo Casino pontevedrés entre 1985 y 2006, por ello su labor hacia la ciudad del Lérez siempre ha estado en activo y reconoce que tanto él como su madre han guardado un gran amor por esta ciudad.

Con la confirmación de que el desdoblamiento de la Avenida de Vigo llevará por nombre Josefina Arruti se vuelve a poner en valor una de las grandes personalidades femeninas de la represión franquista en Pontevedra. En esta línea quiere seguir trabajando el Gobierno local, en el de que el callejero pontevedrés crezca sin olvidar las historias que se fraguaron en sus vías. Los concejales Carmen Fouces y Luis Bará, que presentaron la moción para dar nombre al mencionado desdoblamiento, afirmaron que se trataba de un "homenaxe máis que merecido".

La mujer que abrió el panteón familiar para que se enterraran en él numerosos represaliados durante la Guerra Civil y los años de la dictadura franquista vuelve, porque las viejas historias no deben morir y deben marcar el camino para que, como dice su hija, "estas memorias nos siga enseñando cómo es la vida".

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