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Rajoy, contra la Cámara que lo crió

ALLÁ POR 2011 Mariano Rajoy Brey reapareció en la vida cotidiana del Parlamento gallego, la institución que vio nacer su carrera política en 1981, cuando el hoy presidente del Gobierno contaba con solo 26 años. Su juvenil imagen de entonces estaba en uno de los pasillos de la planta baja, a través de un retrato de tamaño natural, en el marco de una exposición sobre los primeros ocho años de la Cámara autonómica. Era todo un homenaje a su jefe de filas tributado por la en aquel momento presidenta del Parlamento, la muy marianista Pilar Rojo.

Algunos diputados bromeaban con que Rajoy los vigilaba para que no conspirasen, aunque en realidad poco daba de sí la depreciada vida de un Parlamento que ni siquiera elevó el tono cuando, tras el fraguismo, fugazmente no hubo mayoría absoluta.

Ahora la sombra de Rajoy se proyecta sobre la casona de la Rúa do Hórreo, allí donde en realidad solo estuvo de visita o a través de esa versión fotográfica sobre metacrilato, porque sus tiempos de diputado, primero, y de vicepresidente de la Xunta, después, los consumió en las anteriores sedes, en los palacios de Xelmírez y Fonseca.


Ha dado igual, porque al Gobierno no le importa lo que argumente el Parlamento gallego


Se trata de una sombra alargada, que lo que devalúa es la propia autonomía, ya que el veto de su Gobierno a que ni siquiera se pueda discutir en el Congreso la transferencia a Galicia de la AP-9 hace estéril una proposición de ley tan singular que había sido elaborada por los servicios jurídicos de la Cámara y estaba firmada por los 75 diputados, de Feijóo a Pedro Puy, Luís Villares, Leiceaga y Ana Pontón, pasando por el PP más duro de Paula Prado, el baltarismo de Santalices, el Movemento Galego ao Socialismo de Noa Presas, la UPG ortodoxa de Montse Pardo, los tres sectores de Podemos y todas las almas tribales del PSdeG.

Esa inaudita unanimidad desde el mismo inicio del procedimiento parlamentario no ha servido para nada, como también ha resultado inútil la adaptación de la proposición de ley original, surgida de una propuesta del BNG, que se aprobó en marzo de 2016. Entonces el Parlamento gallego abrió el procedimiento para que, mediante una ley orgánica, el Congreso aprobase la transferencia de la AP-9 a la Xunta, como respuesta a la escandalosamente abusiva e incontrolada gestión de la empresa concesionaria, que ha convertido en una especie en extinción el muñeco cabezón, el de la señal que indica que en algunas cabinas de peaje aún hay vida humana. Tras un primer veto del Gobierno que impidió el debate en el Congreso, el Parlamento pulió el texto para vacunarse frente a los reparos de Madrid ante un hipotético rescate de la AP-9 que supusiese un coste para el Estado.

Ha dado igual, porque al Gobierno no le importa lo que argumente el Parlamento gallego, ya que sus razones son solo una coartada de un cálculo aritmético, pues su veto le permite que la cuestión sea ventilada en la Mesa del Congreso. En ella, bajo la presidencia de la diputada pontevedresa Ana Pastor, PP y C’s tienen la mayoría. En cambio, si la transferencia se debatiese en el pleno resultaba probable que se aprobase, como ya se vio en la comisión de Fomento, gracias al apoyo de Podemos y sus confluencias, el PSOE y los nacionalistas. Así, la transferencia queda bloqueada ante el neocentralismo del Gobierno, a no ser que el Constitucional acabe por desautorizar este abusivo uso del veto gubernamental.

A rebufo del BNG, el PPdeG se vio arrastrado a pedir una problemática transferencia que no le entusiasma, aunque haya los que crean que la AP-9 está tan mal gestionada que existe campo para la mejora. Sin embargo, el ministro De la Serna mandó parar. A este paso Rajoy va a acabar convirtiéndose en el jefe de la oposición a Feijóo.

Y VALENTÍN DE AS PONTES COGIÓ EL CAMIÓN DE CARBÓN. Valentín González Formoso aparecía como el presidente de Diputación que mejor se entendía con Feijóo, frente a los Baltar II, Silva y el show de Lugo.

Pero el jueves el también alcalde de As Pontes y posible futuro líder del PSdeG si no logra escaquearse, se plantó en San Caetano con una flota de camiones por el cierre de un colegio. Fue el grito de la exvilla minera ante su declive.

LAS MIL Y UNA CONSPIRACIONES DE PODEMOS Y EN MAREA
En sus poco más de dos años y medio de existencia Podemos Galicia no ha parado de ser una conflictiva caldera en ebullición, que se aviva de nuevo con la lucha de su actual líder Carmen Santos por sobrevivir en el puesto, pese a haberse quedado en minoría internamente hace un año y existir un plan para tratar de sustituirla, todo apunta que encabezado por el exsenador José García Buitrón, afín a los amigos gallegos de Pablo Iglesias, los diputados de En Marea en Madrid Yolanda Díaz y Tone Gómez-Reino.

Buitrón puede no ser el único aspirante al puesto de Santos, aunque en realidad poco importa la identidad del líder, debido a la irrelevancia de este puesto ante la omnipotencia del jefe de Vallecas y sus allegados y la propia aportación que han hecho los que lo han ocupado, Breogán Riobóo, el títere que se creyó líder, y Carmen Santos, la diputada que, por no reconocer que se había comido una coma en un tuit, acabó por acusar a los «señores» del PP de Galicia de asesinar a las mujeres.

El ritmo en la sucesión de las guerras internas empieza a superar a los de cualquier partido convencional, con la innovación de tratarse de luchas que se libran en las redes sociales, en las que también existe otra llamativa novedad, la que suponen las intervenciones de Tone Gómez en los grupos internos en sintonía con las tesis de la dirección central y utilizando la norma del gallego reintegrado. Se trata de algo casi tan chocante como lo sería encontrarse una pintada en la calle que dijese «Espanha uma e nom cinquenta e uma».

Ayer se vivió un nuevo episodio en el historial de batallas de Podemos de Galicia, con la celebración de un Consello Cidadá autonómico, el máximo órgano entre asambleas, en el que no participaron la casi totalidad de los críticos, en protesta por la exclusión de la convocatoria de Celtia Traviesas, miembro de este órgano, que ha sido suspendida de militancia por la dirección gallega durante seis meses e inhabilitada durante un año para ocupar cargos internos. Los críticos aducen que según los estatutos de Podemos esa sanción no se puede aplicar hasta que no se resuelva el recurso que presentó en Madrid Traviesas, que fue la más votada en las últimas elecciones al Consello Cidadá. El motivo del castigo es que, temerariamente, envió desde su correo una nota de prensa informando de una reunión que había convocado la mayoría disidente y que Santos no reconoce como válida.

La sanción resulta clave, pues la ruptura del año pasado de Traviesas con Santos dejó a ésta en minoría en el Consello, de manera que al purgarla empata a votos con los críticos.

En Podemos de Galicia hay ahora mismo por lo menos tres frentes de conspiración, el de Santos por resistir, el de Buitrón y sus aliados por el relevo y el del apoyo al líder de En Marea, Luís Villares, con el diputado Pancho Casal a la cabeza. Todo esto se cruza con los movimientos para la asamblea de En Marea de dentro de quince días, con los miembros del sector nacionalista de Villares tratando de mantener el liderazgo, mientras enfrente la parte oficial de Anova, un sector de Podemos y la Marea Atlántica planean darle un correctivo, más o menos definitivo, y con los amigos gallegos de Iglesias maniobrando por en medio.

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