"La recompensa es aprender y ver la aplicación en la práctica"

Un vilaboés logró la mejor nota de los 74 egresados reconocidos por la Xunta en los Premios Extraordinarios Fin de Carreira
Samuel Fernández. DP
photo_camera Samuel Fernández. DP

Samuel Fernández fue Premio Extraordinario de Fin de Carrera. No recuerda con exactitud la nota, que rondará el 9,75 de media, con la que se graduó en Enxeñería de Tecnoloxías de Telecomunicación por la Universidade de Vigo en 2019 y que ahora es la más alta de los 74 egresados de las tres universidades gallegas reconocidos con los premios Fin de Carreira que otorga la Xunta. Natural de San Adrián de Cobres (Vilaboa) y exalumno del IES Torrente Ballester de Pontevedra, ahora investiga en el grupo de Procesado de Sinal en Comunicacións da Escola de Enxeñaría de Telecomunicacións (AtlanTTIC).

¿Eligió Tecnoloxías de Telecomunicación por vocación?

En Bachillerato me gustaban más las ciencias puras, pero viéndolo a la larga es cierto que el mundo estaba evolucionando hacia las tecnologías de la información y quizás me gustaría más hacer cosas más aplicadas.

¿Cumplió sus expectativas?

Sí, sobre todo en los últimos cursos, cuando se pueden elegir optativas y el proyecto, con la libertad de moldearlo como quieres. Tengo muy buenos recuerdos, no me arrepiento para nada.

¿Cuál es el secreto para lograr unas calificaciones tan altas?

No hay ningún secreto. Me gustaba mucho lo que hacía y soy muy disciplinado para estudiar. El esfuerzo vale la pena. Y en esta carrera, la recompensa a corto plazo de aprender y saber hacer, ver la aplicación práctica de lo que estudias.

En 2019, con la graduación bajo el brazo, ¿qué camino elige?

Cuando acabé la carrera me concedieron una beca de la Fundación Barrié y me fui a estudiar procesado de señal y comunicaciones, que consiste en localizar objetos en imágenes, bastante en auge por las redes sociales, sacar información en imágenes, las comunicaciones en 5G, 4G, wifi... Estuve en Londres. El máster duraba doce meses, de septiembre de 2019 a septiembre de 2020.

Casi cualquiera puede manipular imágenes y con nuestra investigación ayudamos a desenmascar los ‘deepfake’

¿No pensó en quedarse allí?

En marzo, cuando pasó lo del coronavirus, volví y pude acabar el máster desde aquí a través del apartado virtual. Cuando lo terminé mi idea era hacer un doctorado, porque me gusta la investigación, pero una de las cosas importantes de un doctorado es ir a las conferencias, hablar con la gente... Y eso, a día de hoy, no se puede hacer. Tener una experiencia a medias no me parecía la mejor opción, así que esperaré a ver como se desarrollan las cosas. Ahora mismo estoy trabajando en la Universidad, en un grupo integrado en AtlanTTIC, el centro de investigación para las tecnologías de la comunicación de la UVigo. El grupo es Procesado de Señal en Comunicaciones.

¿Qué investigan en este grupo?

Cuando alguien toma una fotografía, cada cámara o teléfono móvil introduce un patrón invisible en todas las imágenes. Si se extrae se puede saber si se ha modificado una imagen, como los deepfake [técnica de inteligencia artificial que permite editar vídeos falsos de personas que aparentemente son reales], si una imagen se ha tomado con una cámara en particular, algo muy interesante en investigaciones policiales.

¿Estas herramientas son cada vez más necesarias?

En el mundo de las tecnologías de la información como todo el mundo tiene acceso a un teléfono y a unos conocimientos moderadamente avanzados de edición de imagen y vídeo, casi cualquiera puede manipular imágenes y con estas tecnologías ayudamos a desenmascararlos. Cada vez son más realistas y más populares. Es un tema que me entusiasma.

¿Cuántos son el grupo?

Somos unas 15 personas, pero solo seis o siete nos dedicamos a este apartado concreto. De hecho hay una spin-off surgida del grupo, AidFork, cuyo objetivo es desarrollar herramientas forenses automáticas que permitan analizar contenidos multimedia para verificar su integridad y autenticidad.

¿Cuáles son sus planes de futuro?

El doctorado, en un futuro próximo, y hacerlo en el extranjero. El proceso de cambio, salir de la zona de confort, adaptarte a un sitio nuevo, te hace crecer mucho como persona. Por eso tampoco me planteo volver a la misma universidad e incluso a otro país.

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