El recuerdo de Diana mira hacia delante

El segundo aniversario de la desaparición de l joven llega ya con un acusado por su muerte y a la espera de que se juzguen los hechos

Los padres de Diana Quer se despiden de su hija.RODRIGO JIMÉNEZ (Efe)
photo_camera Los padres de Diana Quer se despiden de su hija.RODRIGO JIMÉNEZ (Efe)

A punto de que, en la madrugada de este miércoles, se cumplan dos años del suceso, la desaparición de Diana Quer ya tiene un rostro conocido. Es la diferencia sustancial que se ha producido en el transcurso de los últimos doce meses. Hace un año, solo los responsables de la investigación creían factible haber despejado la sombra de unos hechos que en cambio, bajo la luz pública, parecían sumergirse en la oscuridad más profunda. En estos días, A Pobra do Caramiñal
celebra las fiestas de la Virxe do Carme dos Pincheiros con el alivio de que el depredador que acechaba en la zona esté encerrado a buen recaudo en A Lama. El caso de la desaparición de Diana Quer, pues, ya no se conjuga en tiempo pasado, sino en futuro: solo queda la consumación del juicio contra José Enrique Abuín Gey ‘El Chicle’ para que las heridas cicatricen, al menos dentro de lo posible.

A la altura de la popularidad de un suceso que tuvo en vilo a un país, todo lo ocurrido ya ha sido objeto de análisis por peritos televisivos y docudramas en ‘prime time’. El asunto es que, desde finales del año pasado, la detención de El Chicle marcó una segunda efeméride en este relato. El 29 de diciembre, casi 500 días después de la desaparición de la joven madrileña, y recorridas ya cientos de especulaciones sobre un incidente sumido en el misterio, la sorpresa del arresto de un sospechoso del secuestro de Diana saltó como un repentino fogonazo que ha ido iluminando el tenebroso crimen.

Tanto la crónica de la investigación como las declaraciones del sospechoso sugieren que El Chicle está lejos de dar la talla como villano de entidad

Los acontecimientos se habían precipitado desde la noche de Navidad, cuando Abuín Gey —un viejo conocido de la ley por su historial en el narcotráfico, el hurto de combustible y los asaltos sexuales— trató de repetir en Boiro un modus operandi demasiado familiar: abordar a una joven en
un paraje solitario y raptarla a la fuerza en un coche, esta vez sin éxito. La filtración de la denuncia pondría en jaque un operativo que llevaba meses apuntado en dirección a El Chicle, que tuvo que
ser detenido antes de que el puzzle estuviera completo. Con todo, acorralado por las pruebas y abandonado por los familiares que le proveían de coartada —entre ellos su esposa, Rosario, luego tachada de encubridora por el instructor—, el propio Abuín Gey entregaría la pieza principal el 31 de diciembre, cuando condujo a los agentes a la nave abandonada de Asados donde había escondido el cuerpo de Diana, sumergido en un pozo.

Quienes el 15 de junio presenciaron la reconstrucción de los hechos afirman que El Chicle parecía sentirse la estrella de una película, todo gesticulación y escenificación exagerada, llevando a su antojo a los participantes en la prueba y a la cohorte de periodistas y curiosos que los seguían. Pero la realidad marida mal con el cine. Tanto la crónica de la investigación como las declaraciones del sospechoso sugieren que El Chicle está lejos de dar la talla como villano de entidad. Los bandazos en sus explicaciones y excusas, que varían desde negar la mayor hasta una estrangulación accidental, han ido chocando contra un relato policial que recalca además que fue él mismo quien se anudó la soga al cuello delatándose con un comportamiento grotesco en el que llegó a preguntar a un guardia civil si lo investigaban y a aportar testimonios y pruebas flagrantemente falaces. Son las mismas razones que le hicieron perder a su primer abogado; semejantes a las que también han llevado a que sus padres renieguen de él y a que su mujer le haya pedido el divorcio mientras la hija de la pareja, apenas adolescente, lo visita entre rejas.

Aun con su dolor, los padres de Diana pueden gestionar ya su luto gracias a unas certezas que
tal vez ayuden a cerrar el desgarro sufrido. Pero, tras estos dos años, la lista de víctimas de El Chicle ya va más allá de Diana Quer.