Opinión

Reguetón playero

Los dueños de los chiringuitos de playa consiguen un descuento en las tasas municipales si ponen reguetón por megafonía. Todo el tiempo. O es eso, o mejor empezarse a volverse loco, para lo cual basta con permanecer el tiempo suficiente en un chiringuito de playa.

Sí, lo han adivinado: hoy toca meternos con el reguetón. A los chiringuitos de playa solo puede uno idolatrarlos. De hecho, aquellos que desprecian el descuento municipal, tienen por lo general un ambiente musical de lo más envidiable.

El reguetón es un género que nació en Puerto Rico, procedente del reggae y el dancehall, aunque se considera al panameño Michael Ellis como su creador. No sé si es ahora, o mejor más abajo, donde debería opinar sobre el reguetón haciendo referencia de paso al aparato excretor. No soy un experto en reguetón y puede que exista alguna corriente reguetoniana digna de admiración, sin embargo la música de reguetón que mis oídos han padecido no pide otra cosa que venganza. El ritmo repetitivo, que comienza como tal y degenera en turra inmisericorde, las letras... ¡ah las letras! Eso no son letras, son garabatos.

Sin duda llama la atención el crecimiento de este ¿estilo? musical en tiempos del Metoo y el despegue del feminismo. ¿Cómo pueden estar tan de moda dos planteamientos tan distante e incluso antagónicos? Examinemos algunas perlas de reguetón:

En la canción Dura un sujeto que responde al nombre de Daddy Yankee, no solo se deja los sesos pensando el título sino que escoge ese calificativo para dirigirse a una mujer. "Tas dura", dice, empleando un término que vale igual para una tableta de turrón. Y lo repite 66 veces, para que no queden dudas. Otro ser denominado Bebe (que es lo que uno acaba haciendo al oir sus canciones, para olvidarlas) suelta "Y yo siempre la estoy esperando con mi pistola". Donde, evidentemente, no se refiere a un arma de fuego, sino a lo que ustedes están pensado. Y dice también: "Siempre hacemo' la 69... / Y yo te rompo to' en secreto...". Yes, han leído bien. Esta gente no hace el amor sino la guerra. Y luego la traca final: "y chingamos y siempre nos venimos a la vez". Sutilezas, las justas. Al menos hay algún que otro trovador que disimula algo, lo que puede: "Ella sabe como soy, si me llama, yo le doy". Lo bueno de la libertad de expresión es que la peña se termina retratando y dando boqueadas, como los peces, que mueren por la boca: "Si sigues en esta actitud voy a violarte,/ hey que comienzo contigo / y te acuso de violar la ley / así que no te pongas alsadita / yo sé que a ti te gusta / porque estás sudadita" (Jiggy Drama Contra la pared). Uno pensaba que estas letras se podían deponer, defecar, escupir, vomitar, expeler, pero ¿cantar?.

Después tenemos a Trebol Clan un émulo del Dante, que se arranca con esta escena dantesca en Agárrala: "Agárrala, pégala, azótala, pégala / Sácala a bailar que va a por toas / Pégala, azótala, agárrala que ella va a toas / Agárrala, pégala, azótala". Miña nai querida.

Este tipo de bazofia se expone a todo tipo de oídos porque este tipo de música también se expone, con gran éxito, a todo tipo de oídos. O sea, que tenemos a menores escuchando apología de la violencia contra la mujer en un universo poblado de varones sexualmente insaciables para los que la mujer es un objeto de placer.

Chicas, sexo, dinero, son tres pilares líricos de una forma musical que permanece fiel a sus orígenes callejeros. El estilo vocal recitativo y un ritmo electrónico sincopado conforman un producto facilmente digerible ante el que el mundo entero ha terminado claudicando. Los artistas de reguetón se codean con grandes estrellas del pop, que no se resisten a hacer duetos o a copiar sus ritmos. La refulgente y nueva estrella del pop nacional, Rosalía, no se resistió a sacar este verano un tema junto a J Balvin, uno de los popes reguetoneros. El artefacto, Con altura, exhibía una de las letras más penosas y pueriles que haya grabado nunca la excepcional artista barcelonesa.

Además, el reguetón ha sido acogido en festivales moderniquis como Coachella o Primavera Sound. Y, diría que ya se ha comentado, causa furor en los chiringuitos de playa.

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