L A VERDAD es que el ser humano es muy raro. Somos rarillos por muchas y variadas razones. Y bien diferentes unos de otros. Eso sí, todos sufrimos alguna vez de insomnio durante la noche, y sabemos lo desagradable que es permanecer en vela. Para corregir la vigilia existen muchas y variadas recetas, desde contar ovejitas hasta encender la tele o la radio, cuyo susurro amodorra. Pero, por lo que dicen, nada tan eficaz para dormirse como un secador de pelo a todo meter, y por eso son cada día más los secadictos. Los hay que en dos o tres minutos se quedan fritos. Una revista médica sobre pediatría editada en el Reino Unido experimentó con dos grupos de veinte bebés y en cinco minutos, el ochenta por ciento, se entregaron a Morfeo. Una pediatra madrileña explica que tal zumbido tiene un efecto tranquilizador porque «es monótomo , no sobresale y te aísla del resto de los ruidos ambientales (vecinos molestos u otros); no tiene altibajos y al final, relaja y facilita el sueño». Otros afirman que el ruido del secador se parece al de los líquidos que fluyen en el útero de la madre, y de ahí sus efectos para alcanzar el reparador sosiego. Probemos.
