El sector turístico calcula una caída de ingresos que superará los 1.200 millones en la provincia

Los hoteles dudan de que cierren el mes de agosto por encima del 60% de ocupación, frente al 90% alcanzado en el año 2019
 
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photo_camera Una inusual baja ocupación en las playas de Marín, sábado, pese a ser el primer día de agosto. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

El impacto de la pandemia en el turismo de la provincia de Pontevedra está por medir, pero los empresarios del sector calculan un desplome en los ingresos que superará a final de año los 1.200 millones de euros. El principal foco de esta caída radica en el verano más atípico de los últimos cien años, sin algunos de los eventos que más visitas arrastraban, como la romería Vikinga de Catoira, la fiesta del vino de Cambados, la procesión del Cristo en Vigo, el Marisquiño vigués, el PortAmérica de Caldas, o las diferentes rapas das bestas celebradas en las comarcas de Pontevedra o Baixo Miño, además de un sinfín de fiestas y romerías populares y religiosas que se han anulado o restringido notablemente en sus celebraciones públicas.

Habrá menos visitantes, pernoctarán menos tiempo y, además, su gasto medio será sensiblemente menor. "No hay turistas extranjeros, salvo los portugueses, y los visitantes de proximidad destinan menos presupuesto a las compras, las salidas nocturnas y a la gastronomía", apuntan los empresarios.

Esos más de 1.200 millones de euros que dejarán de ingresar suponen casi la mitad de los ingresos habituales del sector en la provincia -2019 se cerró con un balance de 2.530 millones-. Si el turismo era hasta este año un 11% del PIB provincial, en 2020 el peso se rebajará aproximadamente un 50%, aunque desde la CEP apuntan que la caída prevista en el Producto Interior Bruto provincial (próxima al 10% en las previsiones más optimistas) corregirá en parte este desfase.

Los establecimientos de hostelería de la comarca trabajan con un 40% de sus plantillas habituales en el mes de agosto

Pontevedra ofrece cerca de 75.000 plazas de alojamiento, de las cuales algo más de 26.000 están en hoteles y otras tantas en pisos y casas turísticas. El resto se reparte entre el turismo rural, los campings y los albergues.

En 2019, el número de turistas registrados en la provincia fue de 1,7 millones, lo que equivale a tener todas las plazas de alojamiento en una media de ocupación próxima al 16% los 365 días del año. La realidad es que la mayoría de visitas se concentra en verano, donde hoteles y pisos turísticos superaron el 90% de ocupación en 2019. Este año las previsiones no superan el 50%. Ligeramente por debajo de este porcentaje se cerró el mes de julio. Y en agosto las cifras más optimistas hablan de un 60%.

Pero es que, además, los turistas son generadores netos de empleo. El pasado ejercicio el verano creó en Galicia más de 90.000 puestos de trabajo relacionados con este sector. Fundamentalmente en las ramas de hostelería y comercio. Esos niveles serán este año sensiblemente inferiores. Tanto, que los empresarios estiman en menos de 35.000 los empleos generados en la comunidad. La razón es que muchos establecimientos han cerrado y otros se mantienen operativos desde el pasado julio pero con un 50% o un 40% de su plantilla habitual. El motivo de que estas contrataciones sean ahora mismo imposibles son las medidas anticovid ordenadas por los gobiernos central y autonómico, que imponen menos aforos, más distancias y prohíben expresamente las aglomeraciones o concentraciones excesivas.

La Confederación de Empresarios calcula además que uno de cada cinco establecimientos de hostelería se planteará la posibilidad de un cierre definitivo al término de la campaña de verano si las medidas de restricción se mantienen como hasta ahora. "Sencillamente, los números no dan, ni es posible resistir por mas tiempo", señala un portavoz.

Arrancó agosto con una operación salida tranquila
La ausencia de incidentes, salvo atascos puntuales a las entradas y salidas de los grandes puntos turísticos, fue sábado la tónica dominante en un primero de agosto realmente atípico. En los últimos años se registraron colas en las carreteras de acceso a la comunidad y a las grandes ciudades. Sábado fue un día "prácticamente normal" según fuentes de la DGT, con las aglomeraciones propias de un fin de semana normal en verano, aunque con mayor intensidad media de tráfico que en los últimos días. Aún así, la Guardia Civil extremó la vigilancia y los controles de velocidad con el uso de patrullas a pie, helicópteros y los habituales radares móviles y fijos. Para domingo es espera también una jornada de "normalidad".

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