"Sería muy fuerte que Pontevedra perdiese los 60 millones y el arraigo que genera el Ejército"

 El nuevo responsable de Defensa en la provincia, Miguel Constantino Cortés Calvo, repasa la ingente labor que se realiza desde el edificio de Las Palmeras: desde el reclutamiento de los futuros militares hasta la gestión de las propiedades castrenses, pasando por los pagos
Imagen de Miguel Cortés. DAVID FREIRE
photo_camera Imagen de Miguel Cortés. DAVID FREIRE

Es hijo de militar pero el matrimonio de Miguel Cortés (Madrid, 1966) con el Ejército no fue solo por tradición, sino también por vocación. "De pequeñín me quedó grabado el lema del Instituto Politécnico donde íbamos a ver a mi padre: Servir para servir. Y eso lo interioricé de tal forma que en BUP ya tuve claro que era lo que quería hacer en mi vida". Ingresó en la Academia General en 1984 y salió de teniente de Artillería en 1989, siendo Pontevedra su primer destino.

¿Cómo recuerda su llegada a aquella ciudad de hace 31 años?
El cambio fundamental era poder ir de uniforme (para nosotros es un orgullo lucirlo) por la calle de forma totalmente natural y desplazarme caminando de mi casa al trabajo. De hecho, el choque más grande cuando volví a Madrid fue que tenía que ir de paisano al trabajo y que tardaba tres cuartos de hora a la ida, y otro tanto a la vuelta, en coche por la M-30. Ahí me dije que no debí hacer buen negocio con el cambio (sonríe).

Acaba de darle el relevo a Ángel de Miguel como subdelegado de Defensa en la provincia. ¿Cuál es la función de su cargo?
Fundamentalmente, son tres: la primera, difundir la cultura de Defensa, dando a conocer a la sociedad la labor de las Fuerzas Armadas y su relación con los compromisos internacionales que adquiere España. La segunda, el reclutamiento de recursos humanos; y la tercera, la gestión del patrimonio del Ministerio. Todo ello combinado con unos compromisos de calidad, porque no dejamos de ser servidores públicos y debemos tener una proximidad al administrado y una transparencia en la gestión de los recursos, que siempre son escasos.

Hace 30 años, aquí iba andando al trabajo y cuando volví a Madrid me metía hora y media en coche por la M-30

Los grandes referentes del Ejército en nuestro entorno son la Brilat y la Escuela Naval. ¿Se podría decir que ellos son la parte operativa y la Subdelegación la parte gestora?
La razón de ser de estos organismos es la gestión administrativa, liberando de esta carga de trabajo a las unidades operativas. Por ejemplo, antes de existir la Subdelegación, el reclutamiento se hacía a través del CIR número 13, en Figueirido. Pero es innegable que tanto la Brigada como la Escuela son parte intrínseca de la ciudad y su comarca.

De vez en cuando se escuchan voces (tímidas, eso sí) reclamando la erradicación del Ejército del entorno de Pontevedra. ¿Cuál cree que sería el impacto de esa marcha?
Solo en nóminas, Defensa genera en la provincia unos 50 millones de euros. Si añadimos dietas, desplazamientos, misiones y las partidas de mantenimiento, inversiones, servicios, etc., hablamos de cerca de 60 millones de euros. También hay que tener en cuenta el arraigo social, porque estoy seguro de que en Pontevedra no hay nadie que no conozca a alguien relacionado con alguna unidad militar. Por tanto, todas las opiniones son respetables, pero arrancar todo eso me parecería bastante fuerte, para la ciudad y para su área de influencia.

¿Qué volumen de personal gestiona la Subdelegación?
La estructura del Ministerio de Defensa en Pontevedra está compuesta por 3.099 personas, entre personal militar y civil. Si sumamos retirados, viudas, reservistas, excedencias y pendientes de destino, la cifra se eleva a las 4.500.

La crisis provocada por el coronavirus ha disparado el número de aspirantes a convertirse en militares profesionales»

Una de las parcelas más activas de su nuevo destino es el reclutamiento. ¿Se confirma la tendencia de que cada vez son más los jóvenes que ven al Ejército como una salida profesional?
Totalmente. Y durante el coronavirus mucho más; en general, durante cualquier época de crisis económica. Ya ocurrió en 2007. Porque esto es una salida profesional en la que sales formado y mientras estás sirviendo tienes un sustento, tanto para el militar como para sus familias. Pero también hay que tener en cuenta que esto es muy exigente y no vale para todo el mundo.

Su trayectoria militar ha estado muy vinculada a la cartografía, de la que es consumado un experto. ¿Por qué?
Mi padre es topógrafo y siempre iba con él, de ayudante. Ahí me entró el gusanillo. Me puedo pasar horas viendo un portulano o cualquier cartografía antigua, porque me parece fascinante que hicieran aquello hace 500 años con la precisión que tienen. De ahí que gran parte de mis especialidades estén relacionadas con la geografía, al igual que algunos destinos durante las misiones internacionales. 
 

Sensaciones. "Pontevedra enamora a cualquier militar que la descubre, pero le fallan las comunicaciones"
 

Después de pasar en Madrid la práctica totalidad de su carrera, Miguel Cortés regresó en 2018 a Pontevedra para dirigir la Unidad de Servicios de la Brilat. "La verdad es que tuve una suerte de la leche", reconoce, en confianza, para refrendar su devoción por la ciudad que le descubrió como militar profesional.

¿Qué cambios ha notado en Pontevedra tras estas tres décadas?
En la actitud, ninguna. Vienes a Pontevedra y te sientes acogido en todo momento. El mayor cambio quizás sea que ahora es más accesible, porque hace 30 años yo iba con el coche por delante de La Peregrina. Ahora es una ciudad orientada hacia el peatón y realmente se disfruta.

¿Diría usted que Pontevedra es un destino molón para un militar?
El único problema de Pontevedra es que está lejos y no está bien comunicada con el resto de España. Porque cuando un militar viene aquí por primera vez, se acaba enamorando. Conozco a muchos que han acabado su destino y han decidido quedarse aquí, pese a no tener ningún vínculo previo. Insisto: cuando llegas, esto te gusta. La pega es que los que tenemos a la familia fuera, tenemos problemas de comunicación: el tren tarda mucho, en coche son cinco o seis horas a Madrid... quedaría el avión, pero en el último año no se pudo contar mucho con él.

Comentarios