EN ALGUNAS ocasiones los planetas se alinean para que sueños y proyectos se confundan. Tere Suárez concibió una ambiciosa idea, y todos los vientos le fueron propicios.
En la pradera de la Quinta de San Amaro, en Meaño, se escucharon los poemas de Iolanda Aldrei y de Petri Daza. Subidos a la escalera del hórreo también sonaron las voces de Calros Solla y Héitor Picallo. Concha Rousia acudió a la cita, al igual que Maricarmen Cacabelos, que leyó composiciones escritas por Queco Fresco y lo hizo presente en un evento al que el fallecimiento de su madre le impidió acudir. Pero no por eso dejó de estar presente. Lo estuvo más que nunca.
Ángel Marcelo puso el acento charrúa, Antón Mascato dejó un adelanto de su próximo libro, sobre la represión en O Grove, que será presentado pronto, y Montse Fajardo recordó a Carmen Meaños, de Carril, tres veces víctima: por ser de una familia de izquierdas, pobre y mujer.
Con un tono desenfadado, el periodista Beni Yáñez abordó el debate entre la ética y la legalidad, el argumento de un libro con el que ganó el Premio Risco y estará en el mercado en el mes de junio.
Un grande de la escultura, Francisco Pazos, paseó su sencillez en la primera edición de A Quinta das Letras, celebrada el día 17, y también mostraron sus obras pintores como Álex Vázquez-Palacios, Amelia Palacios, Paco y María Casal, Ralf Glasz, Ramón González-Alegre, Delio Sánchez, Manuel Ayaso, Lino Álvarez y Hugo Pereira. La música corrió por cuenta de Pablo Vidal, Clara Pino, Juan González, Noemí Outeda, María Costas y José Churruca. El apartado fotográfico fue cosa de José Luiz Oubiña, y la ovación de la jornada fue para Tere Suárez, que lo hizo posible todo con la colaboración entusiasta de Nacho y Julio, los propietarios de un establecimiento donde se hospeda la creatividad.
