Opinión

La tecnología vista desde este privilegiado banco...

Desde este privilegiado banco observo la vida. Desde esta atalaya soy consciente de lo obvio, justo aquí sigo dándole vueltas a nuestra existencia y nuestra misión en este teatro de la vida. 

El papel que nos toca interpretar, ¿nos viene impuesto?,  o quizá lo hemos elegido nosotros a través de nuestros actos. 

Quizá ocurra que nosotros seamos nuestro propio guionista en este carrusel existencial aderezado por nuestro entorno cósmico. 

Desde este privilegiado banco observo el mar y sus embates hacia tierra firme, veo sus efectos en la erosión de las rocas, contemplo la espuma blanquísima del agua, sin duda sinónimo de pureza cristalina. 

No hace falta ser una eminencia para darse cuenta de que toda acción que realizamos en la vida obtiene una reacción o consecuencias que no necesariamente es de la misma intensidad y ni sentido contrario,  como afirma el principio físico. 

Desde este privilegiado banco,  placenteramente sentado y calmado miro hacia mis adentros y trato de rememorar las experiencias de mi vida, las buenas y las no tanto, tan necesarias como el instinto de supervivencia. 

La vida es un continuo aprendizaje. Un aprendizaje que jamás deberemos desdeñar, menospreciar y del que ni mucho menos tenemos que huir, en este continuum vital. 

Debemos ser de profesión aprendedores de la vida y cuando creamos haber aprendido muchas cosas,  el talante pasa por  intentar aprender más y más. Debemos ser egoístas en el aprendizaje y generosos a la hora de compartirlo. 

La cobardía intelectual es un mal del que debemos huir y me es fácil y justo reconocer que jamás he dejado de aprender algo cada día de mi vida y de situaciones y personas de lo más dispares. 

No necesariamente el aprendizaje se encuentra en personas de alto nivel de conocimiento, aunque también. Catedráticos, doctores, eruditos, profesores, maestros, son sin duda una enorme fuente de conocimiento, pero no necesariamente ostentan la experiencia práctica y de primera mano sobre lo que difunden. 

El conocimiento también está en cualquier persona fruto de sus experiencias y de su entorno. 

Cuando hablamos del impacto de la tecnología en el hombre, en general para la mayoría de las personas significa algo desconocido y todo aquello que nos es ajeno nos produce un cierto grado de rechazo ya que instalados en nuestra ubicación de confort simplemente no queremos “rallarnos la cabeza” y es ahí donde aparece la primera y gran barrera de entrada.

Desde este banco privilegiado escribo esto con un smartphone de última generación en mis manos que venía ubicado en mi bolsillo de atrás del pantalón y pienso que deberíamos ponerle la proa hacia el temporal tecnológico y cruzarlo hasta el infinito aceptando los caminos que nos abre y confiando en el sentido común del ser humano -que no dudemos nunca que lo tiene, aunque quizás a veces escondido-.