La crisis política, humanitaria y de seguridad que estaba sufriendo Mali, consecuencia de los hechos acaecidos en el Norte del país desde principios de 2012 –rebelión tuareg, seguida por un golpe de estado militar y la entrada de terroristas yihadistas–, lo convirtieron en un centro de inestabilidad y en una grave amenaza para toda la región del Sahel y para Europa.
De este convulso escenario se aprovechó el Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes), una coalición que integra a las principales organizaciones terroristas yihadistas, que han jurado fidelidad a Al-Qaeda. Su zona de actuación se centra en el Sahel, franja que va del Océano Atlántico al mar Rojo y que abarca parte de Senegal, Mauritania, Mali, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.
Ante la gravedad de la crisis, el presidente interino de Mali, Dioncounda Traoré, pidió ayuda a las organizaciones internacionales para la reestructuración y entrenamiento del Ejército. El 17 de enero de 2013, la Unión Europea aprobó la misión en el país, al mes siguiente llegaron los primeros militares españoles y en abril del mismo año se puso en marcha el centro de entrenamiento de Koulikoro, situado a 59 kilómetros de la capital, Bamako.
Defensa destacó este lunes que "es la primera vez, desde que comenzó la misión EUTM-Mali, que Koulikoro sufre cualquier tipo de agresión y también es la primera vez que se registran ataques de estas características en la zona central de la región".
La hostilidad en otros puntos es mucho más severa y el pasado fin de semana fallecieron tres cascos azules, tras ser atacado su vehículo en Siby.