Opinión

'Tigernut'

EL TRABAJO de la denuncia social, poco a poco, se ha convertido en una comprometida labor que vive bajo la amenaza de palabras y hechos tan gruesos como la censura. Hace unos meses, el relato de la realidad del narcotráfico en las costas de Galicia, en España, reflejado por el libro titulado "Fariña", escrito por el periodista Nacho Carretero, sufría un secuestro judicial por mencionar en uno de los párrafos de la obra que Alfredo Bea Gondar, ex alcalde de un municipio como O Grove, había sido condenado a cuatro años de prisión por participar en operaciones de tráfico de drogas entre los años 80 y 90.

La sentencia provenía de la Audiencia Nacional. Sin embargo, el Tribunal Supremo decidía absolverle por un defecto de forma en el procedimiento. Un perfecto argumento que serviría al aludido, Bea Gondar, para exigir que la justicia retirase el libro del mercado durante unos meses. La misma situación parece que podría volver a repetirse, ahora, con un documental que profundiza sobre la explotación de la mujer en los cultivos de la chufa en diferentes lugares de África.

El contexto es muy similar al de Fariña: una de las empresas, con sede social en la comunidad de Valencia, aparece en el documental Tigernut, la patria de las mujeres íntegras de África, sobre sus prácticas en países como Burkina Faso o Niger. Esta producción audiovisual cuenta como una de las mayores importadoras españolas de este tubérculo, con el que se elabora la horchata, vulnera las condiciones y derechos más básicos de las trabajadoras que pasan diez horas diarias en los campos de cultivo por un ridículo salario que no supera los dos dólares por jornada, respirando polvo tóxico y expuestas a las continuas picaduras de serpientes y escorpiones. Además, se pone al descubierto como se aplican técnicas de monocultivo, en tierras propiedad de familias locales, para después incumplir un pago justo por las cosechas. Y el asunto va más allá: llega a involucrar al Ministerio de Sanidad español en una trama de cooperativas que servía como mecanismo para fijar precios a la baja.

El documental fue dirigido por Andoni Monforte y el guión realizado por Llanos Rodríguez y Eva Fernández. Los tres han sido denunciados por la firma Tigernuts Traders al considerar que lo expuesto no respeta la verdad. Pide al juzgado que impida la proyección de la producción en festivales y eventos públicos. Los demandados lamentan la situación y no descartan que el documental siga los mismos pasos que el libro de Nacho Carretero. De cumplirse, estaríamos ante un nuevo caso de secuestro judicial por el simple hecho de dar a conocer unas prácticas que llevan años fomentando la injusticia social. Una maniobra que no solo persigue reparar el prestigio de una marca, de una empresa, sino poner una venda colectiva en los ojos sobre lo que ocurre en los campos de cultivo de la chufa. Provocando así una intencionada ceguera que nos impida ver y saber qué sucede en África. ¡Insisten en recuperar la censura!

Comentarios