Celso García de la Riega, toda una vida defendiendo el puño y la rosa

El PSOE rindió el jueves un homenaje al afiliado del partido más veterano de España. Con 99 años y militante desde 1936, García de la Riega tuvo una vida intensa: combatió en la guerra, fue represaliado y siempre ha seguido fiel a sus ideales
Celso García de la Riega rodeado por su hijo (tras él), el secretario general del PSdeG y el candidato a la Alcaldía pontevedresa, entre otros.
photo_camera Celso García de la Riega rodeado por su hijo (tras él), el secretario general del PSdeG y el candidato a la Alcaldía pontevedresa, entre otros.

Hoy va en silla de ruedas, tiene el cuerpo gastado, el rostro surcado de arrugas y el habla consumida por el peso de los años, pero su expresión aún se vuelve audaz cuando escucha a alguien resumir su vida y describir la firmeza de las convicciones que han marcado definitivamente su existencia.

A sus 99 años, Celso García de la Riega es el militante del PSOE más veterano de España y el jueves fue homenajeado por el partido en un sentido acto al que asistieron el secretario general del PSdeG-PSOE, el candidato a la Alcaldía de Pontevedra y el portavoz provincial.

Su hijo Guillermo y su sobrina Maika Larriba fueron los encargados de hablar en su nombre y, visiblemente emocionados, recordaron los capítulos de una vida que fue del todo menos monótona.

''En su DNI no solo debería llevar su nombre y apellidos. Con su nombre yo le pondría Luchador, con el primer apellido le pondría Lealtad y con el segundo Sufrimiento'', explicó Guillermo García con la voz entrecortada.

Cuando terminó la Guerra Civil lo encerraron en la cárcel de Alcalá para juzgarlo en un consejo de guerra

Los García de la Riega fueron una familia vinculada a la burguesía, casi todos progresistas, intelectuales y republicanos. Su abuelo paterno, llamado igual que Celso, fue un diputado liberal, erudito e historiador famoso que realizó profundos estudios sobre el origen de Cristóbal Colón y defendió la teoría de su cuna gallega. Precisamente, por unos documentos sobre el descubridor fue acusado de falsificación y, aunque años más tarde se demostró que eran auténticos, aquella losa pesó bastante sobre su familia.

Celso pasó sus primeros años en el Pazo Baión y, tal y como cuenta su sobrina, ''tivo unha infancia feliz a pesar de perder moi cedo á súa nai. A súa tía foi unha segunda nai para el e gañou unha irmá e dous irmáns, Pepe e Emilio. Pepe e el tiñan ideoloxías diferentes, pero nunca vin a dous irmáns que se quixeran e se respectaran tanto''.

MUY JOVEN. Tras el fallecimiento de su padre se trasladó a Madrid para preparar las oposiciones a la Escuela de Hacienda y allí, con 20 años cumplidos, lo encontró la Guerra Civil. El año que Franco dio el golpe de Estado y estalló la contienda, él se afilió al PSOE y se alistó como voluntario en el Ejército de la República, en un batallón de infantería formado por intelectuales, profesores, estudiantes, ingenieros y otros profesionales organizado por miembros de FETE-UGT. En este, García de la Riega conoció al dramaturgo Alejandro Casona y a Raimundo García Domínguez ‘Borobó’, el escritor y periodista natural de Pontecesures, que se convirtió en un hermano para él. Ambos estaban en el frente de Usera y salvaron la vida en una operación frustrada de su batallón porque justo antes fueron reclamados para incorporarse a una batería de artillería de la Brigada Internacional del general Kleber, con la que participaron en las operaciones Brunete.

Cuando terminó la guerra regresaron a Madrid, donde, tras la entrada de las tropas nacionales, tuvieron que pasar varios días escondidos en casas de amigos. Eso no impidió que los arrestaran en una salida a la calle y tanto Celso como Borobó fueron internados en un campo de concentración en Carabanchel y trasaldados luego a la cárcel de Alcalá de Henares para ser juzgados en consejo de guerra. La fortuna se puso esta vez de su parte, pues en el tribunal había un juez pontevedrés, de la familia Artime, pariente suyo. Por ese motivo esperó varios meses para juzgarlos, hasta que se calmaron un poco los ánimos de los exaltados vencedores.

Se casó con la hija del presidente de la Audiencia de Pontevedra y para eso tuvieron que luchar contra viento y marea

DIFICULTADES. Aún así, la etiqueta de ‘rojo’ le hizo la vida mucho más difícil en una España dominada por los franquistas. Tal y como señala su hijo, ''tuvo que hacer el servicio militar de nuevo en Pontevedra y sufrir humillaciones, como la de verse obligado a desfilar en la famosa marcha de la Victoria del 18 de julio. Como era el más alto de todo el regimiento iba de cabo gastador, con la bandera, paseando por toda Pontevedra delante de todos sus amigos y conocidos, que sabían muy bien de qué era y de qué iba. Eso entraña mucha lucha para una persona''.

Cumplido el servicio, trató de buscar trabajo, pero de nuevo se topó de frente con el rencor acumulado en un país aún dividido.

''Sus amigos, algunos de ellos de derechas, trataron de ayudarle, pero siempre llegaba una orden gubernativa para echarlo. Algún amigo muy íntimo, como Manolo Puig (hermano de Antonio Puig) le propuso firmar una carta de adhesión al Régimen y de esta forma tener una proyección de futuro en la Deputación, pero él valoró sus ideales y finalmente no firmó'', relata su hijo.

Llegó a ingresar en la institución provincial y también estuvo un par de meses en el Ayuntamiento, pero el Ministerio de Gobernación ordenó su despido, al no querer pasar por alto sus ideas políticas, su actividad en el bando republicano durante la guerra y su participación en las tertulias de intelectuales de izquierdas en un conocido café de la ciudad.

Ingresó para trabajar en la Deputación y el Ayuntamiento, pero siempre llegaba una orden gubernamental para echarlo

De hecho, él y otros compañeros fueron encarcelados durante diez días durante una visita de Franco a Pontevedra, aunque ese encierro le trajo un golpe de suerte. ''Ramón Valenzuela, que también había sido apresado, le consiguió trabajo como apoderado en la empresa Lago y Lago, donde estuvo 14 años'', cuenta Guillermo, pues, aunque los franquistas intentaron que lo despidiesen, en esta ocasión no lo lograron.

Celso García de la Riega no solo luchó en el frente y en la posguerra, sino que ''también luchó por su mujer, a la que él le llevaba 14 años y que era hija del magistrado presidente de la Audiencia de Pontevedra, de derechas, claro''.

A ella, a Merchi, le dedicaron unas sentidas palabras Guillermo y su prima Maika Larriba, quienes la describieron como la persona más importante en la vida de este veterano socialista. Él era 14 años mayor y, además, ‘rojo’, así que ''tiveron que defender a súa relación contra vento e marea'', explica la sobrina. ''Fue una gran lucha no solo con la familia de ella, sino también con sus amigas, que trataron de convencerla de que no se podía casar con un rojo'', añade Guillermo. De hecho, cuando finalmente consiguieron fijar su boda, pusieron como fecha el 14 de abril, aniverario de la República, ''pero su suegro se dio cuenta y poco tiempo antes les obligó a cambiarla para el día siguiente''.

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