Las toxinas cierran la ría al marisqueo por tercera vez en lo que va de año

La veda afecta a los trabajadores que faenan a pie de playa y en sus embarcaciones ► "Este ano está a ser moi duro", lamenta el sector
Mariscadoras faenando en las playas de  la ría de Pontevedra. BEATRIZ CÍSCAR
photo_camera Mariscadoras faenando en las playas de la ría de Pontevedra. BEATRIZ CÍSCAR

Las toxinas vuelven a poner en jaque al marisqueo. El Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) ha decretado el cierre de las dos zonas extractivas del fondo de la ría de Pontevedra por el elevado porcentaje de sustancias lipofílicas en especies como la almeja. Este tóxico puede provocar problemas de salud, principalmente en el aparato digestivo.

La medida afecta a los más de 400 mariscadores que faenan a pie de playa y a los que lo hacen en las más de cien embarcaciones con licencia para recoger bivalvos a flote. Solo la navaja y el longueirón quedan libres de esta prohibición.

La decisión del Intecmar fue comunicada a las cofradías el miércoles por la noche, horas después de que el sector rematase la jornada y la mercancía saliera a subasta en la lonja de Campelo. Esta situación podría llevar a los compradores a devolver el género, que se retornaría al mar.

El marisqueo inicia el otoño con la tercera veda del año. En lo que va de 2020, los mariscadores a pie han visto interrumpida su actividad durante 64 días como consecuencia de las toxinas. Son cinco jornadas más de las contabilizadas en todo 2018 y 2019, cuando las prohibiciones sumaron 36 y 23 días, respectivamente.

"O ano está a ser moi duro", asegura Marina Buceta, la presidenta de la Agrupación de Mulleres a Pé de la cofradía de San Telmo de Pontevedra, la más numerosa de las tres que existen en la ría. "En xaneiro e febreiro non se fixo moito. E a mediados de marzo veunos enriba o coronavirus", recordó la directiva.

La pandemia de la covid-19 impuso un parón obligatorio para todo el sector desde el 13 de marzo, última jornada de faena. Los mariscadores de a pie estuvieron sin actividad durante más de cuatro meses. Primero por la crisis sanitaria y luego por las toxinas. De hecho, el retorno a las playas estaba previsto para el 2 de junio. Pero el Intecmar decretó entonces el cierre de los arenales del fondo de la ría por la presencia de biotoxinas.

Los trabajadores a flote tuvieron un impacto menor. En mayo regresaron al trabajo tras dos meses de inactividad. Un mes más tarde se detectó otro episodio de toxinas, que los tuvo parados durante ocho días en junio. En verano retomaron la faena, pero de forma escalonada, porque la mayor parte de las cien embarcaciones con licencia prefirieron pescar otras especies, como el choco, por su buen precio en el mercado.

Ambos colectivos, a pie y a flote, cobraron ayudas estatales durante el parón por el coronavirus. Los trabajadores que llevaban más de un año de alta recibieron 994 euros al mes del Instituto Social de la Marina. Los de antigüedad inferior cobraron 661 euros mensuales durante el período de alerta sanitaria.

BUEN VERANO. A pesar de las dificultades, el sector marisquero ha cerrado un buen verano. Así lo ponen de manifiesto las ventas en la lonja de Campelo, que es donde se subastan los bivalvos que se extraen del fondo de la ría.

Entre julio y agosto, la rula poiense facturó 1.291.758,18 euros por la comercialización de tres variedades de almeja (fina, japónica y babosa) y berberecho. Y todo ello a pesar de que las playas estuvieron cerradas durante 18 días para el marisqueo a pie como consecuencia de las toxinas.

En el mismo período estival del año pasado, en el que se registró ningunha prohibición por biotoxinas, el volumen de negocio alcanzó los 1.313.506,28 euros.

"O verán foi bo. Houbo moi bos prezos e puidemos subir as cotas", explica la presienta de la Agrupación de Mulleres a Pé de San Telmo, que asegura que el valor del marisco cotizó a la baja al mes siguiente. "En setembro caeron radicalmente", dice sobre la vuelta al trabajo de los mariscadores de Noia, que pusieron más mercancía en el mercado, lo que depreció la subasta en Campelo.

CARNÉS Y FURTIVOS. La actividad extractiva en el fondo de la ría emplea a 434 personas a pie, según el último plan de explotación. Esta cifra podría haberse incrementado por la cobertura de puestos por jubilación y por los 20 nuevos carnés que la Consellería do Mar aprobó este año para la cofradía de San Telmo de Pontevedra.

A este colectivo se une los más de un centenar de trabajadores de las cien embarcaciones con permiso para mariscar en la ría. En total, el sector da trabajo a más de medio millar de vecinos de los concellos de la comarca, con especial incidencia en el de Poio. Según datos de los pósitos, unos cien mariscadores están actualmente de baja médica.

Campelo fue la lonja que más facturó en verano
La lonja de Campelo fue la que más facturó de las seis que existen en la ría de Pontevedra durante el verano. Durante los meses de julio y agosto, la rula poiense subastó género por valor de 1.361.806,18 euros.

El segundo puesto de este ranking lo ocupó Bueu, que cerró el período estival con un volumen de negocio que alcanzó los 403.239,75 euros Portonovo cerró ventas por 362.359,70 euros. Marín ocupa el cuarto lugar de la lista y Aldán-Hío el quinto con 313.167,60 y 107.587,14 euros, respectivamente.

La lonja con menor facturación es la de Pontevedra, situada en el Mercado de Abastos. En los dos primeros meses del verano, la rula capitalina subastó mercancía por valor de 40.728,40 euros.