Una boca espectacular

Ejemplar capturado por la cuadrilla ‘Os da Tora’. d.p.
photo_camera Ejemplar capturado por la cuadrilla ‘Os da Tora’. d.p.

CALDAS. La cuadrilla de cazadores de Caldas de Reis ‘Os da Tora’ tuvo el pasado fin de semana una grata recompensa a su buen hacer en la caza del jabalí, al hacerse con un ejemplar de características espectaculares y poco habituales en las batidas que se celebran en Galicia.

Como en los últimos tres meses, con las primeras luces del alba este grupo se echó al monte en busca de los rastros dejados por los suidos durante sus paseos nocturnos.

Un buen día, climatológicamente hablando, acompañó esta vez a los cazadores que, guiados por sus perros atraillados, intentaban descrifrar el laberinto en el que se habían convertido los rastros existentes tras el deambular nocturno de los cerdos salvajes.

Tras una dura mañana de trabajo, tocaba resolver los presuntos aplaces de los jabalíes (porque no siempre los perros y los perreros aciertan con el lugar donde los jabalíes han decidido echarse a descansar).

Las labores de intendencia previas a la suelta se hacen largas: comprobación de documentaciones, cumplimentación de los impresos correspondientes, recordatorio de las medidas de seguridad, colocación de la gente en los puestos... En definitiva, organización en aras de que no se produzca ningún desagradable incidente.

Llegó la hora de la verdad y, tras la suelta, se produce un levante espectacular. Todos los perros inician una persecución de más de media hora, para intentar acercar la pieza a los puestos. Son momentos de máxima tensión y unos minutos interminables que hacen disparar la adrenalina y subir el ritmo cardíaco al más tranquilo de los mortales.

Al final se produce un lance rápido y certero que pone fin a la huida del ‘macareno’. Como casi siempre, los primeros en llegar al lugar son los perros, que mordisquean su trofeo tras el trabajo realizado.

Sorpresa

Tras las felicitaciones entre los componentes del grupo se procede a examinar la pieza abatida, que esta vez venía con sorpresa, una sorpresa en forma de trofeo, ya que a pesar de que la pieza no sobrepasaba los 110 kilos de peso, el jabalí abatido contaba con unas defensas espectaculares.

Una boca extraordinaria para estas tierras gallegas, con casi once centímetros de colmillos a la vista, simétricamente perfecta y digna de las mejores monterías del Sur de la península.

Los cazadores celebraron que al jabalí no le diese por usar sus colmillos contra los perros, pues en vez de una alegría, probablemente lamentarían una tragedia y un gran número de bajas en su grupo de canes.

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