¿Por qué vamos de mal en peor?

El área sanitaria de Pontevedra-O Salnés sigue acumulando casos positivos y es la tercera en Galicia en cifras absolutas 
Ambiente en una terraza de la Praza da Verdura, el pasado sábado. M.B.
photo_camera Ambiente en una terraza de la Praza da Verdura, el pasado sábado.

No hay tregua. La segunda ola del coronavirus en el área sanitaria de Pontevedra-O Salnés continúa su línea ascendente, aunque ralentizando su velocidad respecto al día anterior. Según el balance oficial difundido este domingo por la Consellería de Sanidade, el área registró en la última jornada 26 nuevos positivos, frente a los 51 notificados el sábado.

Esta cifra de contagios hace que los casos activos sean ya 658, siete más que el sábado, ya que se produjeron 19 altas epidemiológicas en las últimas horas. Sí permanece inalterable la presión hospitalaria, con 24 personas ingresadas en el área sanitaria por coronavirus. De ellos cinco evolucionan en la Unidad de Cuidados Intensivos (Uci) de Montecelo, mientras que 17 se encuentran en planta en el Complexo Hospitalario y dos más en el Hospital QuirónSalud Miguel Domínguez. Las otras 634 personas diagnosticadas de covid evolucionan en sus domicilios.

Desde el inicio de la pandemia han superado la enfermedad 1.160 pacientes del área sanitaria y se registraron 19 fallecimientos asociados al virus. En cuanto a la realización de pruebas PCR, en las últimas 24 horas se realizaron 582, que se añaden a las 35.765 ya efectuadas previamente.

Pontevedra-O Salnés es la tercera área en número de casos activos en la actualidad, solo por detrás de A Coruña (1.178) y Lugo (725) y por delante de Santiago (637), Ourense (527), Vigo (449) y Ferrol (184).

ALTO RIESGO. La razón por la que la pandemia está evolucionando tan mal en España "no es complicada ni compleja", subraya Juan Carlos Rodríguez, jefe de Medicina Interna del CHUP. Lo achaca a "las características propias de nuestra sociedad: edad media, pluripatología, forma de vida: menor número de hogares con pocas personas o con menos líneas generacionales, situación de residencias de la tercera edad etcétera", en comparación con otros países de Europa que obtienen mejores resultados. Y también "por la falta de la información adecuada, en cantidad y calidad, y de unas medidas de contención más acertadas por todos".

Rodríguez pone varios ejemplos. "Hace unos días me preguntaba un comerciante, preocupado y angustiado por la situación y por lo que podrá pasar a partir de ahora, ¿por qué si todos llevamos la mascarilla puesta hay tantas infecciones y se está descontrolando de nuevo la situación?, señalándome la calle". En otros casos son los abuelos, que se mantienen ligados a los nietos pensando que nunca los contagiarán ni les harán daño. "Lo entiendo pero es otro gran error. Se lo harán y mucho, sin quererlo, y por lo tanto todos debemos prevenirlo".

Por eso el jefe de Medicina Interna apuesta por la mascarilla como elemento clave para prevenir las situaciones de alto riesgo más peligrosas, "que nos infectan primero y nos enferman después, a veces de forma muy grave incluso mortal".

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MASCARILLA EN CASA. ¿Pero cuáles son las situaciones de alto riesgo? Son, explica, las que ocurren continuamente por la proximidad entre personas o en ambientes cerrados, mientras que los contactos en el exterior o con mayor distancia reducen el peligro. "Siendo esto así, paradójicamente, por falta de información o conciencia real, ponemos la mascarilla cuando, siendo necesaria, es mucho menos eficaz", esto es, al caminar por la calle, "y así jamás controlaremos esto". "Debemos utilizarla en las situaciones de verdadero alto riesgo, que son las más comunes y habituales: en las casas, en los trabajos y en los contactos próximos de menos de dos metros". Pone como ejemplo también las las mesas de los locales de hostelería o de puestos de trabajo, con "gente, conocidos o compañeros pegados y con la mascarilla retirada", al igual que "en casa durante la comidas, el reposo delante del televisor, comentando temas en el trabajo etcétera. Todo esto es peligrosísimo y lo hacemos continuamente sin protección".

RASTREADORES. A partir de ahora, ruega, "seamos más conscientes e inteligentes: en las proximidades siempre con mascarilla; en casa, con los compañeros de trabajo, en las cafeterías... Solo se retira para tomar algo unos segundos o minutos y nos volvemos a cubrir. Debemos tomar las comidas (también en los domicilios) más separados, sentándonos en mesas aparte, por turnos, de forma especial con las personas mayores o enfermas, o en las familias de muchos miembros.

En los trabajos, con los compañeros, siempre con la mascarilla, cuando conversamos o tomamos un café también". Esto, que es "sencillo y muy eficaz para controlar la epidemia, cambia nuestras costumbres cotidianas y no lo hacemos, bajamos la guardia sin percibir el riesgo.

A mayores, demanda otras medidas más generales a nivel de comunidad, centros educativos o residencias. Por último, subraya, "tenemos que rastrear mejor a los contactos de los casos positivos (sobre todo en determinadas áreas e instituciones), ya que además hoy sabemos que hay muchos positivos que son asintomáticos o con cuadros atípicos". Pide rastreo hacia delante, "pero también hacia atrás (que es donde más fallamos) y con personal entrenado y en número suficiente".

En resumen, el jefe de Medicina Interna del Complexo Hospitalario ruega a la población que "seamos escrupulosos en las medidas de control y en su adherencia" y así "frenaremos en gran medida una situación que, de otra forma, será muy dura, difícil y penosa".

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