Viven a su aire

Cada vez más personas viven solas. En ocasiones la soledad es fruto de las circunstancias y otras veces es una opción

Desde que se quedó viuda, hace casi 20 años, Ángeles Díaz vive sola, pero no infeliz. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Desde que se quedó viuda, hace casi 20 años, Ángeles Díaz vive sola, pero no infeliz. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Non tienen que compartir el mando de la tele con nadie, la cama es toda para ellos, eligen cada día el menú que les apetece comer y, si quieren charlar, quedan con sus amigos. Cada vez más personas viven solas en Pontevedra. De hecho, el 18% de los hogares de la provincia son unipersonales, según los últimos datos publicados por el Instituto Galego de Estatística (IGE).

Así, 62.908 viviendas del territorio pontevedrés están habitadas por una sola persona. La tendencia va en aumento y no es aislada. El envejecimiento de la población o los cambios en la estructura familiar son dos de los motivos que provocan esta situación. De este modo, la mayoría de las personas que viven solas tienen más de 65 años.

Contra los prejuicios que puede haber acerca de la soledad, hay personas que prefieren tener una casa solo para ellos

En otras provincias gallegas se repite el mismo patrón. En Ourense hay un 22% de hogares con estas características; en Lugo, un 20,97%, y en A Coruña, un 20,41%. Independientemente de la gente que vive sola porque las circunstancias le han llevado a ello, también hay quienes lo hacen por decisión propia. Contra los prejuicios que puede haber acerca de la soledad, hay personas que prefieren tener una casa solo para ellos. Se tumban en el sofá siempre que quieren, pueden ocupar todo el espacio de los armarios, limpian si les apetece y solo soportan sus propias manías. Hay incluso corrientes de pensamiento que promueven la introspección, el silencio y la soledad para encontrar la felicidad. Porque vivir solo no es estar abandonado. De hecho, puede convertirse en una forma de ser feliz sin dar explicaciones a nadie.

VIOLETA COSTA. 34 AÑOS. Violeta Costa entra y sale cuando quiere, se marca sus propios horarios y no le da explicaciones a nadie sobre lo que hace o deja de hacer. Hace aeroyoga en el salón y toca el piano cuando le da la gana. Nadie la molesta. La libertad y la independencia son para ella las principales ventajas de compartir hogar consigo misma. "La tranquilidad es muy importante y me gusta poder organizarme como yo quiero", explica.

"Si cuando llegas a casa te apetece hablar pero no hay nadie coges el teléfono y listo. Siempre hay alguien dispuesto a escucharte"

Aeroyoga en el salón

La joven llegó a Pontevedra para estudiar y se quedó en la ciudad. "Primero compartí piso durante mucho tiempo con amigos, pero luego empecé a trabajar desde casa y me di cuenta de que necesitaba más espacio para mí, no podía tener solo una habitación para vivir y trabajar, así que alquilé una vivienda en solitario", cuenta. Más adelante optó por comprar el piso en el que vive en la actualidad. "Surgió la posibilidad de comprar un piso y me lancé", relata la joven.

Costa indica que vivir solo no es lo mismo que estar solo. "Para mí la soledad no es un problema; ser independiente no significa estar solo. Si cuando llegas a casa te apetece hablar pero no hay nadie coges el teléfono y listo. Siempre hay alguien dispuesto a escucharte", cuenta. Del mismo modo, aclara que si en algún momento le apetece socializar lo soluciona "bajando a tomar unas cañas". Además, explica que nunca se planteó si es mejor o peor vivir solo o acompañado. "Acabé viviendo sola por las circunstancias, no es algo que haya buscado ni lo contrario", cuenta.

"No me planteo volver a compartir casa porque estoy mucho mejor así", explica. De todos modos, reconoce que vivir solo también tiene sus inconvenientes. El principal es que no comparte gastos con nadie y tiene que afrontar sola las facturas de la luz, el agua o el gas. "Las facturas las tienes que pagar igual aunque no llegues al mínimo". Del mismo modo, señala como inconveniente tener que hacer la comida todos los días o que en los supermercados la comida venga en paquetes grandes. "Afortunadamente ya tengo experiencia en cocinar solo para uno y me he acostumbrado", explica.

Costa deja claro que la soledad no tiene nada que ver con la infelicidad y señala la independencia como la mejor ventaja de no compartir piso con nadie. "La soledad no está nada mal. Además, vivir solo no implica soledad si tienes familia y amigos. Yo soy feliz igualmente", explica.

"Necesitamos silencio máis que nunca porque estamos rodeados de moito ruído, non só no sentido literal, senón tamén de ruído político"

ANTÓN SOBRAL, 66 AÑOS. "Non entendo a soidade como estar abandonado", aclara Antón Sobral. El artista pontevedrés decidió hace años que su casa y estudio eran solo para él. "E teño moza, paso días con ela e ela pasa días aquí, pero o amor non implica convivencia; podes estar acompañado e sentirte só", aclara nada más empezar. De hecho, explica que tiene muchos amigos que son pareja pero cada uno vive en su propia casa.

Para Sobral, en el mundo actual, la soledad es una necesidad de las personas. "Necesitamos silencio máis que nunca porque estamos rodeados de moito ruído, non só no sentido literal, senón tamén de ruído político", cuenta. Sobral cree que la vida es una obra de arte, por eso cuida la suya tanto. Pinta escuchando la música que le gusta, acude a numerosas actividades culturales y se preocupa más por dar que por recibir. "A xente sempre busca ser feliz, pero a felicidade non está tanto fóra como dentro, na introspección", explica. Así, aunque vive solo indica que las puertas de su casa están siempre abiertas y que le gusta compartir su espacio. "Hai uns días estivo Manolo Rivas en Pontevedra e descansou na miña casa; encántame recibir amigos", explica.

"Desde a miña perspectiva actual, as utopías son moi difíciles, por iso me centro nas "microutopías"

Más allá de la utopía con la que soñaba de joven, para Sobral esta es la época de las "microutopías". "É un concepto que aprendín recentemente. Desde a miña perspectiva actual, as utopías son moi difíciles, por iso me centro nas "microutopías", que consisten en gozar tomando uns viños con amigos ou vendo un partido de fútbol".

Los paseos en soledad por la naturaleza o los momentos de relax "pintando e escoitando a música que me gusta" componen una vida tranquila y rica que Sobral cuida con mimo. "Encántame ir á illa de Ons nesta altura do ano, cando aínda non hai moita xente", explica mientras aclara que tiene un concepto epicúreo de la existencia.

"Inconvenientes? Ningún", ataja. Sobral nunca ha tenido ninguna enfermedad grave por la que haya necesitado la ayuda de nadie. "Se penso no futuro tampouco lle teño medo a unha situación de dependencia. Teño familia en Pontevedra e se nalgún momento preciso da axuda de alguén sei que a vou ter", termina.

"A min non me gusta a hipocresía de dicir que queres que teus fillos estean sempre contigo e logo queixarse porque dan moito traballo ou non saen da casa"

ÁNGELES DÍEZ, 79 AÑOS. Hace casi 20 años Ángeles Díaz se quedó viuda. Sus hijos ya se habían independizado y, aunque al principio se esforzaban por acompañarla, "eu logo quixen quedar soa na casa porque me podo valer por min mesma".

Tanto ella como sus tres hijos viven solos."Cando se pode, é mellor así. A min non me gusta a hipocresía de dicir que queres que teus fillos estean sempre contigo e logo queixarse porque dan moito traballo ou non saen da casa", cuenta. Díaz tiene su rutina y se organiza de forma que siente que lleva una vida plena. De lunes a jueves se levanta a las ocho de la mañana y va a hacer deporte. "Dous días á semana vou á piscina e outros dous fago exercicios de estiramentos". Luego hace la compra y prepara la comida para ella y uno de sus hijos, que la acompaña a la hora de comer todos los días. Por la tarde, pasea, va a ver las proyecciones del Cineclub de Pontevedra o a las actividades organizadas por la Fundación Cuña Casasbellas.

"Cando vives soa tes máis liberdade. Eu teño un carácter moi tímido e, se estou acompañada, sempre cedo para complacer, perdo liberdade por non incomodar ao outro", explica la pontevedresa. En este sentido, Díaz se manifiesta satisfecha con la vida que llevan, aunque aclara que "para min a vida en parella é a mellor forma de vivir sempre e cando a relación sexa boa", explica.

"Tamén adoito viaxar soa, aínda que en viaxes organizadas nas que coñezo moita xente"

De todas formas, indica que no necesita la presencia de sus hijos para sentirse acompañada. "Non me gusta o cariño imposto, cando estou necesitada de compañía ou afecto sei que podo ir buscalo neles", cuenta.

Desde que vive sola, Ángeles Díaz ha descubierto nuevas pasiones, como la de viajar. A su marido le gustaba coger el coche e ir un par de días a conocer sitios juntos. "Non lle gustaban as viaxes organizadas porque era un home ao que non lle gustaba obedecer", sonríe. Solo hicieron una excursión juntos de este tipo a Escocia. Sin embargo, ella ahora aprovecha su tiempo libre para conocer el mundo. "Tamén adoito viaxar soa, aínda que en viaxes organizadas nas que coñezo moita xente. Unha vez fun a Marrocos e compartín habitación con outra muller da que me fixen moi amiga, agora quedamos case todos os días", explica. Recientemente visitó Perú, Gijón y la zona del Algarve.

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