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Vox salta Pedrafita

Con un electorado tan heterogéneo es imposible medir el impacto el partido de Galicia, aunque a algunos ya les preocupa

VOX ESTÁ AQUÍ. La formación de Santi Abascal desembarca oficialmente en Galicia, donde en realidad ya operaba de forma residual desde que en 2016 amagó con presentar a Marián Rey como candidata a la Xunta por A Coruña, una decisión que frenó a solo tres horas de cerrarse el plazo para registrar las listas. Pero a diferencia de entonces, el partido de ultraderecha viene para quedarse. Lo avanzó esta misma semana Pablo Cancio, el nuevo rostro visible de Vox en la ciudad herculina, casi al mismo tiempo que la formación presentaba su estructura en Ourense, con el expresidente del COB Julio Vázquez como candidato a la alcaldía. Siguiendo los pasos datos en su día por Ciudadanos, Vox saltó Pedrafita y O Padornelo en su particular visión de la reconquista de España.

De todas formas, todavía es pronto para calibrar el impacto que tendrá este desembarco en el tablero político gallego. Mientras que a Cs le costó —y le cuesta— tejer una red a través de la comunidad debido a la fuerte implantación del PPdeG, Vox representa una auténtica incógnita.

→ Un partido impredecible
Unos estudios de transferencia de votos entre partidos de las recientes elecciones andaluzas apuntan a que Vox se nutre básicamente de electorado del Partido Popular, con un sufragio masculino y universitario, pero otros le atribuyen un perfil de votante joven y urbano que encajaría más con el rupturismo o incluso con Cs. Esto, que parece una contradicción, en realidad no lo es.

Haciendo memoria, en las elecciones generales de 2016, cuando en Europa ya soplaba el viento favorable para la ultraderecha, Vox ni llegó a los 50.000 apoyos en lo que se consideró un fracaso absoluto. Y si dos años después irrumpe en Andalucía con casi 400.000, hay que pensar que en España no salieron de debajo de las piedras 350.000 votantes. Todos estaban ahí. Se supone que una parte amplia de ellos bajo el paraguas del PP y otros, agrupados como ciudadanos cabreados con todo que optaron por Podemos o Cs y que, decepcionados con ambos, buscan nuevas siglas.

Por eso Vox puede tener su hueco incluso en Galicia; porque es capaz de pescar en todos los caladeros electorales. Lo saben bien los partidos y algunos de ellos, preocupados, manejan encuestas internas que arrojan que los de Abascal podrían cosechar miles de votos en alguna ciudad gallega. Ojo.

→ La clave: el voto desideologizado
"En el comité ejecutivo tenemos un mulato. El racismo me repugna". Esta afirmación de Santi Abascal en el año 2016 a El Confidencial esconde muchas más cosas de las que dice. Vox intenta descolgarse una y otra vez de la etiqueta de partido de ultraderecha, pero lo cierto es que sus discursos, hechos y programas no ayudan mucho a que lo logre. Lo delata su posición con respecto a los derechos de la mujer o los inmigrantes, su visión política de un Estado centralista donde poco a poco Madrid agrupe todas las competencias y desaparezca cualquier cuota de autogobierno autonómica, su no al nacionalismo —salvo el español— y al aborto o su defensa enconada de la familia tradicional, Franco o la Iglesia.

Sin embargo, nada de eso importa, porque estoy convencido de que la inmensa mayoría de sus votantes ni se ha leído el programa ni sabe qué postulados extremistas defiende Vox. Y lo peor de todo es que les da absolutamente igual.

Y es ahí donde los partidos que le quieren hacer frente a Santi Abascal se equivocan de estrategia. Se empeñan en agitar el miedo al regreso de la ultraderecha, el franquismo o el nacismo e identifican a todos los votantes de Abascal como fachas, cuando en realidad entre los 395.000 apoyos cosechados por Vox en las elecciones andaluzas hay muchos cabreados con la corrupción, los privilegios de la clase política en general, con el despilfarro del Senado y otros chiringuitos, con el coqueteo del Gobierno con el independentismo o con el compadreo del bipartidismo para poner y sacar jueces.

Porque el verdadero elemento atractor del programa de Vox es, precisamente, su cruzada contra la política y los políticos, como antes hicieron otros contra la casta, los mercados o la UE. Y por eso mientras los partidos no cambien su lamentable actitud y aprendan a leer bien el mensaje que están enviando los ciudadanos, seguirán llenando a Vox de razones... y de votos.

Ni las luces navideñas salvarán al comercio local estas vacaciones

NI LA MULTITUD que visita estos días Vigo atraída por sus cegadoras luces puede ocultar una realidad reflejada en el Ine: tres de cada diez gallegos compran ya por internet y el porcentaje supera el 50% entre los jóvenes. El comercio local agoniza, incapaz de competir con las nuevas plataformas online ni en precio ni en condiciones. Aunque es fruto de una evolución social ajena a los políticos, las administraciones sí deben buscar soluciones urgentes. No solo por los 100.000 empleos del sector en Galicia, sino porque el cierre de tiendas en pequeñas cabeceras de comarca contribuye y acelera el proceso de despoblación del rural gallego, castigando especialmente al eje interior de la comunidad.

En Marea, las elecciones que no sirven
LA CRISIS sin precedentes de En Marea llega a su fin, como quizás también lo haga el propio partido instrumental, al menos tal y como lo conocemos ahora. Superados todos los límites de lo admisible, lo ético e incluso lo personal, la solución a la guerra abierta parece quedar ahora en manos de la Fiscalía y la Guardia Civil, en lugar de residir en la capacidad de diálogo de sus líderes o en el resultado de unas elecciones en las que nadie cree. En este escenario, todos dan por hecho que no habrá integración entre vencedores y vencidos, por lo que algunos ya afilan los cuchillos para la vuelta de la Navidad. Entre los críticos hay un sector que ya es abiertamente partidario de la escisión y que quiere, pase lo que pase en las urnas, pasar a la ofensiva y reclamar la cabeza de Villares, apartándolo de la portavocía en el Parlamento. Sin embargo, otros prefieren medir más los pasos, conscientes de que un ataque frontal tendría daños colaterales graves: un posible grupo mixto en O Hórreo y demasiado ruido a las puertas de unas municipales.

 

Caballero sigue sin prisa por el escaño
EL LÍDER del PSdeG, Gonzalo Caballero, sigue sin mostrar ni la más mínima prisa por ocupar un escaño en O Hórreo y presidir el grupo parlamentario. Este sábado reveló su intención de dar el salto a la Cámara, pero una vez más no puso fecha para ello, pese a que son muchas las voces internas que creen que debería hacerlo ya. En el fondo, el vigués, que mide cada paso que da con una prudencia desmesurada, acierta en su diagnóstico de demorar su ingreso en el hemiciclo. Por un lado, es un político curtido en mil y una batallas en el ámbito orgánico, pero con una experiencia institucional casi nula, al contrario que por ejemplo Feijóo o Pontón. Por el otro, sabe que hoy no se necesita una plataforma como la Cámara gallega para visibilizar la acción política, sino que existen mil y un recursos para llegar a la sociedad, especialmente en internet. Y más con una mayoría absoluta del PPdeG. En este contexto, lo normal es que Caballero espere a ver los resultados de las municipales para después, nunca antes, tomar una decisión.

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