Ya está aquí el radar en cascada

Galicia aspira a acoger este sistema, basado en instalar un cinemómetro camuflado tras uno fijo para evitar el típico acelerón posradar

Los veloláser, casi imperceptibles, se colocarán a poca distancia de un radar fijo. AEP
photo_camera Los veloláser, casi imperceptibles, se colocarán a poca distancia de un radar fijo. AEP

La secuencia de un conductor acelerando tras rebasar un radar fijo es tan recurrente como la que protagoniza segundos antes, al frenar, a veces casi en seco, ante la ostensible presencia del cinemómetro. La realidad en las carreteras evidencia que a los más propensos a correr solo los disuade el riesgo de multa y que, una vez rebasado el peligro, vuelven a hundir con fuerza el pie derecho. Pero esta práctica puede tener los días contados, ya que la DGT tiene un antídoto: los llamados radares en cascada. Ya se han probado con éxito esta Semana Santa en Navarra y su implantación en otras comunidades puede ser cuestión de meses. Y Galicia, con unas funestas cifras en siniestralidad vial que ya rebasan la treintena de muertes en lo que va de año, tiene todas las papeletas de ser una de las pioneras en su instalación. 

Pero, ¿qué son y cómo funcionan los radares en cascada? La novedad no está en los aparatos, sino en su disposición en la carretera. Como la expresión indica, se trata de colocar dos o más cinemómetros en un mismo tramo: el primero de ellos es un aparato fijo, visible al estar resguardado dentro de la característica marquesina blanca y debidamente señalizado. El segundo —y tercero, en caso de haberlo— es un veloláser, los pequeños radares portátiles controlados por wifi que esta Semana Santa cumplieron su primer año en las vías gallegas. Son casi invisibles a la vista de los automovilistas y, evidentemente, tampoco van a estar señalizados. 

El objetivo de la DGT es ubicar estos segundos dispositivos a muy poca distancia del fijo para "evitar ese acelerón una vez superado el radar", explicó el lunes el subdirector de movilidad de Tráfico, Jorge Ordás. Puntualizó, eso sí, que lo que se persigue es que los conductores "mantengan una velocidad constante adecuada a la vía" y no "buscar la trampa", en alusión a las previsibles críticas a este sistema aludiendo a un trasfondo recaudatorio. 

Con todo, la DGT, como es habitual en estos casos, no ahonda en exceso en el funcionamiento del mecanismo con el fin de que la picaresca no se adelante a sus métodos. Por ejemplo, no menciona a qué distancia estará el veloláser del radar fijo. En las pruebas realizadas esta Semana Santa en Navarra el segundo dispositivo se instalaba inmediatamente después del primero, y se cree que Tráfico seguirá este modus operandi al menos en los inicios del sistema. Pero, como mencionan varias revistas automovilistas, no se descarta que con el tiempo se vaya alargando la distancia entre uno y otro precisamente porque, en el momento en que cunda la alarma por las primeras multas, se espera que los conductores comiencen a extremar precauciones y posterguen unos metros más el típico acelerón post radar

En este sentido, los radares en cascada podrían incorporar en un futuro también un tercer cinemómetro, ya a una distancia considerable del primero, con la intención de cazar a quienes dejen el típico acelerón para, por ejemplo, un kilómetro después del radar fijo. 

EL PELIGRO DE FRENAR. El comportamiento temerario al volante de unos pocos convierte elementos de seguridad como los controles de velocidad en elementos de riesgo. El habitual frenazo antes del radar que realizan los mismos que después aceleran los pone en peligro a ellos y al resto de usuarios de la vía, máxime cuando la calzada está mojada. De hecho ya se han producido colisiones por alcance por este motivo. 

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