Es, sin duda, una de las concelleiras más todoterreno del bipartito pontevedrés. Yoya Blanco se ha tomado muy en serio lo de la promoción económica de la ciudad y no para de visitar comercios, tiendas, restaurantes y empresas de todo tipo para interesarse por cómo les van las cosas en esta época tan dura que nos está tocando vivir.
Dentro de esa ronda de contactos, la incansable socialista se acercó ayer a la Rúa da Oliva para conocer el renovado centro de óptica y audiología Martínez y charlar durante un buen rato con su gerente, Andrés Martínez. Me cuentan que Yoya le trasladó la felicitación de todo el grupo de #PonteLovers por "el espectacular resultado de los trabajos realizados y el buen gusto en los acabados y la decoración del local". Unos piropos que Andrés recibió encantado.
Pero esta nueva reunión de la concelleira tenía este miércoles un añadido especial, y es que estaba de cumpleaños. Ni siquiera en una fecha tan señalada baja el ritmo y se permite un día de asueto. Así me gusta, eso es dar ejemplo.
Mis palomas mensajeras no me han desvelado los años que cumple Yoya pero me chivan que están entre los 45 y los 50. Tengo que contrastarlo, pero de ser así solo puedo decirte, apreciada amiga, que te conservas divinamente y que a ver cuándo nos tomamos un cafelito para que me confieses el secreto de esa vitalidad y esa eterna juventud.
Hablando de juventud, debo saludar a Carlos Bala, Damián Bou, José Blanco y Fernando Calamar los cuatro amigos de Marín que bajo el nombre de Dominators intentaron el martes llevarse el bote del veterano concurso de Antena 3 Boom, que presenta Juanma Bonet.
Le pusieron interés, humor y mucho ímpetu, pero al final no consiguieron el ansiado premio. Y para terminar debo aclarar uno de mis chascarrillos de ayer. Dije que la delegada territorial de la Xunta, Luisa Piñeiro, ya estaba totalmente operativa tras recuperarse del coronavirus, pero en realidad nunca padeció la enfermedad, sino que estuvo en cuarentena por haber estado en contacto con un positivo. Errar es de humanos, pero rectificar es de sabios. Sorry, Luisa.
