O Salnés

¡Al agua colchonetas!

En materia de competiciones deportivas, no hay nada como lo clásico. En donde hay probado un rendimiento, no es aconsejable introducir cambios en favor de la estética, y los deportes, en cuestión de velocidad, es mejor disputarlos individualmente. Si uno acude al Mundial de Colchonetas de Sanxenxo, una cita que cuenta ya con once ediciones sin que ningún otro punto del mundo le haga competencia, tardará apenas minutos en darse cuenta de esas tres normas básicas expuestas en el primer párrafo, son de plena vigencia en esta materia deportiva creada a la medida de Sanxenxo por la Asociación O Cubreiro y que cuenta, como los arenales sanxenxinos, con adeptos de tantas procedencias como turistas tiene la villa. La undécima cita de las colchonetas con Sanxenxo contó, como había prometido la asociación, con un sol de justicia que presidió todo el concurso. Otro de los vaticinios de O Cubreiro, sobre la capacidad de su compresor de aire (empleado para hinchar todas las colchonetas de los concursantes, si así lo demandan) no dio abasto con tanto vehículo de competición para preparar, de ahí que, a pesar de haber empezado sobre las 12.30 horas, a las 14.00 se estaba completando aún el recorrido del circuíto de adultos, en el que por cierto, la cifra de participantes fue incluso superior a la de las dos carreras de niños, una para menores de 10 años y otra para ‘colchonetistas’ de entre 10 y 14 años.

Un denominador común de las tres categorías fue el del vehículo de los nadadores: una colchoneta más bien clásica y rectangular, con una forma que dista mucho de las majestuosas construcciones de aire y plástico tan de moda en actualidad. Las hinchables con forma de unicornio, helado, neumático gigante, tucán negro y demás abundaron en las tres competiciones pero no destacaron excesivamente por sus prestaciones de velocidad. Muchas de ellas, pilotadas en grupo, contaron con el hándicap de su excesivo atractivo y de la sobrecarga de tripulantes, a la hora de registrar las peores marcas.

En cuanto a los premios al disfraz más imaginativo, todos los asistentes parecían decididos a hacer que O Cubreiro pasase verdaderos apuros para decidirse. No faltaron los monstruos de agua de seis patas, la tribu africana de apariencia caníbal con un humano incrustado en su ‘colchoneta-sartén’, las familias al completo vestidas con tutú homenajeando al mundo ‘brilli-brilli’ de los unicornios. Tampoco faltaron princesas, superhéroes musculados, la familia picapiedra al completo, mejicanos, piratas, y un sinfín de personajes. La competición concentró a decenas de personas en el paseo entre los arenales de Os Barcos y Panadeira.

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