Santi Balmes: "No me voy a sentir nunca realizado, es una patología"

Santi Balmes aterriza este sábado en el teatro Afundación de Vigo con la gira 'Espejos y espejismos', el espectáculo más maduro de la banda Love of Lesbian

Santi Balmes. EP
photo_camera Santi Balmes. EP

Los horarios de los músicos tienen poco de estables. Santi Balmés, quizás por deformación profesional, no acostumbra madrugar. Pasan de las doce de la mañana en un día "un poco raro" para el cantante de Love of Lesbian. A las cinco de la madrugada no estaba bajando de un escenario, estaba llevando a su hija a una excursión a la nieve.

El Santi Balmés de su infancia, ¿qué estaría haciendo?
Estaría escuchando una colección de grandes éxitos de los setenta, sonaría el sábado por la mañana, a todo trapo, con una combinación de música y aspiradora, olor a limpiacristales y ventanales grandes, mirando a Barcelona y pensando "¿Qué coño es eso?".

¿Qué estaría leyendo?
Recuerdo un libro en catalán de una nave espacial. Me pasé mirándolo todo un viaje a Madrid con la familia, en vez de mirar por la ventana. Fue la primera vez que me pasó.

No se mareaba...
Para nada, tenía como a mis padres diciendo "oye, estamos de vacaciones, mira lo que te estás perdiendo". Cosa que ahora me pasa a mí con los móviles.

En las letras de Love of Lesbian habla mucho de la pérdida. ¿Qué fue lo primero que perdió?
El divorcio de mis padres me marcó bastante. Sobre todo en una época en la que aún no se pusiera de moda. Mi familia fue bastante innovadora. No sabría como explicarlo, los demás niños se me quedaban mirando como si fuese una cosa muy rara. A partir de ahí, todo lo que es la perdida de los referentes que marcan tu infancia. La ubicamos en objetos que están en viviendas y que desaparecen. La casa donde pasabas los veranos con tu familia se ha vendido. Esas anclas que necesita un niño para sentirse seguro van desapareciendo.

Leí que la nostalgia la conoció con Pink Floyd...
Sí, me lleva a un lugar muy concreto, a un viaje en coche con amigos de la infancia. Éramos los frikis de clase, este tipo de música nos unía mucho. La escuchaban los hermanos mayores, y te llevaba a un sitio al que no ibas con el resto de música. Eso que tenía Pink Floyd no lo podías explicar y era lo que te impactaba. Abría como una especie de arquitectura diferente dentro del cerebro.

¿Qué recuerdo guarda de los primeros ensayos en un garage?
Esa pequeña ilusión cuando había diez segundos en los que, por puñetera casualidad, todo confluía y sonaba algo que podría ser una canción. Eran momentos de descubrimiento muy bonitos. Ahora es más difícil que te sucedan con esa intensidad. Cuando te vas haciendo mayor es difícil sorprenderte a ti mismo. La lucha es volver a la espontaneidad.

¿Echa de menos esos años?
Por supuestísimo. Cuando te queda todo por hacer, aún con todo tipo de incógnitas sobre el futuro, tienes la sensación de que hay un filón dentro de ti, que es la creatividad. Cuando ya estás en medio de ese filón no te estás moviendo de ahí practicamente.

¿Está realizado con el uso que hace de ese filón?
Realizado no me voy a sentir jamás [ríe]. Es un patología, me dice mi mujer, que está escuchando la entrevista.

¿Patología de pesimismo?
De darse cuenta de que cada vez tienes menos tiempo por delante y más cosas que se van acumulando en el escritorio. Por leyes de mercado, actuaciones, directos, giras... los vas aparcando. Para mí es bastante frustrante.

También significa que tiene motivación e ilusión...
Está claro, eso es positivo pero piensa también que las cosas tienen que salir en su momento, cuando te vibran por dentro. He visto que Netflix ha hecho una película que se basa en el argumento que tenía en la cabeza. Eso me da rabia. Por no disponer del tiempo, los de Netflix me han entrado por la noche y me han robado la idea.

En vez de doce alter egos, como en su libro El hambre invisible, le hacen falta doce clones.
Doce personas y tira millas, como los duendes de Papá Noel. [Ríe]

De los alter egos, ¿cuál es el que compone para Love of Lesbian?
Yo creo que es el mago. La persona que está más cerca del subconsciente colectivo, para crear un material sólido que te emocione a ti pero que, con un sentido epidérmico, funcione en todos.

Depende mucho de los impulsos, ¿no le da miedo quedar en manos del azar?
Esa ansiedad y temor a depender de tantos factores origina que no sea un trabajo sosegado. Siempre estás con la sensación de que, al igual, ya lo has dicho todo. Implica incorporar dentro de ti a un pescador japonés en un lago, para ser paciente y no desesperar.

¿Espejos y espejismos es un espectáculo más maduro?
Es una gira que nos vemos capaces de hacer con la delicadeza que implica la puesta en escena. Antes tocábamos en un teatro y, a las dos canciones, la gente se levantaba. Con espejismos no pasa, el público está sentado. Sabemos tocar con el nivel de concentración y sutilidad que antes no teníamos. El repertorio es más tranquilo y algunas canciones no están en las cinco más escuchadas de Spotify.

¿Podríais hacerlo hace diez años?
Sí, pero no con la delicadeza que exige para que no pierda el ritmo. Lo más coñazo es no salirse del guión, somos una banda a la que nos encanta hacerlo.

Llenan el escenario de cajas. ¿Qué hay en ellas?
Lo que quieras. La gran ventaja de una caja es que no se ve su contenido y puedes imaginar que están tus miedos, tus ilusiones... A lo largo del espectáculo van desapareciendo... Es como una limpieza mental que implica ese movimiento de operarios que tenemos con las cajas de un almacén que intenta convertirse en una azotea despejada.

Con sus últimos libros y discos hizo una buena limpieza de azotea, son trabajos muy introspectivos...
Vale la pena para expedientar cosas y tirar para delante. Dominar el caballo salvaje de tu interior, saber sus movimientos. No quiere decir que el caballo se pare, pero sí tener un conocimiento más profundo de ti mismo

¿El caballo está dominado?
Soy más consciente después de dar tres pasos cara atrás para verme. En el libro puedo ser muy autocrítico conmigo mismo, pero la conclusión es dejar de juzgar para conocer más. La culpa no es nada creativa. Lo que quería es ver cómo suceden las cosas, como quien mira una pantalla de cine. A partir de ahí, llegar una conciencia más profunda.

¿Esa conciencia cambirá su forma de escribir?
Creo que sí, pero sinceramente no he escrito nada más .

El Santi Balmés de enero de 2019, ¿qué hace?
Estoy en una época de lector y saliendo de los proyectos ya encauzados. Me dedico a nutrirme de otra manera. Reescuchar y releer. Persépolis, Maus, Vila-Matas... Disfrutando de estes días antes de volver a la guerra.

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