Los vikingos vuelven a conquistar Catoira

Tras dos años de paz obligada por la pandemia, las invasoras hordas nórdicas se encuentran un recibimiento multitudinario en su regreso a las costas gallegas, con más de 700 litros de vino tinto y dos toneladas de mejillones
Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)/ADP
photo_camera Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)

La Romería Vikinga de Catoira es una de las celebraciones populares con más solera de Galicia. Lleva desde 1960 recordando la defensa que de las tierras galaicas hicieron las gentes de esta zona ante la llegada de piratas normados y sarracenos, impidiendo también su incursión hacia Santiago de Compostela, sin duda, el botín más preciado que se podía encontrar en este rincón del mundo.

A pesar de la fama de bebedores de los nórdicos de aquella época, posiblemente ganada más por la propaganda de Hollywood, que todo lo contamina, que por hechos históricos, la realidad es que los nuevos vikingos del siglo XXI siguen ese guión de celebrar la conquista bañándose en vino por fuera y por dentro. Es parte del espectáculo y de la forma de celebrar en casi cualquier fiesta de este país.

Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)
Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)

Después de una interrupción de dos años por la pandemia, que trajo una paz no muy deseada por invasores ni por invadidos, había muchas ganas de celebrar esta edición, ya con una normalidad muy cercana a lo que siempre se vivió por estas fechas en Catoira. Como era previsible, el recibimiento a los vikingos que llegaban en sus embarcaciones fue multitudinario, aunque no lo suficientemente héroico para impedir que pisaran tierra.

Bajaron de sus drakkars sin oposición. Y es que las manchas de vino son difíciles de quitar y es preferible dejar paso a la horda invasora para no acabar bañado en tinto, que con la combinación del calor y otros elementos puede resultar incómodo y pegajoso para aquellos curiosos espectadores que no están metidos en la piel de los personajes.

Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)
Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)

Era el día grande de las fiestas locales, con pasacalles desde la Alameda hasta las Torres del Oeste, con las pandereteiras Muíños do Vento, Brisas do Río Ulla y Aires do Río Vello. A media mañana no faltó la mejillonada, el mercado y los recitales de Troula y Upsala Medieval.

Pasado el mediodía llegó el plato fuerte: la dramatización del desembarco, que muchos lugareños y visitantes llegados de todos los rincones del mundo quisieron inmortalizar con sus móviles y cámaras. Tras la batalla llegó el descanso del guerrero, sin bajas por ningún bando y con una comida campestre que dio continuidad a la fiesta hasta donde aguantó cada cuerpo.

Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)
Romería Vikinga en Catoira. ÓSCAR CORRAL (EFE)

Lo que siglos atrás fue una tragedia para los lugareños, hemos sido capaces de convertirlo en fiesta. Probablemente porque eran personas anónimas y nadie se siente identificado con ellas, más bien con el infame invasor que tanta popularidad ha adquirido gracias al cine y la televisión.

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