Entrevista

"A veces he pensado en volver a la sierra, pero no podría, porque los animales ya no están"

Si alguien puede derribar los mitos sobre los lobos, ese es Marcos Rodríguez, que vivió con ellos su infancia y aún llama 'mi mamá loba' al animal que le aceptó en su manada del que aprendió a sobrevivir. De hecho, aunque, tras mucho sufrimiento, no cambiaría su vida actual, aún cree que aquellos fueron sus mejores días, «la pura gloria»

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photo_camera Marcos Rodríguez Pantoja en Campo Lameiro. RAFA FARIÑA

Contar su historia podría durar horas, pero en Campo Lameiro, en el seno de la primera edición del Mercado de Proximidade de EmRede, con un micrófono en mano, Marcos Rodríguez Pantoja (Áñora, Córdoba, 1946), el más conocido niño salvaje de toda la península, la resume en minutos. Después llegan los aplausos, fotos con los fans y el momento que él vive con más felicidad: el de enseñar sus propias fotos con lobos, muchas de ellas, parte del trabajo del rodaje de la entrevista de Entre Lobos, la película que recoge su vida. Marcos parece cansado de periodistas, pero su amabilidad extrema le impide hacer otra cosa que volver a sentarse y a explicar lo que ha contado miles de veces. 

¿Cómo vive esta experiencia de hablar en un mercadillo ecológico?

No estoy acostumbrado a hablar en ferias. Estoy muy acostumbrado a ir a colegios, auditorios, espacios cerrados. Este entorno es diferente, yo tendría para hablar horas y horas, pero así no se pueden contar las cosas como deben contarse...

Pero el mensaje de amor a la naturaleza se puede transmitir, porque una feria como la Ecofeira de Campo Lameiro está llena de gente que quiere vivir del campo...

Sí. Sí hay gente que quiere vivir en la naturaleza, pero debería ser más. El medio se está perdiendo. Unos porque matan, otros porque pegan fuego. Igual que pasa con el lobo...

¿Cuál es el problema del lobo en actualidad? 

Los ganaderos se quejan de que matan el ganado. Pero es lógico. Al lobo no le queda que comer si los cazadores matan lo que debería ser la comida del lobo. Y el lobo no es tonto. En vez de estar corriendo dos horas detrás de un jabalí, se queda en donde hay ovejas sueltas, sin ganadero que las cuide.

Con respecto a su historia, seguro que siempre le hacen contar cómo fueron esos años que pasó usted en la sierra.

Está todo escrito. Contado y más que contado. Mi historia, mi vida, para mí ha sido una maravilla. Preciosa. Allí, en la sierra, estaba en la gloria. Me había hecho con todos los animales, todos eran mis amigos. Bueno, con todos menos con el jabalí, que va a su bola, que no tiene amigos ni nada... Yo tenía a mi mamá loba que me cuidaba, me daba de comer cuando era pequeño. Luego, cuando pude cazar, cazaba con ellos y se repartía la carne. Aquello lo recuerdo como la pura gloria. Ha sido la mejor vida que viví en todos mis días.

Y, claro, su vuelta a la sociedad, cuando ya había perdido hasta el habla o la forma de andar, fue todo lo contrario...

Entonces vino lo peor, me cogieron, me sacaron de allí y no me metieron en un colegio, ni me enseñaron nada. Así que me puse a trabajar sin saber lo que eran los trabajos y sin saber nada de nada. Todo el mundo me engañaba con el dinero. Yo no sabía lo que era el dinero. Aún ahora lo voy sabiendo así, así (risas).

¿Hubiese sido mejor que le trajesen a un sitio como Campo Lameiro, un lugar pequeño, y no a Madrid ni a las grandes ciudades?

Pues sí, un lugar como este hubiese estado bien. O que me hubiesen dado un poco de escuela. Pero yo es que no hice más que la primera comunión. Las monjitas que me acogieron, cuando ya andaba derecho (me pusieron una tabla en la espalda, con correas atadas por aquí por la cintura, para que dejase de andar agachado), me dieron la primera comunión. Bueno, pues, cuando estaba derecho e hice la comunión, en el mismo día, se presentó un señor del Ejército y me llevó a pegar tiros. ¿Que pasó? Que me tuvieron que echar, porque a la primera, me lié a pegar tiros... 

Usted vivió con lobos de niño. Pero, su historia, ¿cuándo interesó más a la gente, entonces o ahora?

Ahora quieren saber más. Yo, al principio, encontraba que la gente se reía de mí. No quería hablar con nadie. Decían que yo había visto muchas películas, cuando yo no sabía ni qué era la televisión. Ahora, esos mismos me llaman, me dicen: «perdona». Ahora ya conozco a las personas, ya sé de qué van. Es un poco tarde para mí, pero me voy haciendo con la gente.

¿Y cree que el lobo está más amenazado que entonces?

Pues sí. Está más amenazado y no sé por qué. Los lobos son animales, matan para comer, como las personas matamos para comer, aunque ahora hay comida hasta en la basura. 

Y ahora, ¿se protege a los animales del monte, o está todo enfocado para que disfrutemos de los del zoológico sin entender cuál es la realidad a nuestro alrededor?

Pues no sé, pero no me gustan nada los animales encerrados. Si están encerrados, que sea desde pequeños, o nada. Porque si los sueltan, lo pasan muy mal. Como me sucedió a mí. Lo pasé muy mal cuando me hicieron volver. Es como meter a una persona en la cárcel. A mí no me gusta.

Todo esto que le sucedió a usted, sucedió cuando era un niño que pasaba por una situación mala. Su padre le envió con el pastor, le pegaban... ¿Cuál es su mensaje para los niños, en sus charlas?

Hay mucho que hablar ahí. Los críos de hoy son la rehostia no hacen caso a nada, pero son niños. Yo también era un niño malo, travieso, y mi mamá me pegaba... Pero son criaturitas, no quieren más que jugar. Yo lo que les pido a los niños en los colegios es que dejen esas maquinitas que tienen. Tienen el coco comido con esas maquinitas. ¡Si van a tener 20 años y no van a saber de dónde viene un huevo! Yo les digo que ayuden un poco a sus papás, en su casa, en la cocina y que dejen un poquito las máquinas esas...

¿Como es su vida ahora? ¿Qué cambiaría?

No cambiaría nada. Lo paso muy mal a veces, cuando voy por ahí, al ir en tren, porque no sé leer, no me entero... Tengo que ir preguntando. También por eso digo a los niños que estudien porque sin estudios se pasa muy mal... Me pregunta que qué cambiaría. A veces he pensado en volver a la sierra, pero ya no podría, porque no es lo mismo, los mismos animales, mis amigos, no están y nada es como era, así que me tengo que aguantar aquí (risas). 

En datos: La historia de un 'niño lobo' 
Marcos Rodríguez Pantoja nació hace 71 años en Ánora, Córdoba y a los seis años, al morir el pastor con el que convivía, se echó al monte en Sierra Morena, en donde vivió con lobos 11 años. En 1965 fue hallado por la Guardia Civil y se inició la historia de su reintroducción en la sociedad. Su periplo vital está recogido en la película Entre Lobos (Gerardo Olivares) que ayer se proyectó en Campo Lameiro con motivo de su visita a la Feira Ecolóxica de Emrede.

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