Hasta en tres ocasiones ha recurrido una vecina de Xustáns, en Ponte Caldelas, al Concello, para tratar de poner fin a una situación que sufre desde que se mudó a su actual parroquia, tras haber restaurado durante más de una década una casa en el lugar de Sobreiro.
La mujer, que se mudó con su familia hace seis años, lleva la mitad de este tiempo tratando de que sus vecinos cambien de sitio dos corrales: uno con gallinas y otro con un cerdo, dada la excesiva proximidad de la construcción.
La afectada relata que en uno de los puntos hay menos de un metro de separación entre la vivienda (que, al haber sido restaurada no pudo moverse) y los galpones, que existían desde años antes a la compra y restauración de su casa.
A raíz de los olores que emanan (provocados, según la afectada por una incorrecta gestión de los purines), la mujer relata que no puede abrir las ventanas para airear, hacer uso de la piscina, del jardín, ni disfrutar de su decisión de cambiar la ciudad por el rural de Ponte Caldelas.
El problema, según defiende, se agrava con otros gestos como el lavado de tractores de abono en la vía pública (con la consecuente 'escorrentía' de purines hacia su finca), la incursión de ratas en la piscina desde la zona en la que están los animales estabulados y otros hechos como la quema de rastrojos contra su muro o el depósito de sal sobre la pared de carga de la casa.
La mujer ha llegado a denunciar por lo penal a los dueños de los corrales (denuncia que ha sido sobreseída dos veces) y a llamar en seis ocasiones a la Guardia Civil.
El Gobierno local indica que conoce el caso y las quejas y ha hecho una consulta a las autoridades sanitarias por si, más allá de lo que parece un asunto de convivencia vecinal, se puede facilitar la integración de la familia afectada en su nueva parroquia.
