El caso de Monika, una niña de India que cambió su propio destino

La educación de las niñas en varios países no es un derecho, sino un privilegio, pues muchas son excluidas de las escuelas u obligadas a casarse de forma prematura.

diariodepontevedra2
photo_camera diariodepontevedra2

Según la Unesco, veinte países todavía permiten el matrimonio infantil en su legislación, lo cual es un obstáculo para el acceso a la educación de las niñas. De hecho, el matrimonio precoz o el derecho a excluir a las jóvenes de las escuelas, son vulneraciones toleradas en diversos países, que suponen una traba para la educación de las mujeres. Así se desprende del informe de seguimiento de la educación en el mundo que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Según una investigación, tan solo en Tanzania, en el año 2016 más de 8.000 jóvenes fueron expulsadas de su escuela cuando se supo que estaban embarazadas. Son datos dados a conocer por la Unesco en un comunicado.

Solo un 44% de países se compromete a garantizar la paridad de género en la educación

Este informe pone de manifiesto unos datos procedentes de 189 países, que señalan que tan solo el 44% de los países se han comprometido a garantizar la paridad de género en la educación, a través de tratados internacionales.

En palabras del director del informe Seguimiento de la Educación en el Mundo de la Unesco: "El hecho de firmar un tratado internacional no siempre asegura una estricta igualdad de género en materias de educación, pero los tratados son una manera de impulsar a los gobiernos a rendir cuentas y deben de percibirse como un compromiso importante para los derechos de las niñas y de las mujeres”.

Una pequeña heroína india llamada Monika

No obstante, comienzan a darse situaciones que demuestran que la lucha contra el matrimonio infantil está dando sus frutos. Se trata de casos como el de la pequeña Monika, que indican que la voz de estas niñas empieza a ser escuchada poco a poco, para impedir que su infancia termine antes de tiempo.

Su historia se desarrolla en India, que tiene una tasa muy alta de matrimonios infantiles, aun cuando su ley obliga a tener al menos 18 años para casarse. Todo empezó un 4 de noviembre en que la pequeña se encontraba inmersa en los preparativos de su boda, esperando para ser peinada y maquillada. Tal como marca la tradición, se disponía a ponerse su sari granate de boda.

Sus manos serían pintadas con complejos remolinos de henna, y sus orejas y nariz cubiertas con las joyas elegidas para la ocasión. Como aún quedaba mucho por hacer, nadie se dio cuenta de que la novia se encontraba entre las sombras de la casa familiar, dispuesta a realizar una última llamada de teléfono.

Monika no estaba llamando a un amigo, ni tampoco comprobaba que todo estuviera listo en el lugar en el que iba a celebrarse la boda. Lejos de esto, la pequeña marcaba nerviosa cuatro dígitos: el 1098. Y es que, siendo demasiado joven para contraer matrimonio, Monika se disponía a paralizar su boda.

La edad es un elemento no siempre claro en India

Según la ONG que la ayudó y sus registros escolares, la pequeña tenía 13 años cuando iba a celebrar su matrimonio, a pesar de que sus padres afirman que tiene más de 17. Por sorprendente que pueda parecer, es habitual que la edad de algunas personas no esté del todo clara en esta parte de India. Resulta frecuente que los certificados de nacimiento no existan en las familias pobres, como la de Monika.

Sin embargo, nadie pone en duda que continúa siendo una niña, y que la ley solo permite el matrimonio una vez cumplidos los 18 años. En septiembre del pasado año su padre, Ganesh, se levantaba al amanecer con un claro propósito.

De vuelta a casa, en un barrio pobre de Bikaner, al noroeste del país, se sentó junto a Sita, la madre de Monika, para dar una noticia a la pequeña. "Mamá y papá me dijeron que habían encontrado un hombre para mí en Churu (casi a 200 kilómetros) y que era muy amable, educado y trabajaba como obrero", recuerda la niña.

Una decisión valiente que lo cambió todo

En el momento en que se le pide que describa al que iba a ser su marido, dice sin emoción alguna que no lo había visto nunca, pero que sus padres le enseñaron una fotografía y que tenía 22 años.

Monika era una hija obediente, razón por la cual en un primer momento, su intención fue hacer lo que le decían sus padres. Pero después, y tal como recuerda la pequeña: "Sentía que era muy joven y que no debería casarme. Quería estudiar y ser maestra". A lo cual añade: "Les dije que no quería casarme y ellos me preguntaron por qué. Les expliqué que una niña debería tener al menos 18 años". Este matrimonio hubiera supuesto para Monika una vida de aislamiento en la casa de su futuro esposo, la cual se encontraba a cuatro horas en tren.

Comentarios