PERFIL

Verónica Forqué, una actriz de leyenda gracias a su desparpajo

La artista madrileña destacó en el mundo del cine, el teatro y la televisión, cosechando multitud de galardones durante su extensa carrera, entre ellos cuatro premios Goya
Verónica Forqué, en una imagen de 2017. JERO MORALES (EFE)
photo_camera Verónica Forqué, en una imagen de 2017. JERO MORALES (EFE)
Omnipresente en la comedia española de los 80 y los 90, Verónica Forqué (Madrid, 1955-2021) fue una de las actrices españolas más queridas por el público y por su gremio –ganó cuatro premios Goya– gracias al desparpajo, la cercanía y la inocencia que impregnaba a sus personajes.

La actriz madrileña fallecida este lunes debutó en el mundo del cine de la mano de su padre, el director y productor José María Forqué, pero forjó una personalidad propia y original junto a directores como Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Luis García Berlanga, Fernando Colomo o Manuel Gómez Pereira, entre otros.

Fue Almodóvar quien le dio la primera gran oportunidad con el papel de Cristal, la vecina prostituta de buen corazón que ayudaba a Carmen Maura en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), un personaje que marcaría los que vendrían después por esa faceta ingenua y adorable.

Su primer Goya lo ganó de la mano de Fernando Trueba, con quien ya había trabajado en Sé infiel y no mires con quien (1985), pero el premio le llega con El año de las luces (1986) y esa reprimida directora de un sanatorio que se queda prendada de un adolescente Jorge Sanz en los años de la posguerra.

Fueron sus años de mayor popularidad y éxito. En una sola ceremonia de los Goya ganó dos estatuillas por La vida alegre (1987) de Colomo, como esposa de Antonia Resines y experta en enfermedades de transmisión sexual y con Moros y cristianos (1987), de Berlanga.

El cuarto Goya la consagró como chica Almodóvar, gracias a Kika (1993), donde volvía a explotar esa faceta ingenua y cómica. La película, casi premonitoria, contenía una fuerte crítica a los programas de telerrealidad que dieron a Forqué sus últimos días de popularidad.

En la década de los 90 la actriz se anotó éxitos de taquilla junto a Gómez Pereira, como Salsa rosa (1991) y ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (1993) pero también algunos fracasos como ¿De qué se ríen las mujeres? o El tiempo de la felicidad, esta última dirigida por su marido Manuel Iborra.

Se casó con él en 1981 y se separaron en 2014. El divorcio y la muerte de su hermano la sumieron en una depresión de la que logró salir a base de terapia y medicación, según contaba ella misma en las entrevistas. Cuando pasó todo llegó a decir que había sido "una mujer sometida sin saberlo".

La televisión y el teatro también fueron fundamentales en su carrera. En la pequeña pantalla participó en Ramón y Cajal (1982), El jardín de Venus (1983), Platos rotos (1988), Eva y Adán, agencia matrimonial (1990-1991) y, una de las más populares, Pepa y Pepe (1995), junto a Tito Valverde.

En una de sus últimas entrevistas a Efe, Verónica Forqué reconocía que el teatro siempre fue el lugar donde se sintió "más feliz y más libre".

"Empecé con 19 años. Tener un papá director de cine al que todo el mundo llamaba jefe me encantaba, me parecía lo más. Yo quería dedicarme a eso, quería ser como Conchita Velasco", rememoraba la actriz, hace apenas un mes.

Uno de sus trabajos más importantes sobre las tablas fue su papel de Carmela en la primera representación de la obra de José Sanchís Sinisterra ¡Ay, Carmela! (1986).

Le siguieron ¡Sublime decisión! (1984), Bajarse al moro (1985), Doña Rosita la soltera (2004), La abeja reina (2009) o Shirley Valentine (2011). También llegó a dirigir un montaje de la obra Adulterios, de Woody Allen en 2009.

Su último trabajo en el teatro fue Las cosas que son verdad, de Andrew Bovell y dirigida por Julián Fuentes, por la que cosechó el premio Max a mejor actriz protagonista.

Verónica Forqué tuvo una remontada de fama en sus últimos días gracias al programa Masterchef Celebrity, donde dejó ver una faceta diferente a la que tenía acostumbrado al público, más histriónica, nerviosa y a veces autoritaria.

Tuvo que abandonar a las puertas de la final por un cuadro de estrés y agotamiento. "Hay que ser coherente y, si no puedo más, no puedo más", explicó ella misma en el programa que terminó de emitirse hace dos semanas.