1-1. El partido para recordar y que no será recordado

El tanto tempranero no calmó a un Pontevedra incómodo, pero que acabó controlando el choque al saber que el empate le valía
Rufo protege el balón ante un futbolista del Salamanca. J.CERVERA
photo_camera Rufo protege el balón ante un futbolista del Salamanca. J.CERVERA

El partido para recordar dentro de la historia granate no será recordado por su belleza. Con un Pasarón que se vistió con sus mejores galas y volvió a recordar al de los grandes momentos, el Pontevedra logró una de las combinaciones que necesitaba para acceder a Primera RFEF. Aunque le costó lo suyo. Tuvo que ser el capitán, Álex González, quien encarrilase un encuentro. Pero ni con una ventaja numérica, anímica y ambiental fue capaz el Pontevedra de acercarse a su mejor versión. Porque la escuadra granate tan solo encontró las ocasiones en chispazos puntuales en la primera mitad. Y acabó encajando su habitual gol al poco de comenzar el segundo tiempo para añadirle incertidumbre hasta el final al ascenso. Tenía que ser, cómo no, sufriendo. Tanto que es un salto de categoría, pero no del todo. Una promoción virtual. Un estar en Primera RFEF y celebrarlo, pero no mucho. Por si acaso.

Lo cierto es que, pese a que el ascenso no era matemático, el Pontevedra acabó guardando el punto como un tesoro. Porque el conjunto granate empezó jugando única y exclusivamente su partido, pero acabó mirando también para Luanco. Poco tuvo que ver su comienzo electrizante con su final pausado, aunque ambos momentos fuesen los mejores de un encuentro tremendamente gris en el que el calor del mediodía terminó por apelmazar del todo a un PCF agarrotado por la situación.

Y eso que apareció, como en Ceares hace nueve días, el capitán granate. Fue en una rápida transición. Oier Calvillo recibió y superó con habilidad la presión tras pérdida de dos futbolistas del Salamanca para abrir el camino hacia el gol. Rufo intuyó el espacio y se abrió al costado derecho para recibir. El ‘9’ ejerció de ‘7’ para servir un gran balón al ‘7’ granate, que goleó a lo ‘9’. El cántabro llegó como una exhalación al segundo palo para, con un tipo encima, inventarse un remate espectacular. González elevó la pierna hasta más allá de su cabeza para colocar el 1-0 y demostrar por qué es el hombre de los goles importantes.

Ni el tanto tempranero calmó a un Pontevedra incómodo, pero que acabó controlando el choque al saber que el empate le valía

El tanto hizo estallar de alegría a un Pasarón que todavía estaba en pleno proceso de ebullición, con los más rezagados accediendo al estadio. Pero no sirvió para calmar al PCF. Porque cuando esa salida fulgurante perdió, lógicamente, revoluciones, llegó la nada. Únicamente un par de cabalgadas de Álex y dos buenas acciones a balón parado en las que Churre rozó el gol elevaron la tensión en un Pasarón que, al menos, vivía tranquilo. Porque el Pontevedra no encontraba el juego, pero al menos no estaba incómodo a nivel defensivo. Así fue hasta el tramo final del primer acto, en el que el Salamanca se desperezó y amenazó a Cacharrón, que tuvo que achicar bien ante Manín para evitar el empate.

En dos campos. El resultado valía al Pontevedra, que ya miraba de reojo hacia Luanco, donde el Marino no tardó en adelantarse tras el descanso. El gol no fue tan celebrado como el de Álex, pero no se le quedó atrás. La grada rugió con el 1-0 del equipo asturiano. Era el minuto 53 en Pontevedra y el ascenso matemático estaba muy cerca. Pero la alegría duró únicamente dos minutos. Porque tras un rechace de un centro, Telles se inventó un trallazo al que no llegó Cacharrón. 1-1. Vuelta al sufrimiento.

Pero supo aguantar el Pontevedra, al que el segundo tanto del Marino le dio la tranquilidad necesaria para amarrar el empate y, en un mal partido, acabar con la mayor de las sonrisas.

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